Una navaja acab¨® con el sue?o de Rolando
El dominicano asesinado hace 8 d¨ªas lleg¨® a Madrid en busca de una vida mejor y muri¨® sin conocer a su hijo
![M¨¢bel Galaz](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F9fb7935a-d0d6-4653-96cc-433d03356ee9.jpg?auth=a1e4f80c29c09bdfd4a864e995cbc94f2ca7f8bb52c0564638955d6e411ce6c9&width=100&height=100&smart=true)
"Un beso a la negra y no le den trabajo al ni?o". ?sas fueron las ¨²ltimas palabras de Rolando L¨®pez Fr¨ªas antes de expirar en el coche que le trasladaba a un hospital de Madrid tras ser apu?alado por defender a su hermana. A su lado, Rosalba escuchaba, llorosa y desesperada, el mensaje. A su hermano, la vida se le escapaba por la herida que le hab¨ªa abierto en el coraz¨®n el hombre al que se enfrent¨® por acosarla en un bar. Y ella se sent¨ªa culpable de la desgracia. Y era tal su conmoci¨®n que no le dol¨ªan los golpes que hab¨ªa recibido durante la trifulca. Aquella maldita copa en un bar cercano a la casa familiar le hab¨ªa costado a ella una paliza... y a su hermano la vida.Rolando ten¨ªa 21 a?os y llevaba 13 meses en Madrid. Sus hermanas mayores, Carmen y Rosalba, no pararon hasta convencerle de que dejara la Rep¨²blica Dominicana y se uniera a ellas en su aventura espa?ola. Los tres nacieron en La Cabrera, un pueblo de 1.000 almas donde familias como la suya trabajan en el campo. Rolando, desde ni?o, se gan¨® la vida cultivando yuca y pl¨¢tano macho. Carmen y Rosalba, tambi¨¦n. Hasta que oyeron que en Espa?a la vida era m¨¢s f¨¢cil y decidieron probar fortuna. Un par de a?os despu¨¦s su hermano menor se les uni¨®. Los tres se instalaron en un piso del n¨²mero 397 de la calle de Alcal¨¢, una vivienda peque?a con un alquiler bajo que a pesar de todo cost¨® pagar algunos meses. Por eso la casa no tuvo m¨¢s remedio que estirarse y dar entrada a otros parientes y amigos que ayudaban a afrontar los gastos.
Rolando nunca tuvo un trabajo fijo. La vida en Espa?a no le result¨® tan f¨¢cil como le prometieron y m¨¢s de una vez pens¨® en volver a La Cabrera. Pero entonces se cruz¨® en su camino Ver¨®nica.
Ver¨®nica, como Rolando, hab¨ªa dejado Santo Domingo con la ilusi¨®n de emprender una nueva vida. Ella s¨ª encontr¨® una ocupaci¨®n, pero enseguida descubri¨® que estaba embarazada del chico al que acababa de conocer. Cuando Rolando supo que iba a ser padre, la quit¨® de trabajar como empleada de hogar para que s¨®lo pensara en el beb¨¦ que iban a tener.
Ronaldo, cada ma?ana, buscaba la manera de llevar alg¨²n dinero a su compa?era. Unos d¨ªas hac¨ªa de alba?il, otros descargaba camiones... Cualquier chapuza val¨ªa. Adem¨¢s, siempre contaba con Carmen y Rosalba, dispuestas a echarle una mano, y con su sobrino Roberto, casi otro hermano para ¨¦l. Los tres acompa?an ahora a Ver¨®nica y aguardan la llegada del hijo de Ronaldo, que nacer¨¢ en menos de un mes.
Sentados en un sof¨¢ tan desgastado que apenas se adivina qu¨¦ color tuvo en su mejores tiempos, la familia recuerda lo que sucedi¨® la noche del 20 de noviembre. "Llev¨¢bamos en casa casi todo el d¨ªa y a Rolando se le ocurri¨® salir a dar una vuelta. Entonces le dijo a Rosalba: "Vente a tomar una cerveza". As¨ª que los dos hermanos se marcharon calle abajo hasta la cervecer¨ªa La Rubia y la Negra, situado en la calle del R¨ªo Ulla, a tan s¨®lo unos 200 metros de su piso.
El bar estaba, como todos los s¨¢bados, hasta los topes. Sus clientes, desde hace tiempo, en su gran mayor¨ªa son ecuatorianos y dominicanos. Enfrente hay dos locutorios muy frecuentados a ¨²ltima hora del d¨ªa por la reducci¨®n de tarifas, y junto a ellos se suele instalar un peque?o mercadillo de productos t¨ªpicos de los dos pa¨ªses. Esa noche, como tantas otras, La Rubia y la Negra ofrec¨ªa copas a 20 duros y la barra no paraba de servir consumiciones.
Rolando se par¨® a saludar a un conocido mientras a su hermana se le acercaron unos hombres. "Le invitaron a tomar una copa", relata Roberto, "pero a los pocos minutos intentaron propasarse con ella. Le tocaron el culo.... estaban muy borrachos. Rolando, al darse cuenta de lo que estaba pasando, se encar¨® con ellos, y cuando les dio la espalda le asestaron una pu?alada que le atraves¨® el coraz¨®n. All¨ª comenz¨® a morirse".
El jueves pasado, el Grupo de Homicidios de la Brigada Judicial detuvo al supuesto homicida, Juan Ra¨²l Rojas Mac¨ªas, un ecuatoriano de 21 a?os, que ante la polic¨ªa se confes¨® autor del crimen, aunque asegur¨® haber actuado en defensa propia. Juan Ra¨²l lleg¨® hace un mes a Madrid para buscar, como Rolando, una vida mejor. La casa del agresor, donde fue detenido, se encuentra a 50 metros de la vivienda de su v¨ªctima
El cad¨¢ver de Rolando lleg¨® el mi¨¦rcoles a Santo Domingo. "Era un buen chaval. Un cr¨ªo de 100 kilos, t¨ªmido y muy tranquilo; para ¨¦l, su familia lo era todo. No pod¨ªa vivir sin sus hermanas, por eso no dud¨® en salir a defender a Rosalba", cuenta desde La Cabrera Mar¨ªa Cruz L¨®pez, su madre. "Rolando sab¨ªa que se mor¨ªa. Por eso, camino del hospital mand¨® un beso a su mujer y pidi¨® que cuid¨¢ramos de su hijo. Todos intentaremos que el ni?o cumpla el sue?o de su padre", a?adi¨®.
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