El 73% de las v¨ªctimas de asesinos en serie son mendigos, prostitutas y homosexuales
Los crimin¨®logos europeos destacan que hay que intentar rehabilitar a los psic¨®patas
El asesino en serie elige a los m¨¢s vulnerables para matar porque ¨¦l tambi¨¦n fue y es un elemento vulnerable. El 73% de las v¨ªctimas tienen ese perfil: son vagabundos, prostitutas, inmigrantes, homosexuales, mujeres solas, ancianas o pacientes de hospital. ?stos son algunos de los datos ofrecidos ayer por Steven A. Egger, profesor de Justicia Criminal de la Universidad de Illinois y autor de una base de datos estadounidense de 600 asesinos en serie. Este asunto y los sistemas penitenciarios centraron ayer la ¨²ltima sesi¨®n del seminario del Centro Reina Sof¨ªa de Valencia.
La ponencia de Egger sumergi¨® al auditorio en el s¨®rdido mundo de la marginalidad. Los asesinos en serie que conoce bien se parecen demasiado a los espa?oles Arropiero y Matamendigos. Habl¨® de Jeffrey Dahmer, que confes¨® haber asesinado y desmembrado, y en algunos casos comido, a sus v¨ªctimas (15 j¨®venes en total); de Henry Lee Lucas, que confes¨® haber matado a 60 personas, aunque ahora alega ser inocente; de Donald Harvey, el ¨¢ngel de la muerte que mat¨® a 87 pacientes de hospital; de Westley Allen Dodd, que muri¨® en la horca y al que se atribuye la siguiente cita: "Volver¨¦ a matar y a violar, y disfrutar¨¦ cada minuto".Las confesiones de sus cr¨ªmenes fueron en ocasiones la prueba fundamental, porque la polic¨ªa, dado que el autor no tiene m¨®vil y que las v¨ªctimas ni est¨¢n relacionadas entre s¨ª ni con el homicida, dif¨ªcilmente da con el asesino. Egger apunt¨® que quiz¨¢ el perfil de las v¨ªctimas explique la ineficacia policial. "Desgraciadamente, hay mucha menos presi¨®n sobre la polic¨ªa cuando las v¨ªctimas son elementos marginados de la sociedad".
Diversos estudios demuestran que los asesinos en serie no disponen de un nivel educativo alto ni poseen trabajo cualificado. La mutilaci¨®n, la asfixia y el estrangulamiento son los m¨¦todos predominantes, y algunos logran placer sexual con sus cr¨ªmenes. Unos son visionarios psic¨®ticos, otros creen que deben liberar al mundo de alg¨²n grupo social y otros quieren ejercer el poder y el control sobre la v¨ªctima.
"No soy culpable"
A primera hora de la ma?ana, el auditorio de este seminario sobre Psic¨®patas y asesinos en serie cont¨® con la participaci¨®n de un asesino en serie. El Centro Reina Sof¨ªa para el Estudio de la Violencia ofreci¨® un v¨ªdeo con la entrevista, filmada para la ocasi¨®n, a Joaqu¨ªn Villal¨®n D¨ªez, un hombre de 44 a?os que mat¨® de forma brutal a su novia, embarazada, y a dos travestidos. Villal¨®n, de aspecto apacible y vestido con pulcro jersey amarillo, admite sus cr¨ªmenes y cuenta que descuartiz¨® a la mujer. "Estuve tres d¨ªas entrando y saliendo de la casa y pregunt¨¢ndome muchas cosas". Dice no haber maltratado nunca a una mujer y defiende su masculinidad sexual con vehemencia. De sus cr¨ªmenes afirma: "No lo puedo justificar y nunca lo har¨¦... No me considero culpable. El culpable es un trastorno que hay que solucionar, pero yo pienso que tengo soluci¨®n. De hecho, he modificado mi conducta aqu¨ª dentro , incluso mi conducta sexual. ?Pero qu¨¦ suceder¨¢ fuera? ?sa es la inc¨®gnita".Villal¨®n es, adem¨¢s, psic¨®pata. El 80% de los criminales como ¨¦l reincide al salir de la c¨¢rcel, pues se resiste al tratamiento, no se arrepiente y no sufre por sus v¨ªctimas. "Eso quiere decir que, aun sin hacer nada, el 20% se reinserta", apunt¨® ayer el psic¨®logo alem¨¢n Friedrich L?sel, de la Universidad de Erlangen. L?sel, como el escoc¨¦s David J. Cooke o el espa?ol Manuel Roca, se desmarcan de los expertos de Estados Unidos, pa¨ªs cuya poblaci¨®n reclusa crece de forma alarmante -1,7 millones de presos; la segunda tasa por habitante m¨¢s alta del mundo despu¨¦s de Rusia, seg¨²n William F. Schulz, director ejecutivo de Amnist¨ªa Interna-cional-.
Cooke explic¨® los tratamientos que se utilizan en Europa con los psic¨®patas y la constante investigaci¨®n que se realiza. "No hay raz¨®n para ser optimistas porque no hay tratamientos probadamente eficaces", dijo L?ser, "pero tampoco hay evidencia de lo contrario. Hay que seguir en ello e involucrar a todo el sistema penitenciario para cambiar las cosas".
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