Francia ya se ha llevado el Mundial
Francia y el Reino Unido han estado en guerra hace un par de semanas. Sangrienta s¨®lo, por fortuna, en que se trata de vacas locas y de rosbif. Veterinarios de la Uni¨®n Europea han certificado que las vacas brit¨¢nicas han recuperado la salud mental y que su carne es, por fin, comestible. Pero los franceses se siguen negando a comprarla. Cuando la semana pasada The Sun, un peri¨®dico londinense, puso en un titular de primera p¨¢gina, en enormes letras, la palabra francesa "GUERRE" resumi¨® con su caracter¨ªstico don demag¨®gico la indignaci¨®n y rabia de todo un pueblo.No fue el trasfondo ideal para que la selecci¨®n francesa jugase una semifinal de la Copa del Mundo de rugby en Londres, en la catedral de Twickenham, contra los temibles All Blacks de Nueva Zelanda. Por l¨®gica, la mayor¨ªa inglesa habr¨ªa llegado al estadio el domingo con la ilusi¨®n de presenciar lo que todos los expertos, todos, defin¨ªan como una masacre anunciada para el antiguo enemigo a manos de los primos anglosajones de las ant¨ªpodas.
La ¨²ltima vez que hab¨ªan jugado Nueva Zelanda y Francia, hace apenas cuatro meses, Nueva Zelanda hab¨ªa ganado 54-7. Que es como ganar en el f¨²tbol 6-1. Para llegar a la semifinal Francia hab¨ªa vencido, con dificultades, a selecciones menores, como las de Canad¨¢, Namibia, Fiji y Argentina. Nueva Zelanda hab¨ªa ganado a Inglaterra, el ¨²nico equipo europeo que, seg¨²n los pron¨®sticos, pod¨ªa estar en condiciones de superar la hegemon¨ªa en el rugby del hemisferio sur.
Nueva Zelanda ten¨ªa una selecci¨®n extraordinaria. Mejor a¨²n, dec¨ªan los sabios del deporte, que las de los otros dos semifinalistas, Australia y Sur¨¢frica. Los All Blacks no s¨®lo funcionaban como un aparato de relojer¨ªa sino que gozaban de la presencia entre sus filas de uno de los fueras de serie del deporte mundial, el goliatesco Jonah Lomu.
Faltando media hora para el final del partido todo indicaba que, a pesar de un rendimiento superior a lo esperado de parte de los franceses, los neozelandeses se estaban preparando para montar un show. Ganaban 24-10. Lomu hab¨ªa marcado dos ensayos, en cada uno de ellos galopando 40 metros con el bal¨®n y llev¨¢ndose por encima a media docena de franceses, como si se tratase de un juego de padres contra hijos, de un toro arremetiendo contra un reba?o de ovejas. Apr¨¨s Lomu le deluge. Parec¨ªa.
Y entonces, entonces ocurri¨® una de esas cosas que uno tiene el privilegio y la suerte de ver muy, muy de vez en cuando en el deporte. Algo m¨¢gico, algo divino. Inexplicable. Algo que rebasa la racionalidad y la ciencia que los expertos (los que escriben columnas como ¨¦sta, los ex jugadores que opinan en la televisi¨®n, los fulanos que discuten en los bares) intentan imponerle al deporte. Que si las t¨¢cticas, que si el entrenador, que si ese jugador deber¨ªa de jugar en vez de ese otro.
Francia marc¨® 33 puntos en 27 minutos. Nunca en sus casi cien a?os de historia los All Blacks hab¨ªan sufrido una etapa de juego m¨¢s intensamente desastrosa. Fue un desastre hermoso. Cada uno de los tres ensayos franceses, una peque?a obra de arte. La imaginaci¨®n, la valent¨ªa y el talento arrollaron a la m¨¢quina.
Y los ingleses en el estadio, hipnotizados, euf¨®ricos. Franceses por un d¨ªa, se un¨ªan a los c¨¢nticos de "Allez la France", se quedaron en Twickenham hasta mucho despu¨¦s del final a aplaudir a los vencedores, olvid¨¢ndose de la mala sangre generada por la guerra del rosbif, en un gesto de solidaridad europea nunca visto en las islas. Como dec¨ªa un peri¨®dico ingl¨¦s ayer, intentando explicar esta maravilla, "La vida es la vida. El deporte es el deporte".
S¨ª, pero en la gran mayor¨ªa de los casos ese instinto tribal que es casi una condici¨®n de la afici¨®n al deporte nos distorsiona la vista. Es dificil que un aficionado del Bar?a aprecie un gran partido del Madrid o que un tifosi italiano reconozca que la selecci¨®n alemana jug¨® bien. El partido Francia-Nueva Zelanda fue algo diferente. ?nico. Fue, como muchos ya dicen, el mejor partido de rugby de todos los tiempos. Tal fue la grandeza del espect¨¢culo, del valor humano que demostraron los franceses, que lograron superar al m¨¢s obstinado de los sentimientos colectivos, el nacionalismo.
Este fin de semana Francia se enfrenta a Australia en la final. Ya no importa el resultado. Australia, los expertos dicen, se llevar¨¢ la copa. Seguramente. Pero Francia ya se ha llevado el Mundial.
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