Graves negligencias en el uso de antibi¨®ticos
La automedicaci¨®n, la excesiva prescripci¨®n y el descontrol en la ganader¨ªa multiplican las resistencias bacterianas
Espa?a, con sus 50 millones de envases vendidos al a?o, es uno de los pa¨ªses del mundo donde m¨¢s se abusa de los antibi¨®ticos. Como consecuencia directa de ello, tambi¨¦n es uno de los pa¨ªses con un mayor grado de aparici¨®n de bacterias resistentes a esos f¨¢rmacos, un alarmante fen¨®meno que dificulta enormemente el tratamiento de la neumon¨ªa, la meningitis, la salmonelosis, las infecciones del tracto urinario y otras graves enfermedades. Los especialistas en microbiolog¨ªa cl¨ªnica son un¨¢nimes al se?alar las causas. La primera es que muchos m¨¦dicos prescriben antibi¨®ticos en situaciones que no lo requieren. La segunda es la automedicaci¨®n. Y la tercera, el uso ilegal de antibi¨®ticos en los piensos para acelerar el crecimiento del ganado.
En Estados Unidos, el 60% de los catarros comunes se tratan con antibi¨®ticos, unos agentes antibacterianos completamente in¨²tiles contra esa dolencia, causada por un virus. En Espa?a no se dispone de esa cifra, pero la situaci¨®n es probablemente igual o peor, ya que el consumo extrahospitalario de antibi¨®ticos es mayor en Espa?a (21 dosis diarias por cada 1.000 habitantes) que en Estados Unidos (20 dosis).El abuso de los antibi¨®ticos en Espa?a es tambi¨¦n superior al de Italia (18 dosis), el Reino Unido (15 dosis) y los pa¨ªses escandinavos (10 dosis), seg¨²n los datos que que el equipo de Beatriz P¨¦rez Gorricho, especialista en microbiolog¨ªa cl¨ªnica del Hospital del Ni?o Jes¨²s, de Madrid, est¨¢ a punto de publicar en el Journal of Antimicrobial Chemotherapy. S¨®lo Francia (30 dosis) y Australia (25 dosis) superan a Espa?a en el uso injustificado de estos valiosos f¨¢rmacos.
El jefe del servicio de Microbiolog¨ªa del Hospital Ram¨®n y Cajal de Madrid, Fernando Baquero, identifica las dos principales causas de ese abuso: en primer lugar, muchos m¨¦dicos recetan antibi¨®ticos a pacientes que no los necesitan, generalmente para satisfacer las desinformadas demandas de ¨¦stos. Y, en segundo lugar, muchos pacientes compran y consumen antibi¨®ticos a espaldas de su m¨¦dico. Seg¨²n la ley espa?ola, estos f¨¢rmacos s¨®lo pueden venderse con receta, pero son raras las farmacias que se muestran rigurosas en la aplicaci¨®n de ese requisito.
El problema, sin embargo, no se restringe a los mostradores de las farmacias. Seg¨²n los estudios de Baquero y P¨¦rez Gorricho, el consumo total de antibi¨®ticos en Espa?a var¨ªa entre las 250 y las 300 toneladas anuales. De esa cifra, s¨®lo el 50% es de uso humano. El resto se administra al ganado y a los animales de granja, ya sea para tratar sus enfermedades (20%) o simplemente para acelerar su crecimiento mediante la adici¨®n sistem¨¢tica de los antibi¨®ticos al pienso (30%). Esto ¨²ltimo es una pr¨¢ctica muy extendida en la ganader¨ªa, y su descontrol constituye una creciente preocupaci¨®n para los cient¨ªficos.
Pr¨¢cticas ilegales
Baquero, que es miembro del Comit¨¦ Cient¨ªfico de Alimentaci¨®n Animal (SCAN) de la Uni¨®n Europea, explica que es de la mayor importancia evitar el uso en los animales de los antibi¨®ticos ¨²tiles para los humanos. De hecho, la adici¨®n al pienso de cualquier antibi¨®tico como acelerador del engorde es ilegal, con la sola excepci¨®n de cuatro f¨¢rmacos muy especiales (flavofosfolipol, avilamicina, monensina y salinomicina). Pero esas pr¨¢cticas ilegales son muy dif¨ªciles de detectar con los an¨¢lisis que se realizan habitualmente en los mataderos. El Ministerio de Sanidad reconoce que existe un considerable mercado negro de f¨¢rmacos para piensos, y las autoridades sanitarias de las comunidades aut¨®nomas muestran escasa o nula diligencia en su represi¨®n.
Pocos ganaderos son conscientes de los graves riesgos para la salud humana que comporta la adici¨®n al pienso de unas sustancias que compran como "potenciadores del crecimiento", y que a menudo no son sino antibi¨®ticos ilegales para ese uso. La carne o el pollo resultantes no suelen provocar intoxicaciones inmediatas a los consumidores. El problema es m¨¢s difuso, y tambi¨¦n m¨¢s grave: la proliferaci¨®n general, a medio plazo, de bacterias resistentes a los antibi¨®ticos, muchas de ellas causantes de peligrosas enfermedades humanas.
Numerosas enfermedades que hace d¨¦cadas hab¨ªan dejado de constituir una amenaza mortal gracias a los antibi¨®ticos han rebrotado en el mundo desarrollado porque las bacterias que las provocan se est¨¢n volviendo resistentes a esos f¨¢rmacos. Y Espa?a es uno de los pa¨ªses del mundo donde este fen¨®meno reviste mayor gravedad, debido a la combinaci¨®n de las tres causas mencionadas: automedicaci¨®n, prescripci¨®n excesiva y descontrol del sector de piensos.
Los datos de P¨¦rez-Gorricho demuestran que las bacterias llamadas neumococos, causantes de algunos tipos de meningitis e infecciones respiratorias, se han hecho resistentes en Espa?a a una velocidad de v¨¦rtigo. En los primeros a?os ochenta, un 10% de las muestras espa?olas de neumococos eran resistentes a la penilina. Ahora esa cifra supera el 30%, una de las m¨¢s altas del mundo. De forma similar, el porcentaje de resistencias que muestran en Espa?a las bacterias del g¨¦nero Haemophilus al antibi¨®tico ampicilina ha crecido del 1% al 35% en poco m¨¢s de una d¨¦cada. Estas bacterias son una causa frecuente de meningitis, otitis, neumon¨ªa y otras graves enfermedades cuyo tratamiento se ve ahora dificultado.
La misma tendencia se observa con otras bacterias -Campylobacter, meningococo, colibacilos, Pseudomonas, estreptococos, salmonella, todos ellos causantes de graves enfermedades- y otros antibi¨®ticos. En ocasiones, la totalidad del arsenal disponible de antibi¨®ticos muestra una notable reducci¨®n de eficacia.
Las autoridades sanitarias de algunas comunidades aut¨®nomas han aducido en d¨ªas pasados, como justificaci¨®n a la falta de control del mercado de antibi¨®ticos en sus territorios, que no est¨¢ probado cient¨ªficamente que el uso de estos f¨¢rmacos genere resistencias bacterianas. Este argumento es inexacto.
Transmisi¨®n al humano
Baquero explica que la comunidad cient¨ªfica internacional no tiene la menor duda de que el uso de antibi¨®ticos -por ejemplo, en los piensos animales- provoca la aparici¨®n de bacterias resistentes. Lo que a¨²n no puede asegurarse en todos los casos es que esas bacterias se transmitan al ser humano, aunque ¨¦sta es una hip¨®tesis m¨¢s que razonable. De hecho, esa transmisi¨®n ya se ha demostrado para algunas bacterias pat¨®genas resistentes a los antibi¨®ticos, como salmonella y Campylobacter.
Otras bacterias, como los colibacilos, son bastante ineficaces a la hora de colonizar el organismo humano, pero a¨²n en estos casos constituyen un peligro, ya que pueden transmitir la resistencia a otras bacterias que s¨ª infectan a los humanos. Pese a las investigaciones pendientes, los riesgos que el uso injustificado de los antibi¨®ticos suponen para la salud humana no deben minimizarse en ning¨²n caso.
El problema de las resistencias no puede adjudicarse a un vac¨ªo legal. La venta de antibi¨®ticos sin receta, pese a constituir una pr¨¢ctica generalizada, est¨¢ prohibida en Espa?a. Y tanto la ley del medicamento de 1990 como el real decreto 109/95 sobre f¨¢rmacos para uso animal imponen un marco muy restrictivo sobre el uso de estos medicamentos en medicina y veterinaria. El problema es que la ley no se cumple.
P¨¦rez Gorricho enumera las medidas que aconseja la comunidad cient¨ªfica internacional y que recogen las asociaciones m¨¦dicas m¨¢s concienciadas sobre este asunto, como la Sociedad de Neumolog¨ªa y Cirug¨ªa Tor¨¢cica (espa?ola) y la Asociaci¨®n para el Uso Prudente de los Antibi¨®ticos (internacional).
En primer lugar, es preciso hacer cumplir la ley: los antibi¨®ticos s¨®lo deben venderse con receta, sean para uso humano o veterinario, y los piensos deben controlarse. En segundo lugar, la sociedad debe ser reeducada sobre el uso racional de estos medicamentos. La utilizaci¨®n injustificada de los antibi¨®ticos no comporta un riesgo inmediato para el usuario, pero genera a medio plazo un grave problema colectivo.
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