Debate disparatado
En el siglo XIX los pocos Estados pol¨ªticamente descentralizados que hab¨ªa pod¨ªan funcionar sin que existiera una cooperaci¨®n intensa entre el Gobierno central y los gobiernos de los entes subcentrales. El tama?o del Estado, entendiendo por tal el del conjunto de todas las administraciones p¨²blicas, era muy reducido y, en consecuencia, lo que el Estado hiciera o dejara de hacer no ten¨ªa para los ciudadanos la relevancia que tiene en el d¨ªa de hoy, cuando el sector p¨²blico absorbe aproximadamente el 50% del PIB. Las fuentes de financiaci¨®n de la Federaci¨®n y de los Estados miembros de la misma estaban separadas y cada esfera pod¨ªa operar con bastante autonom¨ªa respecto de la otra.En nuestros d¨ªas es muy distinto. Todos los Estados pol¨ªticamente descentralizados s¨®lo pueden funcionar con una colaboraci¨®n muy intensa entre las distintas esferas en que se haya distribuido constitucionalmente el poder.La vida de los ciudadanos se ve extraordinariamente influida por lo que hacen o dejan de hacer tanto el Estado como las unidades territoriales menores. Pues, por muy bien que est¨¦n distribuidas las competencias entre el Bund y los l?nder o entre el Estado y las comunidades aut¨®nomas, siempre hay ¨¢reas en las que confluyen las competencias de ambos. Por muy bien que est¨¦ regulada la financiaci¨®n, no hay manera en el d¨ªa de hoy de separar las fuentes de financiaci¨®n del Estado y de las comunidades aut¨®nomas.
Esta es la raz¨®n por la que desde hace muchos decenios se habla de "federalismo cooperativo". La f¨®rmula es de origen alem¨¢n, pero tiene alcance general. En la pr¨¢ctica lo que con ella se pretende es describir la forma en que el Estado pol¨ªticamente descentralizado opera en esta segunda mitad del siglo XX. Sin cooperaci¨®n entre las distintas esferas en que el poder est¨¢ distribuido, no hay forma de que un Estado constituido de esta manera pueda operar eficazmente.
Obviamente, la cooperaci¨®n no excluye la competici¨®n. El "federalismo cooperativo" es tambi¨¦n un "federalismo competitivo". La cooperaci¨®n institucional no puede suprimir la competici¨®n partidaria. Si as¨ª fuera, ning¨²n Estado pol¨ªticamente descentralizado podr¨ªa existir.
A nadie se le puede ocultar que la cooperaci¨®n es m¨¢s f¨¢cil cuando no se compite. Pero tiene que darse tambi¨¦n cuando se compite. El Gobierno del Estado tiene que relacionarse con los de las comunidades aut¨®nomas, sean o no del mismo color pol¨ªtico. Esta es una de las reglas del juego no escritas en las que descansa todo sistema pol¨ªtico descentralizado.
Por eso no se entiende que a lo largo de la legislatura no haya habido no una sino varias reuniones de trabajo entre el presidente del Gobierno de la naci¨®n y el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa. No hay excusas que valgan para que esto haya pasado. Es sencillamente disparatado que sea materia de debate el que ambos presidentes deban verse o no.
JAVIER P?REZ ROYO
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