El arte intemporal
Anne-Sophie MutterObras de Mozart y Penderecki. Anne-Sophie Mutter, viol¨ªn. Orquesta del Instituto Curtis de M¨²sica. Director: Andr¨¦ Previn. Palau de la M¨²sica, Sala Iturbi. Valencia, 16 noviembre 1999.
Anne-Sophie Mutter era, de antemano, la protagonista del octavo concierto de abono en el Palau. La expectaci¨®n creada en torno a esta tercera actuaci¨®n de la violinista alemana en el auditorio, palpable en el lleno absoluto que registr¨® la Sala Iturbi, no se vio defraudada en modo alguno. Mutter, m¨¢s artista que en ninguna de sus anteriores comparecencias en el Palau, brind¨® una faena (lo digo en t¨¦rminos taurinos) merecedora de todas las orejas y vueltas al ruedo imaginables.La violinista de Rheinfelden es hoy, a sus 36 a?os, la int¨¦rprete de viol¨ªn m¨¢s completa que puede encontrarse en el mundo. Ya no es cuesti¨®n de t¨¦cnica, siendo ¨¦sta perfecta en su caso, sino de sensibilidad e inteligencia musical. Como les suced¨ªa a Rubinstein, en el piano, o a Fischer-Dieskau, en el canto, hay en la Mutter un duende especial para adue?arse de la m¨²sica y transmitirla al oyente desde perspectivas impensables en cualquier otro int¨¦rprete. C¨®mo su sonido violin¨ªstico posee la aut¨¦ntica vibraci¨®n de la voz humana -se pudo apreciar en el adagio del Concierto en sol mayor de Mozart- no es discernible en t¨¦rminos estrictamente t¨¦cnicos. C¨®mo su fraseo queda libre de toda servidumbre m¨¦trica y se adentra en la medida real del tempo, que el esp¨ªritu percibe hecha a la imagen de la respiraci¨®n humana, tampoco es un fen¨®meno que podamos reducir a la trivial explicaci¨®n (?vaya!) de la aritm¨¦tica del solfeo. Este concierto mozartiano, en otras manos, resulta precioso. En las de Mutter suena sublime.
Pasar de Mozart a Penderecki no es f¨¢cil ni siempre aconsejable dentro de una misma sesi¨®n. Es como trasladarnos desde la l¨ªmpida transparencia de un cuadro de Rafael a los angustiosos espasmos de nuestra agonizante cultura. Penderecki es un m¨²sico ag¨®nico, en tanto y cuanto batalla contra fantasmas irrenunciables de una ni?ez atormentada por los monstruos de la guerra, en la b¨²squeda de una lux aeterna que no es sino una lucecita oscilante en medio de las tinieblas. Luego de escuchar a la Mutter en el concierto de Mozart, con el preludio de una Sinfon¨ªa 39 milagrosamente proporcionada en la batuta de Previn, este Segundo concierto para viol¨ªn del autor polaco se nos antoja innecesario. Pues bien. Ah¨ª radic¨® el prodigio de la Mutter, quien arrastra al oyente en una versi¨®n potenciada desde el interior del instrumento, pujante y abrasador como nunca, hasta la culminaci¨®n human¨ªstica que obsesiona al autor del R¨¦quiem polaco. La tonalidad triunfa as¨ª en este final del siglo que la crey¨® muerta, y nos hace exclamar, como Fausto, "Detente, oh tiempo. Eres bello".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.