"No creo que se atrevan con un extranjero"

Son los mismos paramilitares que miraban con sospecha el trabajo del cooperante vasco, del misionero y p¨¢rroco de la comunidad de Bella Vista y del resto de los miembros de la Comisi¨®n de Derechos Humanos que ayudan a los miles de campesinos, ind¨ªgenas y pescadores del r¨ªo Atrato atrapados en una guerra que no empezaron. ??igo lleva pocos meses en el Choc¨®, pero su decisi¨®n es inequ¨ªvoca. "Uno tiene miedo por la gente de aqu¨ª, por nuestros trabajadores locales, no creo que se atrevan con un extranjero", dec¨ªa I?igo una noche de octubre, durante una misi¨®n de ayuda a los campesinos.El padre Jorge Luis, ir¨®nico para no desfallecer tras cuatro a?os en la zona, sab¨ªa que su vida era lo m¨¢s fr¨¢gil del mundo. "A nadie le importa, ellos act¨²an impunenmente, con la ayuda de quien todos sabemos , y... ?a qui¨¦n le importa? S¨®lo mueren civiles pobres".

La Comisi¨®n de Derechos Humanos estaba quebrando la estrategia paramilitar en la zona a base de tenacidad. Ante el bloqueo econ¨®mico que sufren las comunidades, se organizaron tiendas comunitarias que venden a precios m¨®dicos y que son abastecidas mensualmente por los miembros de PTM y la di¨®cesis. A las violaciones de derechos humanos y asesinatos, la comisi¨®n responde con informes detallados de las atrocidades, acciones urgentes ante los medios nacionales e internacionales y acompa?amiento a las comunidades.

En el viaje en el que acompa?¨¦ a ??igo y a Jorge Luis (el resto de los nombres ni los menciono porque ya est¨¢n en las listas) se pens¨® en qu¨¦ hacer si mataban a alguien, c¨®mo avisar si alguien era desaparecido, c¨®mo reaccionar si decomisaban la mercanc¨ªa. En esa ocasi¨®n las amenazas no se cumplieron. Esta vez s¨ª.