Operaci¨®n cerdo volador
Por una cuesti¨®n de cortes¨ªa hacia todos los cesantes, lo mejor que podemos hacer con la ¨¦poca Toshack es despacharla en un m¨¢ximo de diez l¨ªneas. Baste decir que en ella el Madrid nunca pareci¨® un equipo salvo dos excepciones: en unos pocos partidos de pretemporada, cuando los artistas de la plantilla no hab¨ªan tenido tiempo de caer en algunos clamorosos vicios t¨¢cticos, y luego, de tarde en tarde, durante esos exaltados cuartos de hora en los que el jugador de f¨²tbol no act¨²a desde el oficio, sino desde la desesperaci¨®n.Pero si el memorial deportivo de mister Toshack parece la lista de la compra de mister Bean, su aprovechamiento literario es indiscutible. Reconozcamos sin reservas que don Juan Benjam¨ªn deja tras de s¨ª un audaz sumario de frases para los aficionados a la fauna y la verduler¨ªa en el que, alegremente lanzados al aire, los cabroncetes se cruzaban con las abejas, los z¨¢nganos y los cerdos voladores. Al margen de su probable intenci¨®n de hacer publicidad del jam¨®n de York, su hallazgo m¨¢s llamativo fue, seg¨²n sentimiento un¨¢nime, aquella comparaci¨®n pugil¨ªstica de Jimmy Pichicchi Hasselbaink con Nicol¨¢s Alegr¨ªa Anelka.
-Hasselbaink es, bum, bum, bum, como Joe Frazier. Anelka es como Muhammad Ali: vuela como una mariposa y pica como una vieja.
Los fil¨®logos no han decidido a¨²n si la descripci¨®n de su delantero centro se debi¨® a un involuntario error de traducci¨®n o, conocida la finura del humor ingl¨¦s, fue un sutil y deliberado intento de cr¨ªtica. Porque, en efecto y hasta el d¨ªa de hoy, el atribulado Nico revolotea como una mariposa y pica como una anciana.
Ahora llega Vicente del Bosque con el tiempo justo para corregir algunos de sus desbarajustes t¨¢cticos o, al menos, el m¨¢s grave de todos ellos: la tozuda predisposici¨®n del equipo a partirse por la mitad. Una vez tras otra, como si fuese un gusano esquizofr¨¦nico, la cuadrilla de Toshack se disociaba en dos grupos: el de los que avanzaban para atacar y el de los que prefer¨ªan amagarse en las faldas del portero. Hace alg¨²n tiempo, un seguidor de Menotti apuntaba las causas de este fen¨®meno al repasar los secretos del achique de espacios.
-Cuando cualquier equipo pierde la pelota, la tendencia natural de la defensa es huir en desbandada; por eso no es sencillo convencer a los zagueros para que avancen en lugar de retroceder. Se trata de conseguir que los contrarios carezcan de espacios para maniobrar, o de que en ¨²ltima instancia tengan que fiarlo todo a un pase largo y precipitado.
En Madrid hemos sido testigos de una misma situaci¨®n en cada uno de los trece o catorce equipos con los que Toshack lleg¨® a marear a sus seguidores: mientras Savio, Morientes, Anelka, Ra¨²l y Roberto Carlos alcanzaban la porter¨ªa rival en alguna de las maniobras de ataque, sus colegas, con la avispa en la oreja por si aquello no terminaba bien, prefer¨ªan ceder a su tendencia evasiva y atornillarse a la porter¨ªa propia. Consecuencia: si los cinco delanteros de turno perd¨ªan la pelota, el equipo contrario se limitaba a recorrer la tierra de nadie que se abr¨ªa entre las dos ¨¢reas. Salvada la distancia, repet¨ªan la operaci¨®n; regate, tiro y aver¨ªa.
Aunque, pens¨¢ndolo bien, cabe la posibilidad de que el propio John estuviera pidiendo socorro y describiendo a su propio equipo cuando comparaba a Jimmy con Nicol¨¢s. Nadie puede negar que, bajo sus ¨®rdenes, el Madrid revoloteaba como un armario y picaba como una butifarra.
Por ello, o quiz¨¢ en respuesta a su debilidad por los embutidos, en Barcelona acertaron a despedirle para siempre con un grito sospechoso: ?Un, dos, tres: butifarra de pag¨¨s!
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