Los paramilitares protestantes no rendir¨¢n sus armas hasta que el IRA entregue las suyas
Fue un rudo golpe para los optimistas que cre¨ªan en un r¨¢pido tr¨¢nsito de la guerra hacia la paz en Irlanda del Norte. En un claro endurecimiento de posiciones, uno de los grupos paramilitares protestantes m¨¢s violentos del Ulster declar¨® ayer que no participar¨¢ en el desarme mientras los extremistas cat¨®licos del Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s (IRA) no rindan todas sus armas. Los pistoleros del grupo denominado Luchadores por la Libertad del Ulster (Ulster Freedom Fighters), m¨¢s conocidos por su sello en grandes letras negras, UFF, colocaron as¨ª el m¨¢s reciente obst¨¢culo para la aplicaci¨®n del plan de paz preparado por el mediador estadounidense George Mitchell.
El ex senador dem¨®crata quiere, al igual que los Gobiernos de Londres y Dubl¨ªn, ver el milagro de una reconciliaci¨®n en la forma de un Ejecutivo aut¨®nomo para el Ulster. El Gabinete de 12 miembros estar¨¢ ampliamente dominado por los protestantes probrit¨¢nicos, pero la presencia de dos miembros del Sinn Fein, el brazo pol¨ªtico del IRA que anoche se reun¨ªa en Dubl¨ªn para analizar la f¨®rmula presentada por Mitchell, dar¨ªa por primera vez a los nacionalistas irlandeses potente voz y voto en el trabajo de ese Gobierno.El comunicado difundido por el UUF en Belfast ten¨ªa dos lecturas. Primera: es la primera vez que el grupo, brazo armado del UDA, la temible Asociaci¨®n de Defensa del Ulster, se pronuncia sobre el proyecto emprendido por la Comisi¨®n Internacional Independiente que preside el afable general canadiense John de Chastelain. Un progreso, si se tiene en cuenta que la palabra "desarme" no aparec¨ªo jam¨¢s en el diccionario de los pistoleros del UFF. Segunda, y m¨¢s peligrosa para el proceso de paz: que el UFF no entregar¨¢ ni una sola bala si el IRA no da el primer paso rindiendo sus arsenales.
La de ayer en Belfast fue una jornada tranquila, igual que en Londres, supuestamente amenazada por "inminentes" acciones de los terroristas disidentes del IRA, una alarma que lanz¨® titulares beneficiosos para la guerra sicol¨®gica que se libra estos d¨ªas. Sin embargo, lo que se viv¨ªa en la capital del Ulster era un familiar desconcierto. "Es siempre as¨ª", dijo un banquero de Belfast acostumbrado al a veces violento vaiv¨¦n de la pol¨ªtica norirlandesa. "Un d¨ªa crees que la paz est¨¢ al alcance de la mano y al otro retorna al drama de la violencia", asegur¨®.
El invernal clima en ambas orillas del Mar de Irlanda est¨¢ cargado de tormentas naturales y de rel¨¢mpagos de tensi¨®n. A pesar de la triunfal despedida de Mitchell, hace cinco d¨ªas, cuando se elev¨® en un avi¨®n privado para irse a casa con la declarada sensaci¨®n de haber cumplido su misi¨®n, y a pesar de las concesiones de David Trimble, el l¨ªder del protestante Partido Unionista del Ulster (UUP), tanto protestantes como cat¨®licos han descendido al terreno de la sospecha de las recriminaciones m¨²tuas. Editorialistas norirlandeses debat¨ªan anoche en los principales diarios si era hora de volver a utilizar la desgastada palabra "crisis" para resumir la situaci¨®n.
Dos factores contribuyeron a alterar lo que hasta hace d¨ªas se percib¨ªa como la inauguraci¨®n de una avenida hacia la paz. Mitchell dej¨® el plan. El IRA se comprometi¨® a nombrar un "interlocutor" simult¨¢neamente a la instalaci¨®n del Gobierno. Pero como tantas veces en el pasado, surgi¨® lo inesperado. Pat Doherty, el vicepresidente del Sinn Fein, provoc¨® una tormenta pol¨ªtica cuando, en una reuni¨®n con el diario Boston Sunday Herald, dijo "no, no y no" cuando se le pregunt¨® si cre¨ªa que el IRA entregar¨ªa las armas.
Luego vino hace dos d¨ªas la condecoraci¨®n que la corona brit¨¢nica otorg¨® al Royal Ulster Constabulary (URC), el cuerpo policial compuesto en un 99% de agentes protestantes. La reina Isabel dijo que la Cruz del Rey Jorge, el m¨¢ximo galard¨®n al coraje en la defensa de la ley brit¨¢nica, no pod¨ªan estar en mejores manos que en las de los hombres de Sir Ronnie Flanagan, el jefe del URC, que est¨¢ bastante descontento con las reformas propuestas para equilibrar en sus filas la representaci¨®n de cat¨®licos nacionalistas. Para Martin McGuinness, el n¨²mero dos del Sinn Fein, la situaci¨®n era "un insulto" y "una afrenta". Los propios protestantes dijeron que ese homenaje no era sino un "barniz dulce" para la amarga p¨ªldora que tendr¨¢n que tragarse los protestantes, especialmente aquellos que se oponen a la novedosa postura conciliatoria del UUP de Trimble.
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