Paseo por la orilla salvaje
Valmayor y Los Arroyos conservan un precioso bosque ribere?o pese a la creciente amenaza de los chal¨¦s
Cuando un monte como el Abantos se quema, las autoridades arman tal caramillo que puede sentirse desde Pe?alara hasta Aranjuez. Y no es para menos. Pero hay incendios peores, y nadie dice ni p¨ªo. Son incendios silenciosos, sin humo ni llama, que se propagan en forma de chal¨¦s al calor del dinero f¨¢cil de la construcci¨®n. En la sierra hay cien focos activos. Uno de ellos, asaz virulento, se llama Ciudad Bosque Los Arroyos: se localiza en el extremo oriental de El Escorial, lindando con Galapagar, y presenta m¨¢s de tres kil¨®metros de frente, desde la v¨ªa del ferrocarril Madrid-?vila hasta la cola del embalse de Valmayor. En lugar de encinas seculares, deja a su paso ariz¨®nicas, p¨ªceas, ciruelos de Pissard y otras garambainas de vivero; en lugar de nidos de ¨¢guila, antenas parab¨®licas; en lugar de linces, perros de raza que extrav¨ªan unos colonos siempre dispuestos a ofrecer por ellos la consabida recompensa, porque esta gente est¨¢ acostumbrada a pagar los consabidos favores.Magnitud del siniestro
S¨®lo conociendo c¨®mo era antes este monte, se puede apreciar la magnitud del siniestro. A tal efecto, nos llegaremos en tren al apeadero de Las Zorreras y, cruzando por el paso subterr¨¢neo, tiraremos hacia abajo por la calle Mayor, una avenida rectil¨ªnea de dos kil¨®metros, flanqueada por chal¨¦s y bloques de apartamentos, que es sobrevolada de punta a cabo por una l¨ªnea de alta tensi¨®n. Para amenizar la paseata por este encantador bulevar, haremos una breve incursi¨®n por la tercera bocacalle a la izquierda, a la altura de un vivero, en busca de la ruinas de Navalquejigo. Varias casas destartaladas, un gran pil¨®n asombrado por chopos centenarios, la picota o rollo de justicia y el frontis de una iglesiuela-fortaleza -dicen que del siglo XIII- son cuanto queda de este pueblo que fue abandonado, misteriosamente, en los a?os 30. En 1993, un empresario lo compr¨® y lo puso a la venta por 110 millones. Con escaso ¨¦xito, a juzgar por los okupas que pululaban la ¨²ltima vez que lo visitamos.
Al final de la calle Mayor, toparemos la moderna iglesia de Los Arroyos: blanca, con alta torre rematada por chapitel de pizarra, que ya quisiera tener la mitad de gracia que la espada?a abalconada a guisa de matac¨¢n de la de Navalquejigo. Desde la explanada que hay a sus espaldas, bajaremos a campo traviesa, gui¨¢ndonos por el tendido el¨¦ctrico, hasta cruzar el arroyo Ladr¨®n, para luego girar a la izquierda por la n¨ªtida senda que corre aguas abajo a trav¨¦s de un soto virgen de sauces, fresnos y encinas. Es la orilla salvaje.
Al poco rato -menos de una hora desde la estaci¨®n-, nos hallaremos a la vera misma del embalse de Los Arroyos, avanzando entre su riba orlada de carrizales -plet¨®ricos de somormujos, cercetas, ¨¢nades, garzas...- y una ingente cerca de piedra tras la que se explaya una dehesa de magnas encinas. Es ¨¦ste un paseo muy hermoso, y quiz¨¢ el ¨²nico del que pueden disfutrar los habitantes de la urbanizaci¨®n; de ah¨ª el gran n¨²mero de andarines que lo frecuenta, am¨¦n de ciclistas, caballeros y alg¨²n que otro tarado que a¨²n no se ha enterado de que el monte no es un circuito de motocross.
Una vez rebasado el dique de la presa, continuaremos por la orilla del siguiente embalse, Valmayor, hasta alcanzar en media hora m¨¢s los puentes del Tercio. Porque son dos: el nuevo, el que se ve, de 700 metros de longitud, por el que salva la cola del pantano la carretera de El Escorial (M-505); y el viejo, el que no se ve, que fue anegado en 1976 por las aguas represadas. Tambi¨¦n se tragaron la cruz del Tercio, la cual delimitaba anta?o el t¨¦rmino de El Escorial. Mas ¨¦sta corri¨® mejor suerte: fue rescatada poco despu¨¦s y plantada en 1985 en la avenida de la Constituci¨®n de dicha villa.
Cruzando el puente visible, regresaremos por la margen contraria de Valmayor hasta el muro de contenci¨®n de Los Arroyos, donde cambiaremos nuevamente de orilla, a la salvaje, para acabar nuestra gira viendo una vez m¨¢s c¨®mo era la sierra antes de los chal¨¦s.
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