Los 'hooligans' ingleses, al descubierto
Los hooligans, se?ala un detective brit¨¢nico de la brigada especial de f¨²tbol, "tienen una memoria muy larga". La advertencia no frena a Donal MacIntyre. El periodista de la BBC asume el riesgo y se entrega con decisi¨®n y tambi¨¦n nerviosismo a su ¨²ltimo proyecto para el ente p¨²blico brit¨¢nico. Se ajusta una c¨¢mara al torso, oculta los cables bajo la ropa y sale a la calle en busca de su objetivo: los cabecillas de los Head Hunters (Cazadores de Cabezas), seguidores del Chelsea y uno de los grupos m¨¢s violentos del f¨²tbol europeo. Mostrar un retrato fidedigno del hooligan ingl¨¦s es el cometido del primer cap¨ªtulo de su serie documental, MacIntyre Undercover (MacIntyre en Secreto), que se pas¨® la noche del mi¨¦rcoles por la BBC.Para infiltrarse entre los Cazadores y ser aceptado como uno m¨¢s en la tribu, en la firma, de acuerdo con el argot de sus miembros, MacIntyre adopta sus h¨¢bitos y uniformes. Se hace un tatuaje del Chelsea, devora hamburguesas en McDonalds y pintas de cerveza en los pubs pr¨®ximos al club londinense. Alquila un piso en el bloque donde vive un hooligan y un Mercedes para impresionar a sus colegas.
Esta tarea y otras investigaciones secretas, que revela en su serie, le lleva m¨¢s de 18 meses. El esfuerzo cunde efecto. Los cazadores bajan la guardia y convidan a MacIntyre en sus excursiones de violencia por Inglaterra y el resto de Europa. El partido es, con frecuencia, un entretenimiento secundario. Entablar una batalla campal con grupos rivales fuera del campo y asegurar disturbios en las gradas adquiere prioridad absoluta.
El cabecilla Andrew Frain, apodado Pesadilla, presume de actos criminales, incluido un serio navajazo a un agente de la polic¨ªa, mientras coordina con su m¨®vil la jaur¨ªa de la jornada. Jason Marriner, futbolista de joven, cuenta los trucos que emplea -contactos con agencias de viaje extranjeras, itinerarios indirectos- para burlar el cerco policial y viajar por Europa siguiendo los pasos de su equipo favorito. Los servicios de inteligencia conocen la identidad de los hooligans y, como se aprecia en el documental, malogran enfrentamientos entre diversas bandas.
El esfuerzo, en los ojos de McIntyre, es en vano. Frain o Marriner ejercen de modelos para las nuevas generaciones de hooligans.Danny Walford, de 21 a?os, lo expresa con dram¨¢tica claridad en el documental: "Ir al f¨²tbol y pelear es una enfermedad. No creo que se pueda parar".
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