Sanl¨²car la Mayor y de Barrameda

Estimada alcaldesa: me dirijo a usted desde este medio con el fin de dar a conocer su falta de talante dialogante y abierto. ?ste se contradice con la rapidez con la que atend¨ªa a todos los colectivos ciudadanos durante las elecciones municipales.Desde hace dos meses y con varios escritos, nuestro grupo ha solicitado reuniones con la alcaldesa y con los miembros de su equipo de gobierno Andr¨¦s Oca?a y el se?or Mellado, sin que ni siquiera se hayan dignado en contestarnos ni darnos ning¨²n tipo de respuesta. Esto es evidente que pone en tela de juicio la campa?a con la que predicaban durante las elecciones, prometiendo di¨¢logo con todos los colectivos ciudadanos.

Ya con el anterior gobierno de IU sufrimos la indiferencia y arrogancia de Herminio Trigo, con el que despu¨¦s de m¨¢s de una treintena de escritos, nunca tuvo la cortes¨ªa de recibirnos o dirigirse aunque fuera por escrito a nosotros.

Es evidente que hay pocos colectivos y asociaciones en nuestra ciudad y toda la actividad se concreta en lo festivo (pe?as, cofrad¨ªas, etc¨¦tera), pero tambi¨¦n hay grupos como el nuestro que intenta humildemente contribuir a una mayor sensibilidad medioambiental, dando la impresi¨®n, oyendo y viendo a este equipo de gobierno municipal, que ¨¦ste no es una tema prioritario.

El consejo local de medio ambiento fue un invento de Izquierda Unida, pero esto fue durante la oposici¨®n, ahora da la impresi¨®n de que es m¨¢s bien un estorbo, pues este Ayuntamiento parece no necesitarlo ni tenerlo en cuenta.

Esperamos que las propuestas de los ecologistas que IU y PSOE votaron afirmativamente no caigan en saco roto y sean coherentes con ellas.

No esperamos mucho de esta llamada de atenci¨®n, s¨®lo que la ciudad de C¨®rdoba conozca esta situaci¨®n de indiferencia hacia el movimiento ecologista por aquellos que pregonaban la apertura y el di¨¢logo con los ciudadanos.- Bartolom¨¦ Olivares Dobao. Presidente de Acci¨®n Ecologista Guadalquivir. C¨®rdoba.

Ten¨ªa 37 a?os y 124 kilos. Era ama de casa, madre de tres hijos e hija-enfermera de sus padres inv¨¢lidos. Acud¨ªa a m¨ª buscando un remedio "f¨¢cil" para aligerar kilos: apenas pod¨ªa moverse ni llevar para adelante su tarea diaria. Seria y correcta, me cont¨® brevemente la rutina de su vida diaria: su lucha, su trabajo dom¨¦stico y la situaci¨®n de sus padres. Estaban en casa con muchas enfermedades. La madre acababa de quedar ciega. Hab¨ªa ensayado algunas dietas durante alg¨²n tiempo con un escaso resultado que se esfumaba r¨¢pidamente al sobrevenir el cansancio de tanta restricci¨®n alimentaria. Por otro lado, las dietas le produc¨ªan una merma en esas energ¨ªas que necesitaba imperiosamente para sobrevivir d¨ªa a d¨ªa.Le contest¨¦: "Le comprendo humanamente. Y creo que s¨¦ cu¨¢l es la ra¨ªz del problema: tiene usted falta de tiempo, tiempo para una misma, tiempo para hacer algo de ejercicio f¨ªsico, para plantear su alimentaci¨®n de modo individual, para evitar comer de modo compulsivo". Vi¨¦ndose diagnosticada, enrojeci¨® s¨²bitamente y apenas pudo contener las l¨¢grimas. Cuando le pregunt¨¦ si su hija mayor, de 13 a?os, no podr¨ªa ayudarla algo en casa, me detuvo bruscamente: "No quiero para mis hijos nada del peso de mi vida, que ellos vivan una vida que a m¨ª me falta".

Pasan por glotonas, indolentes y perezosas. Despreciadas a menudos por sus maridos, sus hijos, la sociedad entera. No dudo que coman m¨¢s de lo que debieran. Pero algunas no tienen tiempo de pensar en comer de otra manera. No trabajan fuera de casa, pero no paran dentro. No son "modernas", ni "liberadas", ni tampoco "due?as de su destino". No est¨¢ de moda: arrastran frecuentemente la denominaci¨®n de origen "ama de casa". Tambi¨¦n las conozco con trabajo fuera de casa: al volver les espera la misma briega. O bien delgadas, o fumadoras compulsivas, o tomadoras de ansiol¨ªticos. Carne de psiquiatra, no pueden permitirse ni la depresi¨®n ("?Qui¨¦n trabaja en casa entonces?"). Permiten ahorrar al Estado millones que de otro modo ser¨ªan necesarios para residencias, cuidadores y enfermeros. Todo a costa de unas vidas sumidas en la peor de las esclavitudes, la que crean los lazos de cari?o. Alg¨²n d¨ªa espero que se les haga justicia: una de las sanidades m¨¢s baratas de Europa se hizo con sangre de esclavas. Impotente testigo de su suerte, como m¨¦dico de esa sanidad les ofrezco, si no otra cosa, mi respeto.- Federico Relimpo Astolfi. M¨¦dico-endocrino. Sevilla.