"Los jueces actuamos en funci¨®n de la legalidad; los pol¨ªticos, de la oportunidad"
Jos¨¦ Miguel Mart¨ªnez es, en Euskadi, uno de los jueces denominados estrella. No al estilo de los de Madrid, sino por sus actitudes e iniciativas a la hora de impartir justicia y a la de opinar sobre los asuntos que est¨¢n en la calle. Entiende que ¨¦se es uno de los problemas graves de la Administraci¨®n de Justicia: el desconocimiento absoluto que hay de las personas que trabajan y de los medios con que lo hacen, la falta de comunicaci¨®n. Por eso, semanalmente se presta a participar en debates p¨²blicos o en un programa de radio. Este juez procede de C¨®rdoba y, como abogado, surgi¨® del trabajo de base, muy cercano a los que sufrieron el acoso de la dictadura: trabajadores y pol¨ªticos. Recuerda especialmente algunos de los casos en los que ha intervenido: la huelga de los trabajadores de Pegaso o la defensa de un profesor de la Universidad en Madrid acusado de colaboraci¨®n con ETA.Entre 1965 y 1990 trabaj¨® ocup¨¢ndose en la "defensa de quienes defend¨ªan las libertades y sus derechos". En muchos casos, sin cobrar nada a cambio: "Sobreviv¨ªa como lo hac¨ªan aquellos a quienes defend¨ªa. Trabajaba con otros compa?eros porque los abogados ten¨ªamos que aportar nuestros conocimientos por la recuperaci¨®n de las libertades". En 1991, cansado de Madrid, consigue un puesto de juez en Vitoria.
Jos¨¦ Miguel Mart¨ªnez muestra su habitual autocr¨ªtica: "A los jueces se nos debe exigir estar al d¨ªa y permanentemente en forma, porque la quema de facultades son muchas en el aspecto f¨ªsico, en el ps¨ªquico -tocas temas muy delicados- y en el moral, que es muy importante por nuestra responsabilidad en las decisiones".
Pregunta. El Libro Blanco de la Justicia se?ala que los espa?oles est¨¢n muy disgustados con ella. ?Est¨¢ tan mal como se dice?
Respuesta. Nuestra situaci¨®n no es tan mala. Se nos acusa de ser una administraci¨®n lenta, y somos Mart¨ªn Fiz comparados con los italianos; se nos acusa de haber intervenido en esc¨¢ndalos, y no hemos tenido los de otros pa¨ªses. Lo cierto, y m¨¢s importante, es que si hablamos de garant¨ªas, ahora mismo en Espa?a a los ciudadanos se le respetan al m¨¢ximo los derechos fundamentales, probablemente como en ning¨²n otro lugar del mundo. Claro que hay errores y deficiencias, y que los jueces no hemos sabido ganarnos el prestigio social, pero eso puede corregirse. Lo que ocurre es que hemos pasado en unos a?os de unos jueces a los que se ten¨ªa miedo a otros que somos el pim-pam-pum. Pero los conciudadanos siguen confiando en la justicia. Y el problema real es que sigue habiendo un desconocimiento absoluto, y ah¨ª la responsabilidad no s¨®lo es nuestra.
P. Se quejan de los sueldos...
R. Va ligado a esa falta del debido respeto y prestigio social, que es lo m¨¢s grave. Nuestros sueldos (en Vitoria m¨¢s bajos que en Bilbao o San Sebasti¨¢n) son cinco veces inferiores a los de los ingleses, tres veces que los alemanes, holandeses y belgas, e incluso muy inferiores a los italianos.
P. ?Qu¨¦ caracter¨ªsticas debe tener un juez?
R. Desde luego, no basta con unos grandes conocimientos t¨¦cnicos, que se sepa todos los c¨®digos. Ocurre como con el profesor que sabe todo de la materia que imparte, pero no sabe ense?ar. En nuestro caso estoy m¨¢s cerca de los ingleses, profesionales de reconocido prestigio y que alardean de una m¨¢xima: para ser buen juez hay que tener una cultura media, mucho sentido com¨²n, y si adem¨¢s se sabe mucho de Derecho, pues mucho mejor.
P. ?Cree que los jueces est¨¢n, o pueden estar, o deber¨ªan estar colaborando para que se consolide el proceso de paz en Euskadi?
R. Como todos los ciudadanos del Pa¨ªs Vasco, deber¨ªamos colaborar. Otra cuesti¨®n es eso que se ha dicho de paralizar la acci¨®n de la justicia en determinadas intervenciones. Desde luego, pienso que no podemos suspender el C¨®digo Penal y dejar de aplicarlo suponiendo que hay unas conversaciones, si las hay, que no se sabe muy bien. Por tanto, oficialmente, no se puede hacer, y por una raz¨®n: los jueces actuamos en funci¨®n del principio de legalidad y no funcionamos con el principio de oportunidad, que es el de los pol¨ªticos. Pero hay otro aspecto. Sin paralizar el funcionamiento de la Administraci¨®n de Justicia, s¨ª se puede ralentizar o lentificar, como se ha hecho, por ejemplo, con la insumisi¨®n. Y tambi¨¦n se podr¨ªa utilizarnos para conseguir consensos de acuerdo. Yo ya lo he hecho, con buenos resultados. En esos casos he hablado con el abogado y el fiscal, tratando de encontrar soluciones intermedias de consenso, de conformidad. Se sanciona esa conducta que es ilegal, pero se sanciona quiz¨¢ simb¨®licamente o con la pena m¨ªnima. Lo que ocurre es que eso supone un trabajo a?adido y una voluntad de mediar.
P. ?Es optimista sobre el proceso de paz?
R. Me gustar¨ªa, pero me da la impresi¨®n de que los que deber¨ªan estar m¨¢s interesados en solucionar el problema y aclararlo, el Gobierno y ETA, no parece que tengan mucho inter¨¦s. No comprendo ninguna de sus actitudes. La del Gobierno, por su absoluta parsimonia con respecto al tema de los presos, tema que me parece b¨¢sico y que ya se ten¨ªa que haber solucionado. En funci¨®n de la ley y de la justicia espa?ola, hay medios para hacerlo, y personalmente lo he se?alado y defendido desde hace tiempo.
El desamparo de la v¨ªctima
Siguiendo su trayectoria de defensa de los m¨¢s d¨¦biles, uno de los aspectos en que Jos¨¦ Miguel Mart¨ªnez se ha distinguido en los a?os que lleva en Vitoria ha sido su preocupaci¨®n por las v¨ªctimas, especialmente por las que sufren malos tratos y/o de aquellas que por culpa del delito quedan seriamente da?adas f¨ªsica, ps¨ªquica, econ¨®mica o moralmente."Las v¨ªctimas est¨¢n completamente desamparadas, m¨¢s a¨²n en el caso de los menores", dice el juez. Y prosigue: "Hemos pasado de una situaci¨®n en la que los ciudadanos no ten¨ªan ninguna garant¨ªa frente a un supuesto delito a otra en la que la v¨ªctima del delito es la que sufre evidente desconsideraci¨®n y abandono. Hoy, el acusado tiene toda clase de garant¨ªas, superiores a la de la v¨ªctima o al querellante. Hay, adem¨¢s, otra parte, que es la forma de indemnizar a la v¨ªctima por los perjuicios ocasionados y resulta que aqu¨ª todo el mundo es insolvente y se dictan actos de insolvencia sin apenas informaci¨®n y sin investigaci¨®n puntual, porque no tenemos polic¨ªa judicial ni para esto ni para otras cosas tan importantes o m¨¢s".
En ¨¦ste, como en otros asuntos, el juez Mart¨ªnez, de acuerdo con sus compa?eros, ha encontrado una soluci¨®n: "Un sistema de convenio con organismos oficiales estableciendo un canal para saber si esa persona es, como dice, insolvente".
En el caso de los menores, el desamparo es mayor, casi total. "En este sentido, estamos teniendo en cuenta la aportaci¨®n de otros profesionales, como los psic¨®logos o pedagogos, pero a¨²n as¨ª la situaci¨®n es muy grave", apunta.
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