Predicar y dar trigo
EL CANCILLER Schr?der alza regularmente la voz a favor de un Estado poco intervencionista, pero sus actos le desmienten. En una semana, el l¨ªder alem¨¢n ha terciado dos veces contundentemente en el ¨¢mbito de los negocios: primero, pronunci¨¢ndose contra una OPA de la brit¨¢nica Vodafone sobre la alemana Mannesmann; despu¨¦s, acudiendo al rescate de la constructora Holzmann, la segunda del pa¨ªs y virtualmente quebrada, mediante el apadrinamiento de un paquete de casi 350.000 millones de pesetas, de los que m¨¢s de 21.000 provendr¨¢n de las arcas p¨²blicas. Tras el envite del canciller, los bancos prestamistas (entre ellos, Deutsche Bank, principal acreedor y segundo accionista de Holzmann) han accedido de dudosa gana a refinanciar a la empresa, con siglo y medio de vida y que emplea directamente a casi 30.000 personas.El rescate de Holzmann es te¨®ricamente posible, pese a que los expertos tienen serias dudas sobre la capacidad para sobrevivir de un mastodonte anquilosado en un sector con clara sobrecapacidad. La firma ya ha anunciado que eliminar¨¢ 3.000 puestos de trabajo, cerrar¨¢ muchas de sus sucursales y liquidar¨¢ pr¨¢cticamente todas sus propiedades inmobiliarias. Tampoco Bruselas pondr¨¢ en principio obst¨¢culos insalvables. Seg¨²n las pautas adoptadas el mes pasado, los Gobiernos pueden facilitar pr¨¦stamos de urgencia a las empresas en peligro, siempre que en seis meses se presente un plan de reestructuraci¨®n que satisfaga a las autoridades comunitarias de la competencia, o bien la compa?¨ªa sea liquidada y devueltos los pr¨¦stamos que hubiera recibido.
La actitud del canciller federal, sin embargo, tiene lecturas m¨¢s all¨¢ de avatares financieros inmediatos. Una es si Berl¨ªn puede erigirse en salvavidas de grandes corporaciones que caen por su ineficiencia o mala gesti¨®n. Otra, y crucial en este caso, es que los reflejos proteccionistas de Schr?der han sido disparados por su debilidad pol¨ªtica, acentuada ayer tras la dimisi¨®n de un bar¨®n regional del SPD acusado de recibir favores de las empresas de Baja Sajonia. A dos semanas del congreso de su partido socialdem¨®crata, el canciller no puede permitirse la liquidaci¨®n del grupo Holzmann. Como no puede permanecer impasible ante el eventual eclipse de Mannesmann, una de las estrellas industriales del Ruhr, a pocos meses de unos comicios decisivos para el SPD -y la supervivencia de la coalici¨®n gubernamental- en su feudo de Renania del Norte-Westfalia. Su campa?a puede tener retribuci¨®n: el ala izquierda de un partido con p¨¦simos resultados en los ¨²ltimos tiempos perder¨¢ algunos motivos para atacarle. Y Schr?der conseguir¨¢ no s¨®lo tiempo, sino el apoyo de los sindicatos m¨¢s poderosos de Europa. La paradoja es un Schr?der haciendo la pol¨ªtica del dimitido Lafontaine.
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