Generosidad
VICENT FRANCH
A los publicistas y a los profesores que nos ocupamos de lo pol¨ªtico, nos asalta, a cada uno, la correspondiente y bienpensante obsesi¨®n a favor o en contra de algunos procedimientos, realidades o f¨®rmulas, y aprovechamos cada ocasi¨®n que se nos brinda para airear una posici¨®n irreductible ahora contra el sistema electoral mayoritario, despu¨¦s por la forma de designaci¨®n de los magistrados del Tribunal Constitucional, ayer por el mantenimiento de las diputaciones provinciales, hoy por la pervivencia de la Audiencia Nacional, y, de cuando en cuando por el sueldo de los pol¨ªticos.
As¨ª, al profesor Mart¨ªnez Sospedra le obsesiona el tema del sueldo de los pol¨ªticos: si se quieren diputados a cuarenta mil duros (m¨¢s dietas) al mes -explica airado, y con raz¨®n-, pues se tienen de ese precio porque se buscan los ajustados al perfil; y si, por el contrario, el precio fuera de ochocientas mil limpias al mes, m¨¢s incentivos, el rendimiento del trabajo de sus se?or¨ªas estar¨ªa en consonancia, y puede que para encontrar de ese precio hubiera que disput¨¢rselos a alguna empresa de campanillas de entre su personal. Con ese razonamiento, mi colega y amigo denuncia que aqu¨ª los pol¨ªticos est¨¢n mal pagados, y que con los sueldos vigentes, adem¨¢s, casi no resulta decente criticarles m¨¢s all¨¢ de lo pol¨ªticamente correcto e imprescindible, a no ser que se trate de los reclutados en la Administraci¨®n, por que all¨ª a¨²n se paga peor.
A prop¨®sito de otras obsesiones, pues, estos d¨ªas, numerosos ayuntamientos valencianos, y alguna Diputaci¨®n est¨¢n fijando las gratificaciones y sueldos a los miembros recientemente electos, en medio de una avalancha de cr¨ªticas period¨ªsticas que, por tradicionales, t¨®picas y reiteradas en cada ocasi¨®n que suben los sueldos, son dignas de otros asuntos de m¨¢s entidad.
Declaro con la solemnidad que sea menester que estoy con el profesor Mart¨ªnez Sospedra, y mantengo la tesis de que deber¨ªa pagarse mucho m¨¢s a los pol¨ªticos, y que ello ser¨ªa una muestra de generosidad por parte del pueblo, al que sirven, aunque el sueldo acaben fij¨¢ndoselo parad¨®jicamente ellos bajo la vigilancia inmisericorde del p¨²blico. En todos estos a?os de democracia, por subirse el sueldo los pol¨ªticos, los electores no castigaron a nadie, invalidando, pues, el principio de que la prudencia en las subidas obedece al temible veredicto de los contribuyentes para con los pr¨®digos.
Y ya puestos, pido generosidad, tambi¨¦n, para la ayuda que les debemos a quienes habiendo servido al pueblo en diferentes cargos, cuando son retirados de aquellos, ven dif¨ªcil volver a la normalidad de un trabajo o una actividad que abandonaron para servirnos desde las instituciones. Y, desde luego, agradezco a un Ayuntamiento que yo me s¨¦, el gesto de contratar a un ex-alcalde del partido al que fustigaron desde la oposici¨®n durante tres legislaturas, para que ocupe la gerencia de un patronato municipal, porque traduce que lo que la ley apenas si contempla, la solidaridad pol¨ªtica de nuestros mal pagados pol¨ªticos puede y debe corregirlo.
Acotados por el pueblo, con gratificaciones econ¨®micas escu¨¢lidas, y, en muchas ocasiones ni eso -como ocurre con cientos de concejales o alcaldes en buena parte de los m¨¢s de quinientos municipios valencianos-, no s¨¦ si la palabra exacta aplicable al caso es pedir generosidad o m¨¢s bien se trata de algo tan melifluo como huir raudos de la ingenuidad.
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