Kuchma blande el peligro comunista para ser reelegido en Ucrania
Re?ida segunda vuelta de las elecciones presidenciales
Leonid Kuchma no tiene por qu¨¦ preocuparse en Lvov por la suerte de su candidatura a la reelecci¨®n como presidente de Ucrania. Aqu¨ª, en la capital de esta regi¨®n occidental, en la que se mira a¨²n con recelo a Rusia y donde es m¨¢s que visible el fermento nacionalista, su rival comunista, Piotr Simonenko, no tiene nada que hacer en la segunda vuelta, que se celebra hoy. Sin embargo, Kuchma, claro favorito, no las tiene todas consigo, ya que en el conjunto del pa¨ªs la situaci¨®n es m¨¢s equilibrada.
El mensaje de Kuchma es proseguir las reformas y evitar la revancha comunista. El de su rival, rebajado de tono al final de la campa?a, no es ya restaurar la URSS, sino acabar con el r¨¦gimen corrupto que ha empobrecido el pa¨ªs.Kuchma, de 61 a?os, obtuvo el 36% de los votos emitidos el 31 de octubre en la primera vuelta, frente al 22% de Simonenko, de 47 a?os. En estas dos semanas, el candidato comunista se ha ganado el apoyo de varios de los aspirantes menos votados y de dos izquierdistas que, en conjunto, obtuvieron tantos votos como ¨¦l: el socialdem¨®crata Alexandr Moroz y la radical Natalia Vitrenko, fustigadora de Occidente, la OTAN y el FMI.
El respaldo m¨¢s jugoso que ha podido captar Kuchma ha sido el del ex primer ministro Yevhen Marchuk, cuya fuerza se mide por el 8% que logr¨® en la primera vuelta. Los analistas apuestan por la victoria del actual jefe de Estado, aunque la pugna promete ser re?ida.
El voto de los ucranios difiere en funci¨®n de su lugar de residencia. El este del pa¨ªs, habitado en su mayor¨ªa por rus¨®filos y ortodoxos, se inclina por Simonenko, mientras que el oeste, cuyos habitantes son en su mayor¨ªa grecocat¨®licos y nacionalistas, simpatiza m¨¢s bien con las tesis del actual presidente. Por ¨²ltimo, la pen¨ªnsula de Crimea, habitada por rusos, secunda masivamente a Simonenko.
Kuchma se halla en una situaci¨®n muy parecida a la de Bor¨ªs Yeltsin en julio de 1996, cuando tuvo que luchar por el Kremlin con el l¨ªder comunista Guennadi Ziug¨¢nov, al que finalmente bati¨® en la segunda vuelta por 13 puntos. El presidente ucranio no lo tendr¨¢ tan f¨¢cil, pese a que tambi¨¦n ¨¦l agita sin pudor el espantajo del peligro rojo, utiliza descaradamente la maquinaria estatal (incluida la televisi¨®n) y tiene el respaldo econ¨®mico masivo de los grandes empresarios, que temen que les llegue la hora de rendir cuentas.
La similitud ha llegado al extremo de que Kuchma ha sacrificado a uno de sus incondicionales, Volodomir Horbulin, para pagar con su cargo (el de jefe del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa) el apoyo de Marchuk. Exactamente lo que hizo Yeltsin para amarrar el 15% de votos que el general Alexandr L¨¦bed obtuvo en la primera vuelta.
Como entonces en Rusia, un reformista m¨¢s te¨®rico que real, Kuchma, busca la reelecci¨®n al frente de un r¨¦gimen en el que ha florecido la corrupci¨®n. Sin ir m¨¢s lejos, la campa?a electoral ha estado salpicada, seg¨²n los observadores internacionales, por numerosos atropellos de la libertad de expresi¨®n. Ayer, Moroz y otro candidato derrotado, el centrista Yuri Karmazin, denunciaron ante los tribunales las irregularidades cometidas durante la primera vuelta.
El r¨¦gimen tambi¨¦n ha dejado en la miseria a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. El sueldo medio apenas llega a las 7.000 pesetas mensuales, casi el triple que las pensiones, y, como en Rusia, se cobran a veces con muchos meses de retraso. Los atrasos en los pagos acumulados por el Estado superan los 320.000 millones de pesetas.
Las grandes empresas se han privatizado a precio de saldo, lo que ha creado una clase de oligarcas algo menos voraces que en el gran vecino del Norte. Las cuentas del Estado no cuadran y se acelera la dependencia de los cr¨¦ditos del FMI, el Banco Mundial y el Grupo de los Ocho. Es un modelo a escala reducida de Rusia, tres veces m¨¢s poblada y casi 30 m¨¢s extensa.
Un dato, entre otros muchos, pone de relieve la desconfianza internacional que inspira Ucrania. Desde 1991, el a?o de la independencia, la inversi¨®n extranjera acumulada se elev¨® a tan s¨®lo 3.100 millones de d¨®lares (480.000 millones de pesetas) y en los nueve primeros meses de este a?o ha ca¨ªdo un 33% con relaci¨®n a 1998.
Pese a la nostalgia de los tiempos comparativamente menos azarosos de la URSS, cuando los m¨ªnimos vitales estaban garantizados, y pese a que hay en Ucrania 15 millones de pensionistas y 10 millones de rusos, Simonenko parece haberse convencido de que la vuelta atr¨¢s no es posible.
En la segunda fase de la campa?a no ha hablado ya de restaurar la URSS y ha reducido el ¨¦nfasis en la necesidad de sumarse a la uni¨®n de Rusia y Bielorrusia. Para ello, matiza, habr¨ªa que convocar un refer¨¦ndum y en ning¨²n caso se comprometer¨ªa la independencia de Ucrania.
Kuchma teme la abstenci¨®n (los votantes comunistas son m¨¢s disciplinados) y advierte contra el triunfalismo. "A¨²n no tenemos la victoria en el bolsillo", afirma. "Podr¨ªamos incluso perder". Eso, a?ade, ser¨ªa terrible para Ucrania, porque esa URSS a la que tanto echa de menos Simonenko es la de los millones de muertos de la represi¨®n estalinista o de la colectivizaci¨®n salvaje de la tierra.
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