Robert Wilson, en estado puro
La est¨¦tica de Robert Wilson es inconfundible: en la ¨®pera, en el teatro, en los espect¨¢culos inclasificables o transversales que combinan aportaciones de diferentes campos art¨ªsticos. The days before procede de una investigaci¨®n esc¨¦nica desarrollada durante los a?os 1996, 1997 y 1998 en el Watermill Center, laboratorio de Wilson en Long Island. Es fiel hasta la m¨¦dula a los planteamientos esenciales de su autor.Extrae Wilson una energ¨ªa especial del gesto, de las manos, del movimiento lento y ritual, de la composici¨®n de im¨¢genes. Lo fundamental es el apartado visual. Los textos, la m¨²sica, acompa?an pero no determinan el ritmo del espect¨¢culo.
Doce escenas y un pr¨®logo enmarcan la propuesta teatral. Son cuadros vivientes. Destacan los objetos, con una l¨ªnea de dise?o muy cuidada; el movimiento, minimalista, buscando simetr¨ªas y una controlada repetici¨®n de los motivos; la alusi¨®n a un cruce de culturas con referencias continuas a las procedentes de Oriente: el canto tibetano en la primera escena, los golpes de percusi¨®n a modo de llamadas al teatro japon¨¦s.
Festival de Oto?o
Los d¨ªas anteriores: muerte, destrucci¨®n y detroit III. Idea, dise?o y direcci¨®n: Robert Wilson. M¨²sica: Ryuichi Sakamoto. Textos de Umberto Eco y Christopher Knowles. Con Fiona Shaw. Estreno en Europa. Teatro de Madrid, 18 de noviembre.
La poes¨ªa de Wilson establece un juego de correspondencias con el transcurrir del tiempo. Abundan las sugerencias, la ambig¨¹edad y, quiz¨¢ m¨¢s que en otras ocasiones, el sentido del humor. Un humor muy wilsoniano, pero eficaz: en la escena ?ngeles que caen, sobre todo; en Anciana por el batiburrillo de lenguas y confusi¨®n. No siempre acierta, desde luego: el Liebestod de Isolda es m¨¢s pat¨¦tico que mordaz, la iron¨ªa se difumina en el trazo grueso.
Los actores son excelentes: fr¨ªos, mec¨¢nicos, disciplinados. La afirmaci¨®n de Wilson en este peri¨®dico de que "hasta que no seamos completamente mec¨¢nicos no seremos libres, s¨®lo podremos ganar a la m¨¢quina automatiz¨¢ndonos" es turbadora. Hay contrastes de edad, de alturas, de culturas en los actores de la compa?¨ªa de Wilson. Les une la identificaci¨®n conceptual.
Es conceptual en primer t¨¦rmino el teatro de Wilson. La m¨²sica de Sakamoto ilustra, ambienta, sirve a las im¨¢genes esc¨¦nicas. Poco m¨¢s. Los textos en ingl¨¦s est¨¢n muy bien dichos por Fiona Shaw. No se han traducido ni sobretitulado. La dicci¨®n de Shaw es clara, penetrante, pero la sensaci¨®n de distancia se produce inevitablemente. Es probable que para Wilson la concentraci¨®n en el texto suponga desviarse de la potencia de las im¨¢genes. Las palabras tienen en general un sentido fon¨¦tico, musical. Colaboran a su manera, siempre limitada, con el ritual visual.
La sombra de Magritte aparece especialmente en el cuadro La familia, uno de los m¨¢s logrados. En Profec¨ªa de la lechuza se introducen elementos materiales -una ciudad, un telescopio, un meteoro- casi como personajes. Hay imaginaci¨®n, b¨²squeda de nuevos caminos. No produce el teatro de Wilson una f¨¢cil cercan¨ªa, pero s¨ª es, al menos, original. La persuasi¨®n, el hechizo, los detalles de fantas¨ªa, se imponen frente a la globalidad, frente a la narrativa convencional.
A algunos todo esto les aburre. Es comprensible. A otros -muchos j¨®venes el d¨ªa de la premi¨¨re- les fascina. Tambi¨¦n es comprensible. The days before es un Wilson en estado puro. Sin el soporte dram¨¢tico, musical y reflexivo de la ¨®pera como en sus maravillosos acercamientos a El castillo de Barbazul o Pelleas et Melisande, sin la fuerza testimonial y emocionante del teatro que brind¨® a La muerte de Danton. Wilson se entrega en la obra que ahora se representa en el teatro de Madrid a todos sus fantasmas de la memoria y el deseo. Es un espect¨¢culo que produce perplejidad, en momentos desasosiego, en otros asombro. Tiene una baza muy fuerte a su favor: una magn¨ªfica construcci¨®n, con una luminotecnia y un vestuario llenos de inventiva. Adem¨¢s, plantea m¨¢s dudas que certezas. Aunque ¨²nicamente sea por la apuesta por el riesgo y por la bondad de su factura, merece la pena verse. ?Discutible? Desde luego. Pero tambi¨¦n diferente y envolvente en su belleza g¨¦lida y ef¨ªmera.
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