V¨ªctima
MIQUEL ALBEROLA
En el entorno del asesino confeso de cinco mujeres en Castell¨®n se considera a Joaqu¨ªn Ferr¨¢ndiz una persona normal y corriente. Incluso manten¨ªa una conducta educada y en cierta ocasi¨®n hab¨ªa tratado de proteger a una chica porque unos tipos la estaban molestando. Despu¨¦s de que se haya cometido cualquier escabechina la televisi¨®n siempre muestra a una vecina en delantal, con el forense y el juez en profundidad de campo, que asegura que el autor de la matanza es una persona afable y nunca ha dado un motivo para que se piense lo contrario. La mayor¨ªa de asesinos son siempre gente normal y corriente que simplemente abre un par¨¦ntesis en su condici¨®n sin que luego sepa razonar este trastorno. A Ferr¨¢ndiz se le apoder¨® una sensaci¨®n de p¨¢nico, seguida por una sensaci¨®n de odio, y este proceso culminaba necesariamente con una mujer muerta. Algunos especialistas mantienen que existe una predisposici¨®n gen¨¦tica al desenlace agresivo y violento, sin que el asunto llegue a constituir un precepto determinista ni, por supuesto, un atenuante gen¨¦rico. La arquitectura cromos¨®mica humana, que los investigadores acaban de averiguar que est¨¢ m¨¢s emparentada con el pollo que con el rat¨®n, est¨¢ plagada de genes cuya misi¨®n s¨®lo consiste en esperar el momento adecuado para desarrollar comportamientos agresivos y provocar un cortocircuito en el cerebro durante la acci¨®n. La mayor¨ªa de los mortales termina su vida sin que este mecanismo nefasto llegue a activarse y logran mantener intacta su reputaci¨®n de personas respetables hasta la posteridad. Pero no todos corren esta suerte y el d¨ªa en que disminuyen los niveles de una sustancia cerebral llamada serotonina se llevan por delante a unos cuantos cad¨¢veres, ante la sorpresa e incredulidad de quienes les rodean. En el fondo se trata de otra clase de v¨ªctimas. Al fin y al cabo el hombre s¨®lo es una excrecencia qu¨ªmica en cuyo interior pugnan carnosidades, quistes, bultos, verrugas, tumores y genes que tratan de imponer su criterio, que sin duda est¨¢ por encima de la moral, el mandamiento y el c¨®digo civil.
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