Una herramienta clave

A mitad de camino entre el sistema de los l?nder alemanes y el marco federal norteamericano, la autonom¨ªa catalana, dise?ada por el estatuto de 1979, sigue dirimi¨¦ndose de espaldas al 40% de los ciudadanos. Este porcentaje de abstenci¨®n, registrado en el refer¨¦ndum del 25 de octubre de 1979, viene repiti¨¦ndose con peque?as variaciones en todas las elecciones al Parlament, incluida la del pasado d¨ªa 17.A pesar de este dato, los partidos realizan valoraciones positivas del estatuto. Las dos formaciones mayoritarias, CiU y PSC, aceptan la evidencia de que la Constituci¨®n y el estatuto catal¨¢n han sido, a lo largo de los ¨²ltimos 20 a?os, las herramientas claves en la recuperaci¨®n de la autonom¨ªa. Para ambas formaciones, el estatuto requiere, como m¨¢ximo, una relectura.

En el caso de CiU, esta relectura deber¨ªa desembocar en un pacto para el autogobierno con el resto de las fuerzas pol¨ªticas nacionalistas y no nacionalistas para alcanzar una mayor autonom¨ªa, una Generalitat dotada de m¨¢s competencias, donde en Catalu?a fuera la Administraci¨®n ¨²nica. La formulaci¨®n mantiene el gradualismo cl¨¢sico de Jordi Pujol, aunque se le a?ade esta coletilla: "La no viabilidad del pacto auton¨®mico podr¨ªa conducir a la necesidad de plantear la reforma del estatuto", seg¨²n se?ala el programa electoral presentado por los nacionalistas en los recientes comicios.

El PSC plantea que la relectura del estatuto incorpore experiencias europeas innovadoras, como las que se han visto en la devoluci¨®n de parcelas de soberan¨ªa a Gales y Escocia por parte de Gran Breta?a.

Los socialistas levantan la bandera del catalanismo federal sobre dos grandes ejes: la conversi¨®n del Senado en una C¨¢mara territorial de representaci¨®n auton¨®mica -una constante de Pasqual Maragall desde sus primeros tiempos en la alcald¨ªa de Barcelona- y la presencia directa de las nacionalidades hist¨®ricas como Catalu?a en las instituciones europeas, "asumiendo o compartiendo la representaci¨®n del conjunto del Estado en las materias en las que ya existen competencias reconocidas".

Iniciativa per Catalunya Verds (IC-V) considera que no tiene sentido hablar de la reforma del estatuto sin modificar la Constituci¨®n. El presidente de IC-V, Rafael Rib¨®, defiende que el estatuto ha desarrollado satisfactoriamente, hasta casi el 70%, las posibilidades ofrecidas por la Constituci¨®n. Para IC-V se trata m¨¢s bien de profundizar en estas posibilidades constitucionales con voluntad pol¨ªtica que de modificar los textos. As¨ª ocurre, por ejemplo, con al art¨ªculo segundo de la Constituci¨®n, cuyo desarrollo permitir¨ªa la pluriculturalidad y el pluriling¨¹ismo de Espa?a, un escenario de enormes posibilidades si se traslada a la revisi¨®n de algunas sentencias pol¨¦micas del Tribunal Constitucional.

Por su parte, Esquerra Republicana (ERC), especialmente beligerante en contra de los textos constitucionales, alienta ahora una reforma a fondo del estatuto, pero siempre bas¨¢ndose en un consenso. El partido de Josep Llu¨ªs Carod propone varios cambios del estatuto, que a su juicio permitir¨ªan convertir el Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a en una corte de casaci¨®n, y asimismo podr¨ªan contribuir a ampliar las competencias de orden p¨²blico, hasta el punto de que la Generalitat llegara a ser una Administraci¨®n aut¨®noma en materia policial sin estar sujeta, como ocurre ahora, a las decisiones de la Junta de Seguridad.

Primeras pol¨¦micas

Los antecedentes directos del estatuto se encuentran en la asamblea de parlamentarios catalanes creada el 25 de junio de 1977, que reclam¨® la recuperaci¨®n de las instituciones configuradas en el Estatuto de Autonom¨ªa de la Segunda Rep¨²blica, aprobado en 1932, la restauraci¨®n de la Generalitat, el retorno de su presidente, Josep Tarradellas, y la constituci¨®n de un Gobierno provisional. Esta misma asamblea de parlamentarios -sin contar con la convocatoria de Tarradellas- decidi¨® en junio de 1978 preparar un anteproyecto de estatuto de autonom¨ªa con el nivel m¨¢s alto posible de competencias. Nombr¨® de entre sus miembros a la llamada Comisi¨®n de los 20, y sobre todo cerr¨® un borrador conocido como el Estatut de Sau, porque los parlamentarios trabajaron varios d¨ªas en un parador junto al pantano de Sau, cerca de Vic (Barcelona).

El estatuto naci¨® en medio de una gran pol¨¦mica protagonizada por el entonces presidente de la Generalitat provisional, Josep Tarradellas, que vio c¨®mo el protagonismo de los parlamentarios hac¨ªa a?icos su idea de que la ¨²nica representaci¨®n de Catalu?a deb¨ªa ostentarla la Generalitat.

Tarradellas critic¨® m¨¢s que nadie el estatuto -"este estatuto se hace contra m¨ª", lleg¨® a decir- argumentando que tendr¨ªa poco contenido, y, sobre todo, que permitir¨ªa la continuidad de las diputaciones provinciales y los gobiernos civiles. Lo cierto, en cualquier caso, es que la pervivencia de las provincias se hab¨ªa consagrado ya en la Constituci¨®n, consensuada antes que el estatuto.