"La guerrilla colombiana a¨²n no ha optado por la paz"
Horacio Serpa advierte contra la excesiva intervenci¨®n de EEUU "con el cuento del 'narco' y la guerrilla"
El pr¨®ximo domingo deben comenzar las negociaciones de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Pese a que el anuncio parece, de tan repetido, el cuento de la lechera, el l¨ªder de la oposici¨®n en el pa¨ªs, el liberal Horacio Serpa, de visita en Madrid, cree que esta vez el c¨¢ntaro no se va a romper.El que fue candidato derrotado por el actual presidente, el conservador Andr¨¦s Pastrana, en las elecciones de junio de 1998, cree que el hecho de que no pudiera pronunciar una conferencia en la Casa de Am¨¦rica se ha debido a la interferencia de Bogot¨¢, que teme "injustificadamente" que no d¨¦ una buena imagen de su pa¨ªs, casi coincidiendo con la llegada del propio Pastrana esta semana a Espa?a. "El error es grave porque no aprovecho cuando estoy fuera, como hac¨ªa ¨¦l [Pastrana], para hablar mal de mi pa¨ªs".
Serpa considera que el proceso de paz, que deber¨ªa haber comenzado el oto?o pasado, se ha demorado tanto por el comportamiento "err¨¢tico" del Gobierno, "la falta de pedagog¨ªa" a la poblaci¨®n, y "a la exclusi¨®n de las conversaciones de sectores de la sociedad como la Iglesia, los sindicatos, los empresarios, los partidos o el propio Ej¨¦rcito". E igualmente afirma que al ceder a las FARC -guerrilla que se dice enigm¨¢ticamente marxista- 42.000 kil¨®metros cuadrados en cinco municipios, el llamado despeje, en casi propiedad soberana como prenda para que se avinieran a negociar, no se precisaron "las obligaciones de la guerrilla", como que se comprometiera a "respetar a la autoridad civil, jueces o alcaldes", o, peor a¨²n, "que no ampliara la extensi¨®n de los cultivos il¨ªcitos", l¨¦ase coca.
El jefe liberal excusa, sin embargo, como inalcanzable, lo que en Europa parecer¨ªa exigencia sine qua non de las negociaciones: que la guerrilla decrete una tregua. "Hay que negociar bajo las armas, pero eso no quita que se pudiera haber llegado a acuerdos para humanizar la guerra, como el fin del terrorismo, de los secuestros , y por ah¨ª se habr¨ªa podido hacer la tregua".
Una duda corroe a muchos de los observadores de la realidad colombiana: la de que las FARC jam¨¢s hayan pensado seriamente en hacer la paz, y que est¨¦n tratando ¨²nicamente de no parecer los malos de la pel¨ªcula ante la opini¨®n internacional. Serpa no corrobora, pero s¨ª teme. "No creo que las FARC hayan tomado a¨²n la decisi¨®n de abandonar la lucha. Pero s¨ª est¨¢n abiertas a escuchar ofertas atractivas, inducciones a la paz, puesto que si creen que por medios democr¨¢ticos pueden llegar al poder, que es lo que buscan, pueden jugar a eso".
La duda se hace met¨®dica en el pausado Serpa, varias veces ministro, delf¨ªn del expresidente Samper, que supera los 50 a?os, m¨¢s de 20 de pol¨ªtica liberal con amplia, y frustrada, experiencia en tratar con la guerrilla. A la pregunta del mill¨®n, l¨®gicamente de d¨®lares, responde: "No sabemos si Estados Unidos quiere la paz en Colombia o simplemente combatir el narcotr¨¢fico". Lo que s¨ª, en cambio, est¨¢ ocurriendo es que "con el cuento de que el narco y la guerrilla ponen en peligro la seguridad continental, Washington se est¨¢ metiendo en todo, y habla ahora hasta de medio ambiente, cuando lo que necesitamos es ayuda para la paz, no a la guerra, porque s¨®lo nosotros podemos resolver el problema".
Parece probable que si la presidencia Pastrana fracasa en su b¨²squeda de la paz, un desencanto, una desesperaci¨®n de l¨ªmites planisf¨¦ricos puede apoderarse de la ciudadan¨ªa, y entonces ya s¨®lo cabr¨ªa "la alternativa de la guerra total, que es el peor escenario para Colombia, porque el pa¨ªs s¨®lo es viable en un contexto de paz. En esa disyuntiva, el edificio constitucional se derrumbar¨ªa, y no creo que a las FARC les interese hacerse con un pa¨ªs desplomado social, econ¨®mica y pol¨ªticamente". De momento ya se ha adiestrado en Estados Unidos un batall¨®n colombiano antinarc¨®ticos, con otros dos a la espera, y Serpa no disputa las informaciones que sit¨²an a unos 1.600 asesores militares norteamericanos en el pa¨ªs.
El pol¨ªtico liberal, que se declara socialdem¨®crata en un pa¨ªs que a veces no se sabe si est¨¢ a medio construir o a medio destruir, encuentra positivo el hecho mismo de que el Gobierno haya iniciado prenegociaciones de paz con el agreste l¨ªder de las FARC, Manuel Marulanda, m¨¢s de 70 a?os en este mundo y por encima de 40 en el monte como guerrillero plenamente profesionalizado.
Serpa es un optimista, lo que hay que dar por sentado cuando uno se dedica a la pol¨ªtica en Colombia, y adem¨¢s quiere ser honrado. Por ello, quiz¨¢s, afirma con experimentada convicci¨®n que Colombia "saldr¨¢ adelante, porque aunque tiene graves problemas, tiene tambi¨¦n recursos y oportunidades, que s¨®lo hace falta coordinar mejor".
Aunque la presidencia Pastrana ha de durar hasta el verano del 2002, y ese tiempo puede dar de todo en el agitado partido liberal colombiano, donde sobran siempre los aspirantes, Horacio Serpa espera volver a ser candidato en las pr¨®ximas elecciones, veros¨ªmilmente contra un conservador, pero no otra vez Pastrana, porque en Colombia impera, como en gran parte de Am¨¦rica Latina, la no reelecci¨®n. Pero ni el prudente y sagaz liberal puede eludir la comodidad de los balones fuera cuando se despide pidiendo que "Espa?a lidere la participaci¨®n de Europa en la negociaci¨®n de paz".
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