Hallado el cad¨¢ver de Virginia Acebes, con signos de violencia, en el monte Artxanda. La Ertzaintza considera que los autores del crimen trasladaron a la joven en coche hasta Artxanda
Jos¨¦ Luis Acebes, el t¨ªo de Virginia Acebes, desaparecida en la madrugada del domingo en Bilbao, fue quien encontr¨® el cuerpo sin vida de su sobrina de 19 a?os. Eran las seis de la tarde de ayer y empezaba a oscurecer. Desde el d¨ªa anterior apenas hab¨ªa dejado de buscar para dormir unas horas. "Estaremos aqu¨ª hasta que la encontremos", hab¨ªa anunciado a primera hora de la ma?ana. Cuando estaba a punto de concluir la segunda jornada de b¨²squeda, el t¨ªo de Virginia, encontr¨® su cuerpo yacente en un peque?o talud situado a unos 15 metros de la carretera Artxanda-Enekuri, en un hueco natural del suelo, junto a unos ¨¢rboles.El cad¨¢ver de Virginia, estudiante de 2? curso de Ciencias Empresariales, estaba semidesnudo. Ten¨ªa los pantalones bajados, presentaba signos de violencia sexual y heridas producidas con arma blanca repartidas por el cuerpo. El titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 2 de Bilbao, que se hizo cargo del caso, decret¨® el secreto del sumario.
"Lo que le han hecho es una canallada", exclam¨® sin poder contenerse uno de los agentes de la Ertzaintza que despu¨¦s se acerc¨® al lugar. Medio centenar de ertzainas, miembros de Protecci¨®n Civil, perros adiestrados, un helic¨®ptero y media docena de motos, que se incorporaron ayer por la tarde, participaban desde la ma?ana del domingo en la b¨²squeda de la joven.
Con el hallazgo del cad¨¢ver se romp¨ªan las pocas esperanzas que albergaban los padres de Virginia. Su madre, Leonor de la Huerta, trataba de contener el dolor horas antes en su domicilio de la calle Oller¨ªas, en el barrio de Atxuri, en Bilbao. "Creo que a mi hija no vuelvo a verla viva. Dios m¨ªo, a m¨ª que siempre me costaba tanto darle permiso para salir", se lamantaba. Lejos, en pleno monte, con la ciudad al fondo, su marido, Valent¨ªn, arrastraba a media ma?ana el fr¨ªo y la tristeza junto a las campas donde el domingo aparecieron las primeras pistas de su hija: un jersey, una blusa, un fular, el chaquet¨®n de la joven y una tarjeta del metro. "El sujetador no ha aparecido", susurraba el padre.
La muerte de Virgina Acebes es la cuarta de las mismas caracter¨ªsticas que se produce en el Pa¨ªs Vasco desde 1990. La m¨¢s reciente es la joven de Zeberio Laura Orue, cuyo cad¨¢ver se encontr¨® el pasado 3 de septiembre. Antes que ella fueron asesinadas Leticia Temi?o, de 18 a?os, vecina de Portugalete, en 1995, y Olga Casas, de 19 a?os, de Santurtzi, en 1990.
Las primeras pesquisas de la Ertzaintza sostienen que el autor o autores del crimen -la polic¨ªa se inclina por esta segunda opci¨®n- trasladaron en un veh¨ªculo a la joven Virginia Acebes desde el alto de Santo Domingo, en Artxanda, donde se encontr¨® la ma?ana del domingo parte de sus ropas, al lugar, situado a varios cientos de metros, donde un t¨ªo de la v¨ªctima encontr¨® el cad¨¢ver a media tarde de ayer. La polic¨ªa sospecha que los homicidas pararon el coche cuando circulaban por la carretera BI-371, que une Enekuri y Artxanda. Al llegar bajo las pistas de la escuela en donde se realizan los ex¨¢menes de conducir, estacionaron el veh¨ªculo y abandonaron el cuerpo de la joven tras el pretil donde fue hallado, en un talud situado a unos quince metros de la calzada.
La autopsia, que se practicar¨¢ hoy al cad¨¢ver en el Instituto M¨¦dico Forense de Basurto, determinar¨¢ las causas exactas de la muerte, as¨ª como las circunstancias de la misma, y permitir¨¢ aclarar a qu¨¦ hora se produjo el fallecimiento de la joven. El cuerpo de Virgina se encontraba en un punto intermedio entre el lugar donde se hallaron las primeras pistas: su camisa, el jersey, el fular y la chaqueta que vest¨ªa, y el carn¨¦ del metro. Por el contrario, la documentaci¨®n se descubri¨® ayer por la tarde en otro punto alejado de los anteriores, aunque siempre en los alrededores del mismo monte.
Con el hallazgo del cuerpo, que al parecer presentaba signos de violencia sexual y varias heridas de arma blanca, acab¨® la peque?a dosis de esperanza que albergaba la familia hasta entonces. Era el segundo d¨ªa de b¨²squeda en el monte Artxanda y el rastreo estaban a punto de interrumpirse al mediod¨ªa para comer. A la 1.30., el padre, Valent¨ªn Acebes, un hombre de 45 a?os limado por el dolor, trataba de ocultar su angustia junto a su hermano Jos¨¦ Luis, quien horas m¨¢s tarde encontrar¨ªa el cad¨¢ver de su sobrina. Pero entonces todav¨ªa no lo sab¨ªan. Por eso, se agarraban a un sue?o. Solos, alejados del resto, deambulaban perdidos. "Si es que no sabemos en d¨®nde mirar. Esto es muy grande, se necesitar¨ªa mucha m¨¢s gente", se lamentaba el padre.
Sin derrumbarse, manteniendo el tipo como un p¨²gil que no cae aunque espera el gancho final, Valent¨ªn hablaba de su hija, a la que no hab¨ªa visto desde el s¨¢bado por la noche. "Parece una bobada, pero ahora estoy pensando que cuando sali¨® de casa llevaba unas botas nuevas que eran de su madre. ?Pobre hija m¨ªa!", exclama con voz queda.
Desaparici¨®n no voluntaria
Desde un primer momento, los padres y la Ertzaintza estaban seguros de que la desaparici¨®n de Virginia no fue voluntaria. Las primeras investigaciones ya apuntaban la posibilidad de que la joven fuera abordada por desconocidos cuando, tras despedirse de sus amigas en la boca del metro del Casco Viejo, en la plaza de Unamuno, a las tres de la ma?ana, se dirig¨ªa caminando a su domicilio, en la calle Oller¨ªas, a unos 15 minutos a pie del lugar.
Pocas horas despu¨¦s, el domingo por la ma?ana, un ertzaina fuera de servicio, encontr¨® las primeras pistas sobre la joven cuando paseaba por Artxanda. Treinta horas despu¨¦s de la desaparici¨®n de su hija Virginia, Valent¨ªn Acebes arrastraba todo el fr¨ªo y la tristeza junto a las campas donde se encontraron los primeros indicios de su hija de 19 a?os. "El sujetador no ha aparecido", matiz¨® entonces el padre.
La joven hab¨ªa abandonado a las 10.30 de la noche del s¨¢bado su domicilio, en el n¨²mero 16 de la calle Oller¨ªa de Bilbao, en la parte superior del barrio de Atxuri. A sus padres, Leonor y Valent¨ªn, que tienen otro hijo de 17 a?os, no les gusta que la chica salga de noche. "Pero qu¨¦ le vas a decir; la juventud es as¨ª. Ella es buena, abierta, estudiosa, en casa no hay problemas, y son j¨®venes", relataba el padre antes de conocer el fatal desenlace de la b¨²squeda.
As¨ª que aquella noche, la m¨¢s fr¨ªa meterol¨®gicamente en Bilbao, Virginia sali¨® para dar una vuelta con sus amigas por la calle Barrenkalle, en el Casco Viejo de Bilbao. Quiz¨¢ se acercar¨ªan al centro de la ciudad, a las galer¨ªas Urkijo, ya ver¨ªan.
"No te olvides el m¨®vil, por si vas a venir tarde", le record¨® su padre. Se lo llev¨®, pero no hizo uso de ¨¦l porque la joven ten¨ªa previsto llegar antes de las tres y media a casa. El tel¨¦fono daba fuera de servicio durante los dos d¨ªas en que la joven permaneci¨® desaparecida y no ha sido hallado, al igual que el bolso que poretaba. Virginia siempre tomaba el metro, pero como esa madrugada ten¨ªa que esperar tres cuartos de hora, anunci¨® a sus tres amigas que iba ir andando por las calles del Casco Viejo, llenas de gente en fin de semana, y llegar a su domicilio en alrededor de diez minutos. El padre y su t¨ªo Jos¨¦ Luis, lo contaban ayer en Artxanda, con la mirada perdida en el panoma de la ciudad al fondo.
Los dos familiares fueron los primeros en lanzarse a buscar a Virginia cuando pasaban las horas y no aparec¨ªa. Primero, por el barrio; despu¨¦s, se dirigieron a Artxanda. "Se nos ocurri¨® porque viene mucha gente por la noche. Pero no encontramos nada. As¨ª que fuimos a denunciar la desaparici¨®n a la Ertzaintza", cont¨® el t¨ªo. Desde el pasado domingo, familiares y amigos de Virginia colocaron numerosos carteles con dos fotograf¨ªas de la joven, estudiante de segundo curso de Ciencias Empresariales en Sarriko, en distintos puntos de Bilbao.
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