Alevos¨ªa
Aunque meterse con Manzano, el deslucid¨ªsimo alcalde de Madrid, es algo tan f¨¢cil como pegar a un ni?o (siempre he detestado abundar en los t¨®picos a favor de la ola), en esta ocasi¨®n no tengo m¨¢s remedio que contar una an¨¦cdota que me ocurri¨® hace algunos d¨ªas con un taxista.El caso es que circul¨¢bamos por el barrio madrile?o de Garc¨ªa Noblejas sin saber muy bien d¨®nde estaba la calle hacia la que nos dirig¨ªamos, cuando el taxista dijo: "S¨ª, hombre, eso est¨¢ por donde el monumento a la Alevos¨ªa del Siglo XXI". Nunca llegu¨¦ a ver la susodicha Alevos¨ªa, que supongo que en realidad ser¨ªa Alegor¨ªa y que imagino ciertamente alevosa, dado el atorrante sentido de la est¨¦tica del se?or Manzano y su inextinguible amor por el estilo escult¨®rico tipo Bel¨¦n Monumental. Pero pens¨¦ que este error del taxista resultaba en realidad de lo m¨¢s elocuente y atinado, como suele suceder con las corrupciones populares de las palabras, que terminan transparentando de modo espont¨¢neo el sentir colectivo.
Y as¨ª, en la equivocaci¨®n del conductor puede que se expresara de alg¨²n modo toda la indefensi¨®n y la incertidumbre que hoy siente el ciudadano ante el futuro. Y no se trata s¨®lo de la murga milenarista, de los terremotos, el efecto 2000 y las supersticiones apocal¨ªpticas. Se trata, sobre todo, de una sociedad vertiginosa que apenas si te da tiempo a que te adaptes. Hoy en d¨ªa todos los humanos del planeta estamos destinados a morir en un mundo radicalmente distinto a aquel en que nacimos. Y los cambios excitan, pero tambi¨¦n espantan.
No s¨¦ si aquel taxista conoc¨ªa con exactitud el significado de la palabra alevos¨ªa (es la cautela que agrava un delito), pero estoy segura de que le sonaba a algo amenazador y criminal. Y lo m¨¢s formidable de la an¨¦cdota es que le parec¨ªa tan natural que se hubiera construido un monumento a la canallada del siglo XXI, por as¨ª decirlo; o sea, al da?o que el futuro puede hacernos. Esa es la visi¨®n que hoy tenemos del mundo: un lugar confuso en donde cualquier cosa es posible, sobre todo el dolor. Y me parece que, con esto, yo tambi¨¦n me estoy poniendo de lo m¨¢s alevosa y aleg¨®rica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.