Cicater¨ªa
Los neoyorquinos descubrieron la as¨¦ptica f¨®rmula urbana de numerar las calles e hicieron excepci¨®n con algunas avenidas transversales, qui¨¦n sabe por qu¨¦ razones. En el resto del mundo, cuando la toponimia po¨¦tica, pedestre o descriptiva quedaba satisfecha, se denominaron las v¨ªas como retribuci¨®n hist¨®rica a los muertos ilustres de la Villa o de la Patria, aunque en nuestros d¨ªas prolifera ese anticipo de reconocimiento en personas vivas y coleando. Los Campos El¨ªseos de Par¨ªs, la berlinesa avenida Bajo los Tilos, la V¨ªa Apia romana aqu¨ª tienen escasas representaciones: el paseo de la Castellana, cuando no sabemos -yo no lo s¨¦- a qu¨¦ castellana se refiere; las callejas donde se establecieron los gremios (Bordadores, Cuchilleros, Esparteros, Curtidores, etc...), alg¨²n toque rom¨¢ntico en el paseo de los Melanc¨®licos y un sinn¨²mero de nuevas denominaciones que poco dicen al vecino y al forastero.En muchas ocasiones la denominaci¨®n es incorrecta o incompleta. Tuve ocasi¨®n de se?alar aqu¨ª que el autor de La Celestina carece de representaci¨®n en el callejero. S¨ª la tiene Francisco de Rojas, pero no est¨¢ bien definida, suponiendo que han querido honrar la memoria del dramaturgo Rojas Zorrilla, notable talento del XVII, colaborador de Calder¨®n y Montalb¨¢n. Debi¨® elegirse entre el corriente patron¨ªmico y los dos apellidos definitorios, pero no se ha hecho, quiz¨¢s por la poderosa raz¨®n de que no cab¨ªa en la placa de la esquina.
Da la impresi¨®n de que los alcaldes madrile?os -no exclusivamente el actual- descuidan muchas cosas y casi siempre las mismas. A riesgo de tropezar en alguna baldosa mal colocada, me doy a mirar las casas de la ciudad, los nombres de sus calles y me llevo algunos berrinches gratuitos. En la aristocr¨¢tica glorieta de Rub¨¦n Dar¨ªo se ha querido honrar al poeta, adem¨¢s, con su efigie, pero, caso grotesco, tiene un rid¨ªculo busto de la talla de un pisapapeles -mal encajado en el entorno- y un bajorrelieve en la pared que alberg¨® la Cruz Roja, con la alegor¨ªa de la Marcha triunfal. Dos por el precio de uno, de cutres y miserables proporciones.
Repasando el plano vial nos sonrojamos al comprobar que al m¨²sico alav¨¦s Isaac Alb¨¦niz le adjudicaron una miserable callecita que desemboca en el paseo de Extremadura, con s¨®lo ocho casas. Peor librado sale el maestro Soroz¨¢bal, aunque su calle corte perpendicularmente la de Mozart, junto al paseo de la Florida, para perderse entre los ra¨ªles ferroviarios de la Estaci¨®n del Principe P¨ªo. Quien habite en la del maestro Guridi no pasar¨¢ inadvertido si le buscan: s¨®lo tiene dos edificios bajos.
Algunos personajes de nuestra historia est¨¢n reflejados en la geograf¨ªa urbana de Madrid, con ro?osa entidad. El Cid aparece en el barrio de Salamanca, pero de forma tan vergonzante y escondida que ni los vecinos pr¨®ximos se aperciben. Individuo tan principal en la Historia como Hern¨¢n Cort¨¦s merece solamente un breve tramo entre Fuencarral y Hortaleza. El mismo tratamiento, dos calles m¨¢s abajo, para don Benito P¨¦rez Gald¨®s, en el distrito de Centro.
Uno est¨¢ siempre dispuesto al elogio, sin reparar en gastos, pero irrita la desidia de quienes deben gestionar, administrar y acrecentar los recursos materiales e imponderables que los mun¨ªcipes confiamos a su gesti¨®n. Ya sabemos que urge la soluci¨®n de problemas continuamente renovados, pero Madrid no es ya un villorrio manchego, ni el escenario de la verbena de la Paloma; tampoco la ciudad alegre y confiada donde, seg¨²n Manuel Silvela, en verano, sin familia y con dinero, Baden-Baden. No tengo a mano el presupuesto municipal, pero son muchos cientos de miles de millones con los que atender las grandes y tambi¨¦n las min¨²sculas cuestiones. Poco se hace para remediar el exceso de los grafiteros, para cuyo tonto desahogo algunos alcaldes pueblerinos ceden las paredes que suelen verse desde el tren. Tambi¨¦n causa conmiseraci¨®n una de las frases m¨¢s in¨²tiles del vocabulario, desprovista de sentido cuando alguien se refiere a la limpieza de la ciudad: "Responsable, la empresa anunciadora". ?Es que le importan a alguien las cr¨ªticas, los comentarios y las sugerencias? Me temo que lo mismo que el pito de los desaparecidos y a?orados serenos.
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