El Madrid regala la victoria al Oporto
Toshack conden¨® a su equipo al fracaso en el primer tiempo con una alineaci¨®n desequilibrada
El Oporto castig¨® la obcecaci¨®n de Toshack, su insistencia en una alineaci¨®n que no tiene pies ni cabeza. Un once que funcion¨® en el Camp Nou, s¨ª, pero que tiene siempre las de perder. El Madrid renunci¨® a la pelota, al centro del campo, a cambio de ganar delanteros. Y lo pag¨®. Cuando Toshack rectific¨®, y llen¨® el equipo de centrocampistas, ya era tarde. Jardel, incomprensiblemente m¨¢s suelto de lo que su fama aconsejaba, ya lo hab¨ªa sepultado.El Madrid se cubri¨® de verg¨¹enza en la primera mitad. Fracas¨® desde la perspectiva de equipo, siempre mal organizado y desunido, siempre desprovisto de la pelota, y tambi¨¦n desde la individualidad, donde la suma de errores arrastr¨® inevitablemente a los blancos hacia la fatalidad. Iv¨¢n Campo, Illgner, Hierro... El Oporto recibi¨® demasiadas facilidades.
OPORTO 2
REAL MADRID 1Oporto: Vitor Baia; Secretario, Jorge Costa, Argel (Aloisio, m. 74), Esquerdinha; Peixe, Chainho; Capucho (Paulinho Santos, m. 70), Deco, Rubens Junior (Drulovic, m. 35); y Jardel Real Madrid: Illgner; Michel, Iv¨¢n Campo, Hierro, Roberto Carlos; Geremi (Guti, m. 66), Redondo; Anelka (Seedorf, m. 46), Ra¨²l, Savio; y Morientes. Goles: 1-0. M. 13. Remate de Jardel desde una esquina del ¨¢rea, el bal¨®n rebota en Iv¨¢n Campo y entra por un ¨¢ngulo. 2-0. M. 35. Jardel cabecea el saque de un c¨®rner. 2-1. M. 68. Seedorf adelanta a Ra¨²l, que pasa hacia el centro del ¨¢rea y Peixe marca en propia puerta al intentar el corte. ?rbitro: Heynemann (Alemania). Amonest¨® a Jorge Costa. Lleno en el Estadio das Antas. Hacia el minuto 70 del partido la polic¨ªa carg¨® contra los Ultras Sur madridistas. El c¨¦sped se encontraba en perfectas condiciones pese a la gran cantidad de lluvia ca¨ªda.
A John Toshack le bastar¨ªa repasar su intervenci¨®n de la v¨ªspera para descubrir su propia contradicci¨®n. Alarm¨® sobre el poder¨ªo del centro del campo rival y su respuesta fue incomprensiblemente regalarle directamente al Oporto esa parcela. Y todo probablemente por los nocivos efectos que dej¨® en el Madrid la saludable visita al Camp Nou de hace unos d¨ªas, principalmente porque aquella cita se analiz¨® mal. Da la sensaci¨®n de que el gal¨¦s atribuye el ¨¦xito de dicho partido a la rocambolesca alineaci¨®n -ese 4-2-4 al que se agarra desde entonces y que le permite desplegar sobre el campo todo el arsenal ofensivo a cambio de renunciar a la l¨ªnea medular-, cuando en realidad detr¨¢s del ¨¦xito en el Camp Nou se escond¨ªa m¨¢s bien en otro matiz: lo adelantado que defendi¨® el Madrid. Pero con Hierro, y esa propensi¨®n a ceder metros que ha ganado con la edad, a replegarse para sentirse m¨¢s seguro ahora que el f¨ªsico le empieza a fallar, adelantar la l¨ªnea defensiva es una quimera.
Y lo que sucede entonces, como ayer, es que el Madrid se estira y estira, con los cuatro pu?ales -supuestos pu?ales mientras Anelka no demuestre lo contrario- muy arriba y los cuatro zagueros muy abajo. Y el Madrid se parte por el medio, donde a Redondo le toca lidiar solo contra la tropa enemiga. Sin m¨¢s ayuda que Geremi, un atleta ejemplar, un soldado capaz de encargarse de la vigilancia de tres tipos a la vez, pero un futbolista sin ideas propias, ni toque para al menos poner en pr¨¢ctica las ideas de los dem¨¢s. Helguera hab¨ªa demostrado hace 20 d¨ªas como se desnuda al Oporto con el bal¨®n, la l¨®gica y el toque, pero Toshack prefiri¨® insistir con el m¨²sculo, la falta de elaboraci¨®n y la contundencia arriba. Se equivoc¨®.
El Madrid se vio desde el primer minuto sin la pelota. El Oporto tampoco se present¨® un prodigio en ese sentido, pero las facilidades defensivas del rival, la cadena de errores con la que el Madrid decidi¨® obsequiarle, terminaron por ponerle el partido de cara. Primero fue Iv¨¢n Campo el generoso, al conceder cinco metros libertad en la frontal del ¨¢rea a Jardel. S¨ª, a Jardel, el bota de oro europeo, el hombre sobre el que Toshack tanto hab¨ªa avisado. Jardel recibi¨® la pelota, tuvo tiempo y espacio para prepararse el tiro y cuando remat¨®, el despertar tard¨ªo de Iv¨¢n Campo, termin¨® por estropear del todo la acci¨®n: la pelota le dio, se envenen¨® en globo imparable hasta la red.
Illgner se sum¨® enseguida al naufragio. Le ense?¨® otro camino efectivo al Oporto: los balones colgados sobre el ¨¢rea. Centraba el conjunto portugu¨¦s y ni el portero alem¨¢n, ni ninguno de sus defensas dec¨ªa nada. As¨ª cabece¨® Chainho libre y as¨ª lo hizo unos minutos despu¨¦s Jardel. Los dos remates, ante los que dimiti¨® Illgner, acabaron tropezando en Roberto Carlos, perplejo, agarrado a un palo. Y en la segunda ocasi¨®n, el ¨¢rbitro auxiliar interpret¨® que la pelota ya estaba dentro. Corr¨ªa el minuto 34 y ya 2-0. El Madrid se fue al descanso visiblemente herido. Con dos tiros a puerta como todo argumento -ambos a partir de dos faltas sacadas con rapidez, por sorpresa- y sin noticia alguna de la pelota. Sin orden ni criterio. Hundido.
Fue entonces cuando Toshack repar¨® en la importancia del centro del campo. Retir¨® a Anelka, un delantero, por Seedorf, un centrrocampista, y el Madrid se arregl¨®. La medida pod¨ªa sonar rara -quitar un delantero justo cuando se va perdiendo-, pero estaba cargada de verdad. Tarde. Geremi se apart¨® a un costado -el lugar por donde su poderoso f¨ªsico resulta ¨²til al Madrid y su falta de luces no se convierte en un estorbo- y Seedorf y Redondo, con las bajadas de Ra¨²l para conectar por la media punta, empezaron a asociarse.
El Oporto ten¨ªa un partido a la vista muy c¨®modo para el contragolpe -alguno despleg¨® que pudo costarle caro al Madrid-, pero en realidad lo pas¨® mal. El Madrid empez¨® a mover la pelota de un lado a otro, a probar la elasticidad de V¨ªtor Ba¨ªa. Roz¨® el gol con insistencia, lo alcanz¨® incluso -Peixe meti¨® en la porter¨ªa lo que sus compa?eros llevaban sacando durante un cuarto de hora-. Y dio ambiente y tensi¨®n a la cita. La entrada de Guti por Geremi termin¨® por entregar el mando al Madrid, por dejar en evidencia al Oporto, inferior se mire por donde se mire. Las ocasiones se sucedieron, pero ya no llegaron m¨¢s goles y el equipo portugu¨¦s sobrevivi¨®.
El Madrid s¨®lo necesitaba la pelota, las reuniones en torno a ella, para dejar al Oporto en los huesos. Pero se dio cuenta tarde, muy tarde. Antes prefiri¨® partirse en dos, obviar el centro del campo y buscar la felicidad desde el m¨²sculo y la superpoblaci¨®n ofensiva. Toshack olvid¨® que alguien debe surtir de balones a los delanteros y lo pag¨®. Los errores defensivos individuales hicieron el resto.
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