Y esto, ?para qu¨¦ sirve?
De manera expresa en alguna carta, y de forma impl¨ªcita en bastantes m¨¢s, muchos lectores preguntan: y esto del Defensor, ?para qu¨¦ sirve si, mes tras mes, el peri¨®dico incurre en los mismos o parecidos defectos?La semana pasada, en Buenos Aires, y durante unas jornadas dedicadas al autoexamen de la prensa, auspiciadas por la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) y la Fundaci¨®n Konrad Adenauer, el Defensor tuvo que contestar a dos preguntas que, curiosamente, se le formularon concatenadas: ?cu¨¢les son las quejas m¨¢s frecuentes de los lectores? y ?qu¨¦ repercusi¨®n tiene en el peri¨®dico la actuaci¨®n del Defensor del Lector?
A la primera respondi¨® recordando que las cuestiones gramaticales, los errores concretos en las informaciones y el uso de t¨¦rminos extranjeros, fundamentalmente ingleses, encabezan la lista de las protestas.
Respecto de la segunda, y en relaci¨®n directa con estas cuestiones, el Defensor, ante un auditorio que desconoce la instituci¨®n en aquel pa¨ªs, mostr¨® un matizado escepticismo porque la funci¨®n del Defensor nada tiene que ver con ning¨²n control previo y porque un peri¨®dico, por definici¨®n, tiene que admitir un cierto grado de imperfeci¨®n estructural, que debe vigilarse para que no se dispare a cotas inadmisibles.
Y como ejemplo -era el martes d¨ªa 9- adujo que en la columna del domingo d¨ªa 7 hab¨ªa denunciado el empleo de la expresi¨®n stock options y ellos mismos -a trav¨¦s de la edici¨®n diaria en Argentina- hab¨ªan podido comprobar c¨®mo la expresi¨®n segu¨ªa utiliz¨¢ndose cada d¨ªa y con profusi¨®n en las p¨¢ginas de Econom¨ªa.
Esta ¨²ltima semana, ya en Madrid, el Defensor ha escuchado, por parte de redactores muy cualificados del peri¨®dico, alg¨²n comentario, lealmente ir¨®nico, sobre el nulo efecto de sus advertencias, ya que las stock options, pese a la relativa facilidad de su nominaci¨®n en castellano, han seguido campando por las p¨¢ginas del peri¨®dico, casi con el mismo desparpajo con el que los beneficiarios de esta figura cuentan los inmorales beneficios que les han reportado. Huelga explicar aqu¨ª que inmoral e ilegal pueden ser cosas bien distintas.
El Defensor imagina que la perplejidad que se suscit¨® en el debate bonaerense, y que ahora no hace al caso, debe ser la misma de muchos lectores -espa?oles e hispanoamericanos- que siguen la columna del Defensor y observan c¨®mo se atropellan, no las advertencias de esta columna, sino las normas del Libro de estilo en las que trata de apoyarse como c¨®digo seguro.
Ese texto ha tratado de desterrar los extranjerismos innecesarios, sin posiciones fundamentalistas, admitiendo todo aquello que la lengua com¨²n de la calle ha incorporado al torrente circulatorio de la lengua.
Se trata de evitar que los peri¨®dicos sean el veh¨ªculo para intruducir expresiones que pueden acu?arse en castellano.
Pues bien, en esta ocasi¨®n, ante el formidable y justificado esc¨¢ndalo que ha promovido la opci¨®n de compra de acciones por algunos directivos de Telef¨®nica, el Defensor teme seriamente que, una vez m¨¢s, la batalla est¨¢ perdida.
Y lo que es peor: los peri¨®dicos seguir¨¢n publicando largos debates sobre el empobrecimiento del idioma y sobre el atropello por parte del ingl¨¦s. Pues aqu¨ª tenemos un ejemplo que abrasa: un asunto que ha trascendido a capas ampl¨ªsimas de la poblaci¨®n no s¨®lo, ni fundamentalmente, a trav¨¦s de los peri¨®dicos, sino de la radio y de la televisi¨®n, que lo mantienen en sus primeros puestos informativos, no hemos sido capaces de nombrarlo en espa?ol. Por cierto, la cadena CNN + est¨¢ siendo una gozosa excepci¨®n.
Pero, en general, no hemos sido capaces de hablar sobre ¨¦l en espa?ol. No hemos sido capaces de escribir sobre ¨¦l en espa?ol.
El hecho de que fuese nortamericanao el origen de esas opciones que tienen algunos directivos de empresas para comprar acciones en condiciones ventajosas, como incentivo, como sobresueldo, como prima, ha impuesto, no s¨®lo la figura -que, adem¨¢s, en su expresi¨®n final no es nada nuevo en nuestro Derecho-, sino su denominaci¨®n.
Pero lo que tiene de novedoso para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n lo estamos contando en ingl¨¦s, sin el menor rubor.
Peor todav¨ªa: el lenguaje period¨ªstico tiene prohibido emplear tecnicismos si se quiere hacer entender de los lectores. Ning¨²n periodista de tribunales en su sano juicio escribir¨ªa litisconsorcio pasivo necesario, por poner s¨®lo un ejemplo.
En este asunto de la opci¨®n para comprar acciones hay t¨¦rminos suficientes, inteligibles, aunque no sean estrictamente t¨¦cnicos, pero ni por esas.
Alex Grijelmo, uno de los mentores fundamentales del Libro de estilo, que ahora se aleja de las las labores diarias de este peri¨®dico, seguir¨¢ teniendo motivos para alertarnos desde fuera, aunque sea cerca, y reeditar, con redoblados brios, su Defensa apasionada del espa?ol.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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