Sin Estado no hay mercado
Ahora resulta que, despu¨¦s de todo lo que nos han dicho -y hemos dicho- sobre la importancia de la pol¨ªtica macroecon¨®mica ortodoxa y la necesidad de privatizar y liberalizar, se descubre que muchos de los pa¨ªses que han aplicado estas pol¨ªticas no se desarrollan. Resulta que, para que la econom¨ªa de mercado funcione, no basta con aplicar pol¨ªticas correctas, sino que es necesario contar con instituciones s¨®lidas y no corruptas. Con esta preocupaci¨®n se ha celebrado una reuni¨®n en el FMI con juristas, soci¨®logos, especialistas en lo p¨²blico, economistas y funcionarios internacionales. El t¨ªtulo de la reuni¨®n ha sido Las reformas de segunda generaci¨®n, como se denomina a las pol¨ªticas destinadas a fortalecer las instituciones. No deja de ser un signo de c¨®mo est¨¢ cambiando el denominado "pensamiento ¨²nico", que la instituci¨®n internacional m¨¢s ortodoxa haya organizado este seminario.Antes se proclamaban las virtudes del mercado y ahora se descubre la necesidad del Estado para que la econom¨ªa funcione. Como da verg¨¹enza reconocerlo, despu¨¦s de tantos a?os de decir que el Estado no importa, se habla de "instituciones", aunque, cuando se desciende a determinar lo que se puede reformar, se habla del fortalecimiento del Estado: la regulaci¨®n, la transparencia de la administraci¨®n general, la eficiencia de la justicia, las reglas y supervisi¨®n de los mercados de capitales, la remuneraci¨®n de los servidores p¨²blicos, la financiaci¨®n de la educaci¨®n, los mecanismos de cohesi¨®n social... Esta idea de la segunda generaci¨®n de reformas ha nacido para aconsejar a los pa¨ªses menos desarrollados y a los que vienen del comunismo que se preocupen de algo m¨¢s que de privatizar y liberalizar. Sin embargo, incluso Espa?a, que en los ¨²ltimos 20 a?os ha avanzado notablemente en construir y afianzar la democracia o la descentralizaci¨®n, que otros no tienen todav¨ªa, puede aprovechar la idea para descubrir posibilidades de reformar las instituciones en aras de m¨¢s participaci¨®n, transparencia, eficiencia y cohesi¨®n social.
Abandonemos lo abstracto y pensemos en algunas reformas. Deber¨ªamos acabar con la forma en que se est¨¢n elaborando ¨²ltimamente las leyes -la legislaci¨®n por sorpresa-, especialmente en una ¨¦poca en la que la tecnolog¨ªa permite mayor participaci¨®n. En el gobierno de las grandes empresas -insuficiente control por los accionistas, falta de transparencia- est¨¢ casi todo por hacer. Tambi¨¦n deber¨ªamos introducir transparencia y supervisi¨®n democr¨¢tica sobre los ¨®rganos reguladores. Estos ¨®rganos, si quieren, pueden trabajar a favor de la competencia; pero, si les es m¨¢s c¨®modo ponerse al servicio de los monopolios, lo pueden hacer sin problemas, porque se impide al Parlamento controlar su actuaci¨®n. Tambi¨¦n se debe cambiar la pol¨ªtica de reducir la remuneraci¨®n de los funcionarios m¨¢s cualificados, pues cada vez es m¨¢s dif¨ªcil retener a los m¨¢s capaces. Las cuentas p¨²blicas deber¨ªan frenar su camino hacia el dudoso objetivo de ser cada vez m¨¢s opacas y tard¨ªas. Deber¨ªamos suprimir mecanismos fiscales anti-redistributivos, como dar m¨¢s dinero por cada hijo a los acomodados que a los pobres, pues la cohesi¨®n social es fundamental para que las instituciones de mercado no sean vistas como algo que favorece a una minor¨ªa.
Estos ejemplos de unos pocos asuntos que han provocado pol¨¦micas recientemente, pueden dar una idea de las posibilidades de acometer reformas de segunda generaci¨®n. Nuestro Estado es mejor que el de muchos pa¨ªses y, por supuesto, que el que nos leg¨® el r¨¦gimen franquista; pero es mejorable, y el mercado rendir¨¢ frutos para todos si mejoramos las instituciones. Pero, tengamos cuidado con los que est¨¢n siempre dispuestos a extraer consecuencias contra la pol¨ªtica econ¨®mica ortodoxa. Lo que se ha puesto ahora de moda en Washington, no es que las pol¨ªticas de estabilidad no sirvan, sino que no bastan para conseguir un crecimiento equilibrado, que hay que hacer m¨¢s cosas. La conclusi¨®n es que sin Estado, el mercado no funciona, pero, sin mercado, mucho menos.
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