Tarea para un tit¨¢n
LA GRAVEDAD de los disturbios registrados ayer en Yakarta muestra que la transici¨®n indonesia hacia un sistema democr¨¢tico dista de haberse zanjado con la elecci¨®n como presidente del l¨ªder musulm¨¢n Abdurrahman Wahid por la Asamblea Nacional Popular. Los partidarios de Megawati Sukarnoputri, la hija de Sukarno, que en junio pasado gan¨® las primeras elecciones transparentes en una generaci¨®n, se han echado a la calle para protestar por lo que consideran un triunfo del maniobrerismo sobre el veredicto popular.No se borran de un plumazo m¨¢s de 30 a?os de dictadura. Indonesia vive en el filo de la navaja desde la ca¨ªda de Suharto, en mayo de 1998, arrastrado por las protestas populares y el desplome econ¨®mico del pa¨ªs musulm¨¢n m¨¢s poblado del mundo. Su sucesor, Habibie, ha terminado pagando con el rechazo del Parlamento la enorme y siniestra sombra de su mentor pol¨ªtico. El desastre de Timor oriental y un sonado esc¨¢ndalo bancario terminaron de arrebatarle sus escasas probabilidades de legitimar el cargo.
En la elecci¨®n de ayer a la jefatura del Estado el enemigo a batir era Sukarnoputri, una mujer de no muchas luces y escasa capacidad de liderazgo, pero se?alada por las urnas como favorita de los indonesios. En un pa¨ªs sin tradici¨®n parlamentaria ni alianzas pol¨ªticas consistentes, donde el ¨®rgano soberano es una Asamblea en la que m¨¢s de 200 de sus miembros no han sido elegidos democr¨¢ticamente, la capacidad para las componendas es ilimitada. El presidente Wahid -l¨ªder de la organizaci¨®n musulmana mayoritaria, seriamente enfermo y casi ciego- es un hombre respetado por casi todos. De hecho, es el ¨²nico pol¨ªtico que consigui¨®, durante la dictadura de Suharto, erigir algo parecido a una base de poder popular para ensanchar la influencia pol¨ªtica de los musulmanes, m¨¢s del 80% de la poblaci¨®n. Pero la victoria de Wahid, islamista moderado y ex aliado de Sukarnoputri, ha tenido que apoyarse a ¨²ltima hora en los votos del Golkar, el movimiento que se inventara Suharto y que fue el segundo m¨¢s votado en los comicios de junio. El antiguo partido gobernante y los militares apostaron por Wahid una vez que estuvo claro que su candidato, Habibie, era un cad¨¢ver pol¨ªtico.
Indonesia es una caldera a presi¨®n. Su estabilidad resulta decisiva dentro del superpoblado entorno del sureste asi¨¢tico. El vasto archipi¨¦lago conoce ahora su peor crisis econ¨®mica y pol¨ªtica en d¨¦cadas, con millones de personas lanzadas a la miseria por la crisis financiera que se desat¨® sobre Asia en 1997. Los independentismos no se circunscriben a Timor, y el pa¨ªs de 200 millones est¨¢ internacionalmente endeudado, minado por la corrupci¨®n y fracturado por sectarismos ¨¦tnicos y religiosos. La herc¨²lea agenda que tiene por delante es de las que parece desafiar fortalezas mayores que la del primer presidente elegido de Indonesia.
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