Los lores brit¨¢nicos asumen por abrumadora mayor¨ªa que sus esca?os no sean hereditarios
El largo y antiguo cap¨ªtulo sobre los privilegios hereditarios de la nobleza brit¨¢nica se cerr¨® anoche en una hist¨®rica votaci¨®n en la C¨¢mara de los Lores, que puso fin a m¨¢s de siete siglos de imperio del linaje y dio a la democracia del Reino Unido una remozada imagen de igualdad. Tras horas de agitado debate que se prolong¨® hasta el filo de la medianoche, la C¨¢mara de los Lores decidi¨® por 221 votos a favor y 81 en contra aceptar el fin de una era en aras de la modernidad pol¨ªtica impulsada vigorosamente por el Gobierno laborista del joven primer ministro Tony Blair.
A cambio de este harakiri, los lores aspiran a mantener a 92 pares hereditarios dentro del espectro pol¨ªtico brit¨¢nico para conservar una de las tradiciones m¨¢s acendradas del reino.A¨²n as¨ª, el destino final de los lores sobrevivientes de la mas importante reforma constitucional de la historia contempor¨¢nea brit¨¢nica, est¨¢ por verse. Se prev¨¦ una nueva votaci¨®n para el viernes y una nueva consulta antes de fin de a?o, que bien podr¨ªa reducir al m¨ªnimo la influencia pol¨ªtica de los lores, a los que la mayor¨ªa de los brit¨¢nicos ven como costosos dinosaurios elegidos a dedo por los avatares de la historia y las conveniencias pol¨ªticas de turno.
La reforma en marcha da por primera vez un toque democr¨¢tico a un cuerpo tradicional que se remonta a la creaci¨®n de Witenagemot, la asamblea parlamentaria convocada por la corona del siglo XI cuando los reyes ingleses luchaban contra la invasi¨®n normanda.
La transfiguraci¨®n de la C¨¢mara de los Lores implica una dr¨¢stica reducci¨®n del poder de voto de los 1.167 lores con derecho a un esca?o y los otros 127 miembros ausentes.
La mayor parte de los lores (477) son conservadores, y el ala laborista tiene 176 adeptos. Los liberal-dem¨®cratas suman 68. El resto son los autodenominados independientes. Del total, 751 son miembros hereditarios, 28 espirituales (con lealtad absoluta a la iglesia anglicana) y 515 vitalicios, nombrados a dedo por el gobierno de turno y desprovistos del privilegio de transferir sus poderes a sus descendientes.
En la radical reforma con la que Blair prometi¨® dinamizar el sistema democr¨¢tico y ampliar los poderes de los cargos pol¨ªticos electos para desplazar gradualmente los privilegios hereditarios fue fundamental el papel de la baronsea Margaret Jay, laborista de pura cepa que trabaj¨® con tes¨®n para eliminar lo que ella misma describi¨® una vez como "el rasgo m¨¢s obsoleto y anacr¨®nico de la democracia brit¨¢nica".
Potentados y terratenientes
Nobles, potentados, terratenientes y con amplia autoridad para bloquear las decisiones de la C¨¢mara de los Comunes, democr¨¢ticamente elegida, los lores eran conscientes de su condici¨®n de especie en v¨ªas de extinci¨®n desde hace a?os.
A¨²n as¨ª, s¨®lo unos pocos se atrevieron a contemplar las reformas de sus privilegios como ¨²nico camino para sobrevivir a los cambios impuestos por los tiempos modernos. Los lores no cobran sueldo, pero pueden pedir dietas de 34,5 libras (unas 9.000 pesetas) diarias m¨¢s 33 libras para pagar una secretaria, y 78 para pagarse un hotel en noches en las que, como la de ayer, se prolonga el debate pasadas las diez.
La C¨¢mara revisa las leyes, funciona como tribunal supremo y debate una serie de temas de inter¨¦s general en un clima mas apol¨ªtico que el de los Comunes.
Funciona a menudo como freno constante a las iniciativas del primer ministro y quiz¨¢s su misi¨®n primordial es vigilar que se celebren elecciones generales cada cinco a?os. Los miembros de la C¨¢mara de los Lores, en la que las mujeres s¨®lo entraron tras una controvertida reforma que data de 1958 (en la actualidad hay 98), tienen una edad media de 77 a?os.
Su funci¨®n cuesta al contribuyente 39 millones de libras esterlinas anuales, frente a los 241 millones de la C¨¢mara de los Comunes.
Entre la larga lista de privilegios de los miembros de la C¨¢mara alta brit¨¢nica figura el derecho a poseer armas de fuego y acudir, gracias a un carn¨¦ plastificado, al gimnasio del Parlamento sin gastar un solo penique.
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