Toreros en plaza extra?a
El Juli y Espartaco relatan en el Club Siglo XXI sus experiencias y las dificultades para lograr el ¨¦xito
Al torero se le hel¨® la sonrisa. No cuando se habl¨® de la muerte, ni de las cornadas que le rompieron la cara y le fueron desbaratando el cuerpo mucho antes de tener edad para votar. Al torero, chaqueta azul, corbata verde, se le torci¨® el gesto cuando el presentador del acto -el periodista y escritor C¨¢ndido- se refiri¨® a ¨¦l diciendo: "El Juli es un ni?o. Todav¨ªa tiene la leche de su madre en los labios". ?Un torero lactante? ?Despu¨¦s de matar 135 corridas de toros en un a?o?. El Juli -Juli¨¢n L¨®pez de civil- se mene¨® en su asiento y esper¨® a que alguien le preguntara por la met¨¢fora. Entonces se fue gustando en el quite: "Un torero no es un ni?o ni es un viejo. Un torero es un torero. Distinto a todos los dem¨¢s. Hasta en el andar y en la forma de vestir. Un torero no puede ir por la calle vestido de cualquier forma. La gente tiene que decir al verlo pasar: mira, ah¨ª va un torero".Sucedi¨® anoche. En un hotel de Madrid donde el Club Siglo XXI celebra habitualmente sus encuentros con pol¨ªticos, empresarios, escritores; gente que por una u otra cosa aparece, seria y encorbatada, en los telediarios. Anoche era distinto. La organizadora del acto, Paloma Segrelles Arenaza, invit¨® a dos toreros j¨®venes -Juli¨¢n L¨®pez, el Juli, 18 a?os, y Juan Antonio Ruiz, Espartaco, 38- para que explicaran a los socios del club su f¨®rmula para triunfar antes de los 30. Uno y otro concluyeron, cada uno a su estilo, que para triunfar en los toros hay que arrimarse mucho. "?Y en la vida?", quiso saber un periodista. "M¨¢s", sentenci¨® El Juli con la seguridad de un viejo.
El Juli cumpli¨® la semana pasada 18 a?os, el mismo d¨ªa -10 de octubre- que Espartaco cumpli¨® 38. Uno y otro saben ya c¨®mo se conjuga el verbo triunfar. El Juli, en presente. Espartaco, sobre todo, en pasado. Uno y otro conocen tambi¨¦n el olor del quir¨®fano, la resaca de la anestesia. As¨ª lo contaron ayer en el Club Siglo XXI, cumpliendo al pie de la letra el requisito que Paloma Segrelles quiere para sus invitados j¨®venes: "Gente que ha triunfado pronto sin ser hijo de pap¨¢. Gente que, sea cual sea su profesi¨®n, lo haga fenomenal".
Espartaco cont¨® su tremendo esfuerzo por volver a los ruedos despu¨¦s de una lesi¨®n de rodilla: "Y ese es ahora, para mi, el trofeo m¨¢s importante; m¨¢s que todas las orejas y todos los rabos juntos; la lucha con uno mismo; el querer volver y lograrlo". El Juli habl¨® de sinceridad: "Un torero no puede ser mentira. Si un d¨ªa no est¨¢s inspirado puedes enga?ar a alguna gente, no a muchos, desde luego nunca a ti mismo". El p¨²blico asistente -en su mayor¨ªa integrado por estudiantes y j¨®venes empresarios- fue escuchando con atenci¨®n, sonri¨¦ndo con las ocurrencias de uno y otro, agradeciendo su af¨¢n de agradar en una plaza tan dif¨ªcil y sin la ayuda del capote o la muleta; solos con la palabra. "Qu¨¦ encierro m¨¢s dif¨ªcil", coment¨® al final Espartaco. Entre el p¨²blico estaban, por ejemplo, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Jos¨¦ Mar¨ªa Michavila, Alejandra de Orleans, hija de la princesa Beatriz de Orleans, Alvaro de Marichalar. Tambi¨¦n la prensa del coraz¨®n, que quiso saber de El Juli cuestiones tan fundamentales como si ten¨ªa novia -"no"-o si "un orgasmo", textual, "se parece a sentir cerca los pitones de un toro". Es distinto, dijo El Juli.
Antes del coloquio, los toreros -que dijeron ser muy buenos amigos, forofos cada uno del otro- posaron para la prensa, concedieron algunas entrevistas en el sal¨®n comedor donde habitualmente se celebran las tertulias del Club Siglo XXI. Colgadas de la pared, las fotograf¨ªas de los que desde hace tres d¨¦cadas han pintado algo en este pa¨ªs.
La mayor¨ªa sigue en el tajo, aunque con m¨¢s canas. Otros, todav¨ªa tan j¨®venes en los retratos, se fueron marchando: algunos han fallecido; otros -un jovenc¨ªsimo Mario Conde, un plet¨®rico Luis Rold¨¢n- a la sombra. "As¨ª es la vida", coment¨® Espartaco, "para ser figura, lo mismo en el ruedo que en la calle, hay que tener muy claro una cosa: nunca te lo debes creer. Un d¨ªa a hombros y el siguiente en la enfermer¨ªa".
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