Frankenstein en el Parlament IGNACIO VIDAL-FOLCH
Tambi¨¦n yo aqu¨ª voy a interpretar los recientes comicios y sus resultados, como un ar¨²spice ¨¢rido.El dato m¨¢s importante que arrojan es el de la numeros¨ªsima abstenci¨®n. Este fen¨®meno que se mantiene y a¨²n crece de convocatoria en convocatoria suele despacharse con una perezosa, si no hip¨®crita, invitaci¨®n a "reflexionar" sobre ¨¦l. Culla considera (Deslegitimar, EL PA?S, 29 de octubre) que esa abstenci¨®n no significa que a los catalanes les resbale el Gobierno de la Generalitat, y pone como ejemplo ciertos comicios locales en Estados Unidos en los que apenas participa el 5% o el 10% de los vecinos, sin que a su juicio de ello quepa deducir que a los norteamericanos les "importe un bledo la suerte de sus municipios".
Lo l¨®gico y lo cierto es exactamente lo contrario: si s¨®lo el 5% de los vecinos de un municipio se molesta en meter la papeleta en la ranura, no cabe duda de que a esos vecinos les resbala la gesti¨®n municipal, probablemente porque no creen que la alternancia de alcaldes se traduzca en una alternativa real. E igualmente claro es que a m¨¢s de la mitad de los ciudadanos, la pol¨ªtica auton¨®mica catalana, que se ha caracterizado siempre por discursos, proyectos pol¨ªticos e iniciativas legislativas m¨¢s o menos nacionalistas, no les conmueve, ni siquiera para acercarse a las urnas.
Los aparatos de propaganda de los partidos lo saben, la muerte s¨²bita del ¨²nico partido claramente independentista, el PI, lo confirm¨®, y en consecuencia durante la campa?a la doctrina nacionalista fue escamoteada cuanto se pudo. ERC procuraba mostrar s¨®lo el perfil bueno de su ideario, el izquierdista, mientras CiU se enmascaraba hasta el extremo caricaturesco de requerir la colaboraci¨®n de Carmen Sevilla.
El segundo fen¨®meno significativo es el ¨¦xito de Maragall, que aglutin¨® m¨¢s voluntades que Pujol, aunque no las suficientes para desalojarle de la presidencia de la Generalitat.
No creo que ese ¨¦xito se deba al inter¨¦s que haya podido despertar su proyecto federalista o a que hayan calado profundamente las reflexiones independentistas de su amigo y consejero Rubert de Vent¨®s: todo eso en el fondo pertenece al mismo complejo intelectual y responde a las mismas preocupaciones que el ideario de CiU, y as¨ª los quioscos despachan, con cruel met¨¢fora, el ensayo de Rubert empaquetado y bajo el mismo retractilado que un libro que firma Pujals.
El aludido ¨¦xito se debe m¨¢s bien a que la candidatura de Maragall ha reunido a muchos ciudadanos hastiados de la din¨¢mica y el ruido nacionalista, ciudadanos ilusionados con la posibilidad de que un candidato con capacidad gestora demostrada durante su ejecutoria en Barcelona les sacase de encima al doctrinario decimon¨®nico que gusta de fotografiarse con los trabucaires y liderase la aparici¨®n en Catalu?a de un clima social e intelectual m¨¢s abierto, plural, f¨¦rtil, cosmopolita, funcional y amable.
En resumen, si Maragall ha reunido entusiasmos que no reuni¨® Nadal, es porque no se vio al candidato como "m¨¢s de lo mismo", sino como alternativa. Y si no ha logrado concitar m¨¢s, ha sido por la ambig¨¹edad que en este terreno supon¨ªa tener que apoyarse en ERC, y tambi¨¦n, a qu¨¦ enga?arse, por las inclinaciones nacionalistas de muchos barones del PSC, demostradas con su apoyo en el Parlament a debates y leyes de las que lo menos que se puede decir es que eran innecesarias.
Interpreto el batacazo del PP seg¨²n la misma idea: una vez demostrado que Pujol pod¨ªa defenestrar a Vidal-Quadras, el ¨²nico l¨ªder con car¨¢cter que ha tenido la derecha no nacionalista en su accidentada vida en Catalu?a, mal pod¨ªa su temeroso sustituto, mientras esperaba a que Piqu¨¦ le corte la cabeza, atraer a sus electores naturales que desde hace 20 a?os le regalan el voto ¨²til a CiU arrugando la nariz.
Por todo esto me parece desafortunado el art¨ªculo "Ahora un frente catal¨¢n", de Oriol Bohigas, publicado el pasado 27 de octubre en este diario. Quienes ejercieron su derecho al voto y quienes declinaron hacerlo no quieren verse conducidos a ning¨²n "frente" b¨¦lico contra fantasmag¨®ricos enemigos. Un pacto Maragall-Carod-Pujol, como propone Bohigas, podr¨ªa tal vez convenir a los aparatos de la coalici¨®n gobernante y del principal partido de la oposici¨®n, pero ser¨ªa una tomadura de pelo a los electores.
Justificar ese monstruo de Frankenstein con la urgente necesidad de plantarle cara al PP parece, tal como est¨¢ ese partido en Catalu?a, exagerado. M¨¢s peligroso es halagar a Pujol como "un patriota conspicuo" y descalificar al PP como partido "no s¨®lo anticatalanista sino anticatal¨¢n". Exactamente esta misma jerga maniquea, demonizadora, t¨ªpicamente nacionalista e intelectualmente r¨²stica ya nos abrum¨® en boca de nuestros profesores del bachillerato franquista, que celebraban a los patriotas y consideraban a todo disidente como "antiespa?ol", y hoy reaparece bajo otra bandera.
Y digo que es peligroso porque algunos huevos de serpiente incubados durante 20 a?os de adoctrinamiento patri¨®tico y difusa "formaci¨®n del esp¨ªritu nacional" est¨¢n empezando a resquebrajarse, y la pura l¨®gica dice que las hoy folcl¨®ricas agresiones contra el PP y otros "anticatalanes" se multiplicar¨¢n y agravar¨¢n a partir del d¨ªa inevitable en que CiU pase a la oposici¨®n o se fracture y disuelva entre otras formaciones. El patriota tiene eso: muy mal perder.
Maragall no deber¨ªa dedicarse a felicitar por su cumplea?os a Pujol, sino a tratar de acelerar ese desmembramiento con una oposici¨®n fuerte. De hecho, los contactos que ha emprendido para paliar el partidismo de TV-3 parecen ir en esa direcci¨®n...
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