Un genio del piano
Murray PerahiaObras de C. P. E. Bach, Mozart, J. S. Bach y Haydn. Academy of St. Martin in the Fields. Murray Perahia, pianista y director.
Palau de la M¨²sica, Sala Iturbi. Valencia, 3 noviembre 1999.
Como en su tiempo hac¨ªa Edwin Fischer, Murray Perahia gusta de tocar y dirigir a un tiempo los bienamados conciertos para piano y orquesta de Mozart y Bach. La propuesta es hoy arriesgada, pues soplan vientos de musicol¨®gicos que no aconsejar¨ªan trasladar al piano la partitura clavecin¨ªstica del Concierto en re menor BWV 1052, tan di¨¢fano y acerado en su original escritura para clave y cuerda. A lo peor tampoco el Concierto n? 21 de Mozart deber¨ªa sonar en un moderno Steinway. Pero, a la postre, tales consideraciones importan poco a la sensibilidad del oyente cuando ¨¦ste se ve atrapado por las maneras, tan naturales como premeditadas, de un Perahia, genio del piano donde los haya.
El planteamiento del concierto mozartiano dej¨® bien a las claras que esta m¨²sica, lejos del acaramelamiento impuesto por el cine (Elvira Madigan) es pura inquietud y movilidad. Como un tanteo de imposible redenci¨®n en pos de la luz inalcanzable. No emplea aqu¨ª Mozart la tonalidad de Do mayor con la victoriosa seguridad de Haydn (en La Creaci¨®n: afirmaci¨®n de la luz, creada por voluntad divina), pues la constante modulaci¨®n a tonos menores genera el efecto de un combate sin esperanzas de triunfo.
Perahia no hace un Mozart bonito, a la antigua usanza, pero tampoco cae en el error de forzar la pulsaci¨®n rompiendo el preciosismo innato del sonido. Sobre este conflicto entre la l¨ªmpida belleza del timbre y los hallazgos relampagueantes del fraseo se construye una dial¨¦ctica de pasi¨®n perfectamente equilibrada.
Mecanismo sutil
Para Bach se sirve Perahia de un mecanismo aun m¨¢s sutil, ya que el teclado oficia tanto de continuo como de solista frente a los arcos, y de ah¨ª que haya de diferenciarse la calidad expresiva del fraseo si el piano se integra en el tutti o si, libre de atadura m¨¦trica, se entrega a la meditaci¨®n propia en modo quasi improvisatorio. Esa dualidad de temperamentos hizo del adagio, en su parte central, el n¨²cleo m¨¢s poderosamente expansivo de la obra. En las alas del tr¨ªptico, los dos allegro funcionaron con din¨¢mica y calor m¨¢s recortados.
La Sinfon¨ªa n? 101 de Haydn, que Perahia asumi¨® como director, fue un saludable contraste frente a la Sinfon¨ªa en sol mayor de Carl P. E. Bach. En esta breve sinfon¨ªa bachiana apenas se detect¨® el Empfindsamer Stil que sus contempor¨¢neos atribuyeron al formidable v¨¢stago de Sebastian.
Y digo que el contraste fue saludable, si bien un punto cargado de tintas, por la tremenda descarga cin¨¦tica que gobern¨® la versi¨®n. Haydn es mucho m¨¢s elegante, pero no queda mal o¨ªr a veces sus desgarros plebeyos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.