Un Parlament a la b¨²squeda de espacio
Cuando Oriol Nel.lo lleg¨® al Parlament, reci¨¦n elegido diputado, pregunt¨® a sus compa?eros m¨¢s veteranos del Grupo Socialista d¨®nde estaban la silla y la mesa que le correspond¨ªan. Iba cargado de papeles, dispuesto a trabajar de inmediato, y no dio cr¨¦dito a la respuesta de sus correligionarios, que interpret¨® como la t¨ªpica broma para novatos: no ten¨ªa mesa, ni silla, ni ordenador, ni tel¨¦fono, le dijeron. La gran sorpresa lleg¨® al descubrir que no era ninguna broma: su ¨²nico espacio propio en todo el edificio eran los 625 cent¨ªmetros cuadrados de su consigna.Tras casi 20 a?os de trabajo parlamentario, los representantes del pueblo carecen de las condiciones m¨ªnimas para trabajar en la C¨¢mara y as¨ª lo reconocen los diputados de todos los grupos pol¨ªticos, que se han propuesto resolver el problema en la legislatura que ahora empieza. El objetivo de los miembros de la Mesa, que tienen el encargo de impulsar las medidas necesarias, es habilitar un despacho para cada diputado antes de cuatro a?os.
Digerida la sorpresa inicial, Nel.lo se considera hoy casi un privilegiado. En su calidad de portavoz adjunto comparte mesa, silla, tel¨¦fono, ordenador y un despacho de unos 10 metros cuadrados con Miquel Iceta y Montserrat Tura. Peor suerte corren los diputados de a pie: su lugar de trabajo es una habitaci¨®n en el desv¨¢n que comparten todos los miembros del grupo -cada partido tiene la suya-, con una sola mesa comunitaria y con la posibilidad de utilizar el ordenador s¨®lo si los secretarios se deciden a hacer una pausa para el caf¨¦.
En casos de extrema necesidad, los diputados siempre pueden acudir a la biblioteca, donde desde la pasada legislatura hay reservado un ordenador por grupo, aunque l¨®gicamente ya no podr¨¢n utilizar el tel¨¦fono mientras trabajan. Para recibir visitas, a la mayor¨ªa de parlamentarios no le queda otro remedio que buscar desesperadamente un sof¨¢ libre en los pasillos.
Los resultados tan ajustados de las elecciones auton¨®micas y la voluntad de la oposici¨®n de convertir el Parlament en el centro de la pol¨ªtica catalana han acentuado a¨²n m¨¢s los end¨¦micos problemas de falta de medios de la C¨¢mara. Ni siquiera hay dos salas con capacidad suficiente para albergar sin estrecheces reuniones simult¨¢neas del grupo de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU), con 56 diputados, y del Socialista-Ciutadans pel Canvi, con 50. Y parad¨®jicamente, la secretaria de Ramon Camp, portavoz de CiU, y la de Pasqual Maragall, jefe del Grupo Socialista-Ciutadans pel Canvi, se ven obligadas a compartir la misma mesa y a extremar, por tanto, la discreci¨®n.
CiU ha achacado siempre los d¨¦ficit de infraestructuras del Parlament al Ayuntamiento de Barcelona -y a su ex alcalde Pasqual Maragall- porque el consistorio de la ciudad fue, hasta el mes pasado, el propietario del edificio. En cambio, todos los grupos de la oposici¨®n coinciden en que las dificultades para trabajar en el Parlament son un s¨ªmbolo evidente del "triste papel" que el Gobierno de Jordi Pujol ha reservado a esta instituci¨®n en sus 19 a?os de mandato.
Al margen de las disputas institucionales, hay tambi¨¦n dificultades a?adidas que provienen de la propia estructura del edificio, que fue originariamente un arsenal construido en 1718 por orden de Felipe V. A cada obra de mejora que se ha hecho en los ¨²ltimos a?os, por nimia que sea, ha surgido alg¨²n imprevisto como consecuencia de la estructura del edificio. Por ejemplo, algo tan simple como instalar un marcador electr¨®nico para las votaciones requiri¨® un viaje de urgencia a Alemania para encontrar una broca capaz de perforar los 150 cent¨ªmetros de anchura de las paredes que permitieran pasar los cables.
El final del t¨²nel, no obstante, empieza a vislumbrarse por primera vez. En su ¨²ltimo acto oficial como presidente del Parlament, el pasado 22 de octubre, el socialista Joan Revent¨®s firm¨® con el alcalde de Barcelona, Joan Clos, el convenio por el cual el Ayuntamiento cede el edificio a la Generalitat sin ninguna contraprestaci¨®n econ¨®mica. Eso llev¨® al sucesor de Revent¨®s, Joan Rigol, a subrayar en su primer discurso las precariedades materiales del trabajo en el Parlament y a considerar una prioridad la mejora de las condiciones. El objetivo de la nueva Mesa y de todos los partidos que la forman es que al final de esta legislatura cada diputado tenga despacho propio.Los miembros de la Mesa se reunir¨¢n el martes para empezar a trazar las directrices que deben llevar a superar cuanto antes las limitaciones. De entrada, existe consenso en que, tras la cesi¨®n del edificio, el futuro pasa por habilitar dependencias de trabajo y despachos en la parte actualmente ocupada por las colecciones del Museo de Arte Moderno. En el convenio de cesi¨®n del edificio, la Generalitat se comprometi¨® a costear el traslado de las obras de arte al Museo Nacional de Arte de Catalu?a (MNAC), pero para eso debe culminarse primero la rehabilitaci¨®n del Palau Nacional de Montju?c, sede del MNAC. El horizonte de finalizaci¨®n de estas obras est¨¢ actualmente en el a?o 2002 o 2003, con 10 a?os de retraso respecto a la previsi¨®n inicial.
Lo que la Mesa estudiar¨¢ el martes son las medidas de transici¨®n para que los diputados tengan condiciones para trabajar antes de que se culmine el traslado del Museo de Arte Moderno. A grandes rasgos, hay tres proyectos transitorios sobre la mesa: alquilar un edificio cerca del parque de la Ciutadella -el Grupo Socialista y el de CiU han aportado ya algunas propuestas-, habilitar provisionalmente un edificio prefabricado junto al Parlament y empezar a recuperar progresivamente espacios del museo desde principios del a?o pr¨®ximo.
Fuentes socialistas y de CiU coinciden en que la ¨²ltima opci¨®n es la m¨¢s probable y se ha esbozado ya un primer calendario para llevarla a cabo. De forma inmediata se construir¨¢n una decena de nuevos despachos ganando terreno a la galer¨ªa interior del edificio. La idea es imitar lo que se hizo en la pasada legislatura, cuando se construyeron unas peque?as habitaciones, con vistas al zoo, para los portavoces adjuntos.
La segunda mejora podr¨ªa llegar a principios de a?o, si se llega a un acuerdo con los responsables del museo, con la ocupaci¨®n de cerca de 700 metros cuadrados que actualmente sirven de almac¨¦n. Antes del verano del 2000, los diputados podr¨ªan ganar otros 600 metros cuadrados, aunque a costa de la sala de exposiciones temporales del Museo de Arte Moderno. Las instalaciones definitivas y el fin de las estrecheces llegar¨¢n cuando se complete el traslado del museo, al final de esta legislatura. Ser¨¢ entonces cuando los veteranos podr¨¢n gastar a los diputados nuevos la broma de que no tienen despacho, ni mesa, ni silla, ni tel¨¦fono, y que el ¨²nico espacio propio del que disponen es una consigna de 625 cent¨ªmetros cuadrados.
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