Puskas, antes y despu¨¦s

He tenido la suerte de ver el documental referido a Pancho Puskas, el m¨ªtico "10" del Real Madrid, de la maravillosa serie El partido del siglo, producida por El¨ªas Querejeta (con otros nombres igualmente inolvidables, como los de Di St¨¦fano, Cruyff, Pel¨¦, Zico, Beckenbauer, Iribar, etc¨¦tera). El cap¨ªtulo de Puskas refleja perfectamente lo que fueron las sociedades del Este bajo el socialismo real, su est¨¦tica y tambi¨¦n sus manipulaciones.Ense?a las im¨¢genes de la rebeli¨®n de los h¨²ngaros contra el dominio sovi¨¦tico en 1956, la entrada de los tanques rusos en Budapest y, como consecuencia, la di¨¢spora de la selecci¨®n nacional de f¨²tbol y del equipo del Ej¨¦rcito, el Honved, una m¨¢quina de propaganda del r¨¦gimen. Dice Puskas: "Nos fuimos y no volvimos jam¨¢s". S¨ª regresaron los supervivientes, cuando todo hab¨ªa acabado y Hungr¨ªa hab¨ªa iniciado la dif¨ªcil transici¨®n del socialismo real al capitalismo real. Ca?oncito Pum vive ahora en Budapest, envuelto en la nostalgia: "El f¨²tbol me gusta, quiz¨¢, m¨¢s que la vida".

El muro de Berl¨ªn, adem¨¢s de su presencia f¨ªsica, ha sido una baliza que separa dos etapas de la historia: la del comunismo como fe del siglo XX y la de su autodestrucci¨®n y posterior victoria del capitalismo. Poco da que fuese construido a partir de 1961, pues su simbolog¨ªa representa la de unas ideas que tomaron el poder con los bolcheviques en 1917.

Derruido el muro, ?qu¨¦ clase de capitalismo se ha instalado? Este sistema cuasi universal ha experimentado a partir de 1989 una contrarreforma: al no ser necesarias ya ciertas concesiones que tuvo que hacer para parar al enemigo exterior intenta dar marcha atr¨¢s sobre algunas de las conquistas sociales que parec¨ªan irrenunciables. Por ejemplo, las que est¨¢n incluidas en el Estado de bienestar; por ello han vuelto al debate p¨²blico asuntos como la universalidad de la educaci¨®n y las pensiones p¨²blicas, que parec¨ªan resueltos. Bien es cierto que algunos de los cr¨ªticos del welfare se han visto apoyados por los abusos del mismo, por los excesos de su burocracia y por la falta de eficacia sobre la resoluci¨®n de los problemas que pretend¨ªa arreglar.

El capitalismo de hoy es un capitalismo mucho menos regulado que en el pasado. Desde principios de 1990, este capitalismo sin reglas ha multiplicado las desigualdades; ha repetido, cada vez con m¨¢s profundidad y frecuencia, las crisis econ¨®micas, y ha adoptado con mayor hegemon¨ªa que anta?o su caracter¨ªstica de capitalismo financiero y no productivo. El historiador norteamericano David Landes, en su monumental La riqueza y la pobreza de las naciones, se muestra pesimista ante la posibilidad de que se corrijan las diferencias entre los m¨¢s ricos y m¨¢s pobres, y aporta los datos de esta distancia: "?Cu¨¢n grande es el abismo que media entre ricos y pobres y qu¨¦ est¨¢ ocurriendo con ¨¦l? La relaci¨®n entre la renta per c¨¢pita de la naci¨®n industrial m¨¢s rica, Suiza, y la del pa¨ªs no industrializado m¨¢s pobre, Mozambique, es de 400 a uno. Hace 250 a?os, est¨¢ relaci¨®n entre la naci¨®n m¨¢s rica y m¨¢s pobre era quiz¨¢ de cinco a uno, y la diferencia entre Europa y, por ejemplo, el este o el sur de Asia (China o India) giraba en torno a 1,5 o 2 a uno".

En la d¨¦cada de los noventa, pr¨¢cticamente cada dos a?os ha habido un desastre relacionado con los mercados de cambio de las divisas: el Sistema Monetario Europeo en 1992; M¨¦xico y Am¨¦rica Latina en 1995; el sureste asi¨¢tico en 1997; Rusia en 1998, y Brasil y de nuevo Am¨¦rica Latina en 1998 y 1999. Estas crisis espasm¨®dicas no son superestructurales, sino que afectan a la vida cotidiana de quienes las padecen.

El efecto contagio de las crisis ha multiplicado su rapidez por la globalizaci¨®n de la econom¨ªa. La libertad absoluta de los movimientos de capitales -puesta en cuesti¨®n tras la gripe asi¨¢tica- significa que todos los d¨ªas se mueven por el espacio alrededor de 1,5 billones de d¨®lares. Si un pa¨ªs como Espa?a, que tiene s¨®lo algunas decenas de miles de d¨®lares entre sus reservas (siendo uno de los pa¨ªses del mundo que m¨¢s reservas poseen), fuese afectado por un movimiento especulativo y pretendiese utilizar sus reservas para defenderse, en media hora se quedar¨ªa sin ellas. Ello plantea como elemento de reflexi¨®n principal para el siglo que ahora comienza el de la gobernabilidad de las democracias.

La d¨¦cada nos ha tra¨ªdo dos lecciones: la primera, que quiz¨¢ el ¨¦xito m¨¢s importante que pueda atribuirse el socialismo real sea, parad¨®jicamente, el de mejorar las condiciones de los ciudadanos en los pa¨ªses en los que no se aplic¨®, por el temor de sus ¨¦lites a que se contaminasen de los ideales te¨®ricos de esa alternativa. La segunda, que las nuevas tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n que nos invaden no nos hacen m¨¢s iguales, pero s¨ª m¨¢s conscientes a todos, ricos y pobres, de unas diferencias insultantes.