Proleg¨®menos de un pacto XAVIER BRU DE SALA
Las leyes de la pol¨ªtica son tan inexorables que sus efectos sorprenden incluso a los propios protagonistas. Una de ellas es el horror al espacio vac¨ªo. A la que se produce una posibilidad de nueva demanda, enseguida est¨¢ un partido desplaz¨¢ndose hacia el reci¨¦n descubierto territorio, ya sea para ocuparlo, si hay posibilidades, o para fulminarlo. De lo contrario, aparecer¨ªa otro partido, viejo o nuevo, para cosechar en ¨¦l o para impedir a su vez que un tercero pueda hacerlo. En la sociedad catalana de hoy, se perfilan dos espacios poco o mal cubiertos por la oferta partidista actual. El antinacionalismo de izquierdas y el transversalismo. En los dos se mueven, con menor que mayor fortuna, foros e iniciativas de car¨¢cter pre o parapol¨ªtico. El antinacionalismo de izquierdas tiene a todos los partidos en contra, especialmente a los socialistas aunque tambi¨¦n a CiU. Unos dedican parte de sus energ¨ªas a sembrarlo de sal y los otros a comprar voluntades en ¨¦l. El sector m¨¢s radical y derechista del PP, lo ve casi como algo propio, aunque cae bastante lejos de su zona de cobertura. Adem¨¢s, este sector est¨¢ en horas bajas por obra y gracia del famoso viaje al centro. El segundo espacio no representado, el transversal, se encuentra descompuesto y sin novios. Una parte de la operaci¨®n de Maragall consisti¨® en invitarlo al baile preelectoral. De ah¨ª sali¨® Ciutadans pel Canvi, que al arrastrar a unos y desconcertar a otros casi consigue su objetivo. Pero pasadas las elecciones, el espacio sigue ah¨ª porque ni el PSC ni CiU pueden ocuparlo. Tirar de ¨¦l, s¨ª, representarlo, no, porque entonces dejar¨ªa de ser transversal.?Qui¨¦n les iba a decir a los chicos de ERC -chicas no hay, o no aparecen en las listas- que Carod Rovira se ver¨ªa con un pie en el espacio transversal como consecuencia indirecta de su equidistancia? En principio, la equidistancia consiste en alejarse de los socialistas por ser s¨²bditos del PSOE, de CiU por ser de derechas, y acercarse a ambos por los motivos contrarios. Luego resulta que, s¨®lo con moderar el mensaje final o a base de situarlo en la trastienda y apuntarse a la vida pol¨ªtica real, tiene el l¨ªder de Esquerra m¨¢s n¨²meros que nadie para interpretar la m¨²sica que desprende el espacio transversal. No de otro modo puede entenderse su insistencia en la formaci¨®n de un Gobierno tripartito, a sabiendas de que sus dos hipot¨¦ticos principales componentes no quieren o¨ªr hablar del tema. Si Esquerra Republicana se apunta al cambio, decepcionar¨¢ a buena parte de sus electores, adem¨¢s de no sacar nada hasta que se produzca. Si se entrega a Pujol, corre un serio riesgo de ser engullida de un bocado. Si se queda donde est¨¢, puede quedar fuera de juego. La soluci¨®n a mano parecer ser pues el transversalismo, pero cae demasiado lejos de sus principios: La resultante de los transversales est¨¢ a mitad de camino entre el centro y el centro izquierda y m¨¢s arriba de la divisoria entre catalanismo y espa?olismo, pero de ah¨ª a la versi¨®n moderna del independentismo llamada soberanismo media un buen trecho. No va a ser c¨®modo ni f¨¢cil para Carod seguir con la m¨²sica unitaria que tanto encandila a los transversales. Pero s¨®lo en la medida en que lo haga -sin alejarse demasiado de los suyos, claro-, tendr¨¢ posibilidades de ser un referente de primer orden en esta legislatura. Las preguntas del mill¨®n ser¨ªan entonces, ?es mejor trabajar para la construcci¨®n de nuevos consensos desde el Govern o desde el Parlament? ?Es posible hacerlo desde ambos sitios? Hasta que no avance la legislatura, las respuestas contundentes ser¨ªan muy arriesgadas. El peligro de que una coalici¨®n nacionalista se convirtiera en un frente es evidente. Cobrar¨ªa fuerza entonces la posibilidad de que el anticatalanismo de izquierdas, en horas bajas despu¨¦s del resultado del 17-O, tomara fuerza.
Antes que a las dos anteriores habr¨ªa que responder a la pregunta previa. ?Est¨¢ dispuesta CiU a un pacto de gobierno con ERC que excluya totalmente el apoyo del PP? La interesante semana que concluye ha permitido observar con cierta nitidez el alcance de la evoluci¨®n convergente. No pocos de sus dirigentes parten de una idea seg¨²n la cual la pr¨¢ctica pujolista del cambio de cromos est¨¢ agotada. Y ellos quieren futuro. Pero sus planteamientos de nueva etapa para Catalu?a no resultan cre¨ªbles, en primer lugar para ellos mismos, si cuentan con el apoyo del PP, un apoyo que, tal como est¨¢ el patio, s¨®lo podr¨ªa ser exclusivo. Sin embargo, ?oh paradojas de la pol¨ªtica!, lo que podr¨ªa representar -podr¨ªa- para ERC una aproximaci¨®n al espacio transversal significar¨ªa a buen seguro que CiU se aleja de ¨¦l o de las posiciones centristas, que para el caso viene a ser lo mismo. Uni¨® no lo ve con buenos ojos. Los menos j¨®venes en CDC tampoco. Pero s¨ª el n¨²cleo fuerte del partido, formado por los j¨®venes leones. Ellos apuestan fuerte y Pujol les sigue, aunque sea a contrapelo de su trayectoria. Parece que no quiere abandonar el mando sin haber puesto ni que sea la punta de un dedo en la tierra prometida. El mal es que en el empe?o puede regalar algunos diputados a Piqu¨¦.
Como lo mejor para todos es dejarlo todo como ha quedado en esta semana, lo prudente ser¨ªa que no hubiera m¨¢s movimientos de fondo hasta despu¨¦s de las generales. Basta con la abstenci¨®n de ERC a cambio de un trecho de programa, senadores y notable presencia en el consejo de la Corporaci¨®n Catalana de Radio y Televisi¨®n. Hoy por hoy, nadie sabe si en efecto habr¨¢ pacto de gobierno entre CiU y ERC, ni cu¨¢ndo puede darse, pero sus proleg¨®menos est¨¢n ya encima de la mesa.
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