Lo que queda de Menem
CARLOS TARSITANO
Hace algo m¨¢s de 10 a?os, en el oto?o suramericano de 1989, el candidato peronista a la presidencia de Argentina, Carlos Sa¨²l Menem, llamaba a votar por su partido con el siguiente eslogan: "S¨ªganme, que no los voy a defraudar". Toda exigencia program¨¢tica se desvanec¨ªa ante semejante apelaci¨®n apost¨®lica. Eran los meses del borrascoso final de la presidencia del radical Ra¨²l Alfons¨ªn (1983-1989), primer escal¨®n en la b¨²squeda de un sistema democr¨¢tico a¨²n tambalente tras la terrible experiencia de la noche militar (1976- 1983). Menem promet¨ªa, en la cl¨¢sica formulaci¨®n del Partido Justicialista, hacer una "revolucion productiva". Gan¨® las elecciones, pero a¨²n no exist¨ªa el menemismo.Paralelamente, en el invierno europeo de ese mismo a?o, que a la postre ser¨ªa decisivo para cerrar hist¨®ricamente el siglo XX, ca¨ªa el muro de Berl¨ªn como anticipo de la implosi¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y el final de la guerra fr¨ªa, y poco despu¨¦s el vocabulario de la globalizaci¨®n econ¨®mica empezaba a deletrearse, primero en ingl¨¦s, y luego en casi todos los idiomas. Menem -cuya d¨¦cada en el poder finaliza el pr¨®ximo 10 de diciembre- ha sido un audaz y aventajado disc¨ªpulo latinoamericano de la f¨®rmula basada en el desmantelamiento del Estado, el predominio del mercado y la desregulaci¨®n de la econom¨ªa.
Tan inesperado como los acontecimientos del Este de Europa fue, a su escala, el giro copernicano dado por el presidente argentino con relaci¨®n a su tradicional impronta populista. Sobre todo en los a?os iniciales de su primera presidencia, ratificada con casi el 50% de los votos para un segundo mandato en 1995, con el significativo apoyo de los sectores m¨¢s pobres y de los m¨¢s ricos del pa¨ªs. El analista pol¨ªtico Pepe Eliaschev describe as¨ª los actos de gobierno de esos a?os, que modificaron "de modo sustancial" el escenario de la Argentina: "Esto signific¨®, en el ¨¢rea de la reforma del Estado, una contundencia ejecutiva que pudo ser consumada en tanto y en cuanto se abandonaron casi todos los escr¨²pulos y se endios¨® de manera autista el ¨²nico icono que para el gobierno deb¨ªa ser venerado, el de operar con hechos consumados para disminuir el rol p¨²blico en la consideraci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs". En este sentido, el menemismo es uno de los nombres que ha adoptado la globalizaci¨®n.
Sin embargo, esas determinantes condiciones externas resultan insuficientes para explicar el modo tan radical de ese proceso de desarticulaci¨®n, que tambi¨¦n afect¨® a una sociedad civil cuyos centros vitales ya hab¨ªan sido muy golpeados por la dictadura militar y que durante el Gobierno de Alfons¨ªn apenas empezaron a recomponerse en las condiciones siempre dif¨ªciles de la salida de un r¨¦gimen totalitario. La hiperinflaci¨®n que sacudi¨® al pa¨ªs en los ¨²ltimos meses de la gesti¨®n alfonsinista fue abordada a comienzo de los noventa por el equipo econ¨®mico de Menem, encabezado por el hoy candidato presidencial Domingo Cavallo, con un tratamiento de choque que poco despu¨¦s se convertir¨ªa en la piedra de toque de la d¨¦cada menemista en esta materia crucial: el llamado plan de convertibilidad, que fij¨® la paridad de un peso con un d¨®lar y prohibi¨® la emisi¨®n de moneda sin el respaldo de divisas del Banco Central.
Al vincularla con el d¨®lar en las citadas condiciones de emergencia, desde abril de l991, el Gobierno realizaba una virtual refundaci¨®n de la moneda argentina e iniciaba lo que The Economist calific¨® de "agresivo programa de privatizaciones": las telecomunicaciones, las l¨ªneas a¨¦reas, los ferrocarriles, el gas, el agua, plantas petroqu¨ªmicas, explotaciones de petr¨®leo y de gas, el Banco Hipotecario Nacional, el correo y la red de aeropuertos, entre otros sectores vitales, fueron transferidos al capital privado. Las inversiones derivadas de esta gran operaci¨®n no fueron utilizadas, sin embargo, para crear unidades productivas. En el fragor de ese proceso, las comisiones ilegales abonaron un espeso colch¨®n de corruptelas multimillonarias que afectaron a altos funcionarios oficiales, s¨®lo algunas de las cuales han llegado a los tribunales: el en¨¦simo cap¨ªtulo de la cl¨¢sica relaci¨®n entre pol¨ªtica y delito.
Ya estaban puestas las bases de lo que todav¨ªa hoy se denomina el Modelo de la d¨¦cada menemista, una verdadera mutaci¨®n que a la par que asegur¨® un cuadro macroecon¨®mico propicio para las inversiones extranjeras sent¨® las bases de una amplia exclusi¨®n social cuyos efectos en la conformaci¨®n de un pa¨ªs integrado se har¨¢n sentir por muchos a?os. Sobre todo en aquellos campos como el empleo, la seguridad social, la sanidad o la educaci¨®n, especialmente afectados por la dualidad -nuevos ricos, nuevos pobres- consustancial al Modelo y sangrantes en momentos de recesi¨®n como la de este ¨²ltimo a?o de permanencia de Menem en la Casa Rosada.
Esa pol¨ªtica permiti¨® mejorar algunos servicios e infraestructuras y propici¨® la integraci¨®n del pa¨ªs en el mercado com¨²n del ¨¢rea (Mercosur). Pero fue sobre todo un banco de pruebas en el que se desarrollaron paradojas como ¨¦sta, se?alada en uno de los recientes informes de la CEPAL: la distribuci¨®n del ingreso empeor¨® en la d¨¦cada pese al alza del ingreso per capita. La alta concentraci¨®n de ¨¦ste fue una de sus caracter¨ªsticas centrales.
A finales de l996, ya avanzado el experimento menemista, el economista Pablo Gerchunoff formulaba estas conjeturas sobre el futuro de la equidad en el pa¨ªs: "Las desigualdades se van a ahondar tras las reformas promercado, y ello no ser¨¢ apenas el costo de una transici¨®n hasta que est¨¦ operando una nueva estructura productiva, sino que se convertir¨¢ en una situaci¨®n permanente". Tras se?alar que las reformas "eran inevitables" pero que su celeridad y la ausencia de mecanismos de amortiguaci¨®n ahond¨® los costes sociales, Gerchunoff afirma: "Una imagen puede capturar los pliegues diversos de esta realidad: en la econom¨ªa argentina coexistir¨¢n, fuertemente agudizados, el desempleo a la europea y la desigualdad a la americana". ?ste parece ser el perfil de la modernizaci¨®n menemista.
La de los noventa fue una d¨¦cada compleja, de cambios estructurales, para un pa¨ªs con profundas heridas latentes. A la luz de sus resultados puede se?alarse el sentido de esos cambios, c¨®mo se encarn¨® en la sociedad una reconversi¨®n sin proyecto de futuro que, a trancas y barrancas, ha trazado una nueva vinculaci¨®n de Argentina con el mundo. Atando el peso al d¨®lar, el menemismo ha encontrado no s¨®lo el eje de su pol¨ªtica econ¨®mica y social, sino su propia met¨¢fora y la de un pa¨ªs m¨¢s estable y m¨¢s injusto, metido en una encrucijada a la que casi todos buscan ahora una incierta salida.
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