Victorias por la m¨ªnima y contra pron¨®stico

El expresidente norteamericano Gerald Ford, ahora con 85 a?os, recibi¨® uno de los aplausos m¨¢s sinceros de su carrera pol¨ªtica este verano cuando describi¨® as¨ª los procesos electorales: "Candidatos sin ideas contratan asesores sin convicciones para campa?as sin contenido". Para completar el cuadro, a Ford le falt¨® incluir los sondeos sin acierto.Una vez m¨¢s, como viene sucediendo desde 1993, las equivocaciones de la mayor¨ªa de los sondeos de la campa?a electoral catalana han vuelto a poner de manifiesto la dificultad de las empresas de opini¨®n para predecir con fiabilidad los resultados de los comicios. El fen¨®meno no es exclusivo de Espa?a. Recu¨¦rdese el fracaso de las encuestas en el Reino Unido en 1992, cuando vaticinaron una victoria holgada de los laboristas que al final perdieron por casi ocho puntos frente a los conservadores. O en Francia en 1997 cuando el presidente Jacques Chirac, confiado en la ventaja que daban los sondeos al centro derecha, convoc¨® unas elecciones que gan¨® contra todo pron¨®stico el socialista Lionel Jospin.

En ambos pa¨ªses se produjeron decisiones de voto de ¨²ltima hora que las encuestas no llegaron a tiempo de medir, un problema de antelaci¨®n que tambi¨¦n ocurre en Espa?a. El soci¨®logo y expresidente del CIS, Joaqu¨ªn Arango, explica "que la ley electoral proh¨ªbe que se publiquen sondeos cinco d¨ªas antes de las votaciones. Por tanto, se difunden el domingo anterior a las elecciones pero el trabajo de campo se ha hecho a su vez 10 o 12 d¨ªas antes de las elecciones".

Errores

Arango a?ade otras tres razones para los errores de los sondeos: "Un sesgo partidista, consciente o no, de la empresa que lo hace; una muestra insuficiente, puntos de muestreo deficientes o un mal trabajo de campo; y una deficiente asignaci¨®n del voto de los indecisos o de los opacos [quienes no declaran su voto]". Este ¨²ltimo trabajo, si todo lo anterior se ha hecho bien, es fuente principal de errores porque como dice Arango no bastan los criterios estad¨ªsticos "sino que hay utilizar criterios pol¨ªticos, olfato, intuici¨®n".

Francisco Llera, catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, se?ala que para atribuir el voto de los no sabe/no contesta "hay que saber utilizar muy bien los indicadores de estimaci¨®n -recuerdo de voto, simpat¨ªa por l¨ªderes o partidos, situaci¨®n en la que se coloca el votante en la escala entre derecha e izquierda, su perfil sociodemogr¨¢fico, etc¨¦tera- y tener un conocimiento profundo del comportamiento electoral". Llera afirma que esta estimaci¨®n final pol¨ªtica supone "un margen de error no cuantificable" suficientemente amplio para dar ganador a uno u otro partido. Parecida dificultad implica la evaluaci¨®n de la participaci¨®n y la abstenci¨®n, y la traslaci¨®n de votos a esca?os, que exige conocer muy bien la ley D"Hont. Y Llera asegura que en la estimaci¨®n electoral hay en Espa?a muchos "aficionados".

Consecuencia de todo ello, por ejemplo, es la constante infravaloraci¨®n del voto socialista desde 1993. En aquella ocasi¨®n, como en marzo de 1996 e incluso ahora en Catalu?a, los sondeos fallaron estrepitosamente al no contar con la reserva del votante socialista que si bien no declaraba su intenci¨®n de voto por un PSOE muy desprestigiado se moviliz¨® en la ¨²ltima semana ante el temor a una mayor¨ªa absoluta del PP. Las empresas de opini¨®n tampoco supieron valorar, dicen los expertos, un rasgo del cuerpo electoral espa?ol que es propio de pa¨ªses cat¨®licos. Se trata del "efecto compensador", de la tendencia de los votantes a apoyar al perdedor. Este efecto hace que la ventaja de un partido cause inmediatamente la movilizaci¨®n de su rival y que una ventaja como los siete puntos que el CIS di¨® a CiU sea contraproducente al provocar la pasividad de su electorado.

Jos¨¦ Ignacio Wert, responsable de Demoscopia, se?ala antes que nada que la desviaci¨®n en la estimaci¨®n de voto en el sondeo realizado por su empresa en las catalanas (dos esca?os m¨¢s a CiU y dos menos al PSC) "est¨¢ comprendida dentro del margen de error de la encuesta", pero admite fallos al partir del supuesto de un participaci¨®n alta y una abstenci¨®n tradicional. "La sorpresa es que esta vez en Catalu?a la abstenci¨®n se ha distribuido de manera completamente diferente, aumentando en los espacios m¨¢s favorables a Pujol, lo que no fue detectado por las encuestas".

Tanto Wert como el catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica Juli¨¢n Santamar¨ªa apuntan que el electorado es ahora m¨¢s impredecible que en los a?os 80 al "difuminarse las diferencias pol¨ªticas, educativas y de clase de los electores" y estar ¨¦stos "m¨¢s atentos que antes a la utilidad t¨¢ctica del voto".

Arango y Llera discrepan y aseguran que la volatilidad del voto es muy escasa en Espa?a y que el electorado tiene un comportamiento "estable, fiel y moderado". Seg¨²n Llera, la media del cambio de voto entre partidos entre 1977 y 1996 es de s¨®lo el 12,5%. "Nuestra realidad electoral", afirma", es que digan lo que digan los sondeos, existe un empate t¨¦cnico entre el PP y el PSOE desde 1993 y que los resultados se dirimen por un pu?ado de votos".