Indulto papal
En tiempos del franquismo, la poblaci¨®n reclusa permanec¨ªa atenta a las se?ales procedentes del Vaticano, bien fuese la designaci¨®n por el Esp¨ªritu Santo de un nuevo Santo Padre o alguna gran conmemoraci¨®n eclesi¨¢stica: la dictadura sol¨ªa aprovechar esos magnos acontecimientos para aliviar el hacinamiento carcelario con el otorgamiento de los llamados indultos papales, cuyos efectos alcanzaban de manera indiscriminada a buena parte de los condenados. La promulgaci¨®n de la Constituci¨®n de 1978 suprimi¨® esas expectativas penitenciarias al prohibir, de forma expresa, los indultos generales; en el sistema democr¨¢tico, las medidas de gracia s¨®lo se pueden aplicar de forma individualizada.Mientras los nacionalistas vascos buscan la interpretaci¨®n de los preceptos constitucionales sobre el derecho de gracia que resulte m¨¢s favorable a los etarras condenados por terrorismo, una portavoz parlamentaria del PNV (tan vinculado siempre a las autoridades vaticanas) ha expresado su apoyo moral al indulto del juez Lia?o, condenado por el Supremo a una pena de inhabilitaci¨®n especial para empleo o cargo p¨²blico durante quince a?os "con p¨¦rdida definitiva del cargo que ostenta". Xabier Arzalluz hab¨ªa justificado ya su solidaridad con el juez prevaricador como gesto de agradecimiento a su instrucci¨®n del caso Lasa-Zabala; un reconocimiento negado esta vez al juez Garz¨®n a causa del testimonio prestado en la vista oral por este ejemplar instructor de otros dos sumarios relacionados con los GAL -el caso Amedo y el caso Marey- a fin de poner en evidencia el dolo de Lia?o como autor de un delito continuado de prevaricaci¨®n. La sim¨¦trica diligencia de Anguita al abrir una colecta proletaria para pagar la multa a la que fue condenado Lia?o se corresponde m¨¢s bien con las subalternas funciones de di¨¢cono o de sacrist¨¢n encargado de recaudar los diezmos y primicias.
Constituidos en oficiantes de un simb¨®lico colegio cardenalicio, los hechiceros de la tribu medi¨¢tica que dieron al magistrado prevaricador un monumental embarque mientras se quedaban seguros en tierra se han sumado a la iniciativa del indulto mediante un triple despliegue operativo: canonizando a Lia?o como a un m¨¢rtir, presionando al Gobierno para que le reincorpore a la carrera judicial y enviando a los infiernos a Garc¨ªa-Ancos y Bacigalupo, los dos magistrados que osaron desobeder sus ¨®rdenes absolutorias. La grotesca campa?a ha cubierto a Lia?o de elogios tan ruborizantes como rid¨ªculos, poco concordes en cualquier caso con la mala fe de que sigue haciendo gala este mansurr¨®n candidato a santo: por ejemplo, con su tentativa de presentar la autorizaci¨®n que le dio el tribunal en el juicio para querellarse contra Garz¨®n por falso testimonio como un mandato vinculante.
Antes de hacerse p¨²blica la sentencia, los consiglieri de Lia?o mantuvieron que la prevaricaci¨®n es un delito de prueba t¨¦cnicamente imposible, ya que ser¨ªa necesario trepanar a los jueces para averiguar si han dictado a sabiendas resoluciones injustas. Sin embargo, la condena de su protegido les ha llevado a cambiar radicalmente de opini¨®n: ahora no s¨®lo acusan de prevaricaci¨®n a los magistrados del Supremo que condenaron a Lia?o con una sentencia excelentemente motivada, sino que compiten a la hora de injuriarlos. Jaime Campmay, el antiguo director de Arriba y agradecido socio de Mario Conde en la revista ?poca que present¨® la denuncia para abrir en falso el sumario de Sogecable, afirma que "los dos verdugos del juez justo" han quedado "expuestos a la intemperie y en cueros, cubiertos s¨®lo por sus errores y sus trampas". Pedro J. Ram¨ªrez, el director de El Mundo, que puso ese peri¨®dico al servicio de los chantajes del ex banquero, llama "hijos de perra" a los dos magistrados mediante la maliciosa cita de un conocido verso de Neruda. Jes¨²s Cacho, el servil hagiogr¨¢fo de Conde que se prest¨® a firmar una querella contra Sogecable, pone a prueba su ingenio con la expresi¨®n ancas de tegucigalpo. El belicoso Navarro Estevan, capaz de acusar calumniosamente al juez Garz¨®n por "la diligencia con que dej¨® de proceder en las salvajes torturas de 200 detenidos vascos puestos a su disposici¨®n por presunto terrorismo", afirma que los dos magistrados "han prevaricado a conciencia y sin conciencia", por lo que "deben pagar su crimen". Tal es la habilidosa estrategia ideada por estos ilustres purpurados para forzar al Gobierno a indultar a Lia?o y obligar al Supremo a emitir un informe favorable al condenado en el preceptivo expediente de gracia.
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