Presencia de Ellacur¨ªa
A veces me gusta echar la vista atr¨¢s y recordar mis actos en un instante concreto, en la circunstancia anterior que se proyecta hacia hoy y volver a ver y sentir qu¨¦ circundaba mi pensamiento, mi pr¨¢ctica diaria, en aquel tiempo. Ahora, ejercitando la memoria, me sit¨²o justo 10 a?os atr¨¢s, en el d¨ªa 16 de noviembre de 1989, y me veo en cuclillas, en uno de los locales que la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid facilitaba a los miembros de las asociaciones estudiantiles para realizar su labor reivindicativa, pintando, junto a otra compa?era, en grandes letras sobre un cartel marr¨®n, una frase pronuncida por Ignacio Ellacur¨ªa, para m¨¢s tarde colocarla en la barandilla superior de la entrada de la facultad. Respiro ahora el dolor, la indignaci¨®n, la impotencia por su muerte que sent¨ªa ese d¨ªa mientras escrib¨ªa. Puedo o¨ªr el silencio que nos circundaba mientras coloc¨¢bamos el cartel, actuando por un impulso, mec¨¢nicamente, sin m¨¢s compa?¨ªa que la desolaci¨®n de un asesinato anunciado, con la rabia contenida de saber que los asesinos y sus c¨®mplices se "lamentar¨ªan", al d¨ªa siguiente y ante la opini¨®np¨²blica, de "tan tremenda acci¨®n".En ese momento tem¨ª, como miles y miles de personas en todo el mundo, especialmente en Latinoam¨¦rica, la p¨¦rdida de una verdadera voz de los pobres, contra la injusticia, frente a la oligarqu¨ªa que siempre ha vulnerado los derechos humanos, frente a la insensibilidad del Primer Mundo ante la miseria, el hambre, el analfabetismo, etc¨¦tera.
Pero estaba equivocado, porque hoy, 10 a?os m¨¢s tarde, la presencia de Ignacio Ellacur¨ªa sobresale por encima de quienes fueron inductores, autores y c¨®mplices en su muerte inicua.
Un viento de justicia ha levantado los velos tras los que se ocultaban los culpables no s¨®lo por el juicio que conden¨® a algunos de ellos y por la investigaci¨®n que en el seno de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) contin¨²a alumbrando responsabilidades, sino tambi¨¦n porque se demuestra d¨ªa a d¨ªa que los pueblos latinoamericanos, desde el golfo de M¨¦xico hasta Tierra de Fuego, conocen cada vez m¨¢s profundamente la labor de un Hombre, con may¨²scula, que dio su vida por ellos, por su buen futuro.- . .
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