Sin denominaci¨®n de origen
Espa?a no aplica normas de la UE que obligan a identificar la procedencia de los alimentos
Este fin de semana un gran supermercado madrile?o ofrec¨ªa como reclamo a sus clientes pescadilla de pincho a 1.595 pesetas el kilo. Quienes saben que este sistema de pesca artesanal es costoso no se dejar¨¢n embaucar. Y menos los que est¨¢n acostumbrados a pagar por este producto casi el doble. ?De que mares ser¨¢ realmente esta pescadilla?Pr¨¢cticamente durante todo el a?o pero muy especialmente en estas fechas de mayor demanda, los mercados se saturan con una gran variedad de alimentos de todo tipo y de las procedencias m¨¢s diversas. Frente a lo que sucede con los productos elaborados donde es posible saber que una marca navarra ofrece un esp¨¢rrago cultivado en Per¨², o que una firma castellano-leonesa ha comercializado bajo su etiqueta alubias o garbanzos de M¨¦xico o Argentina, los frescos campean sin pasaporte. En la pr¨¢ctica totalidad de los productos agr¨ªcolas y pesqueros, la situaci¨®n es como una selva. No se conoce su procedencia; no se sabe nada sobre su calidad y frescura.
Cuando uno se acerca a una pescader¨ªa hay al menos un 50% de probabilidades de que lo que se est¨¢ comprando proceda de la importaci¨®n. En Espa?a se comercializa en la actualidad casi una docena de tipos diferentes de merluza seg¨²n su procedencia. A las capturadas en aguas nacionales, cada d¨ªa en menor volumen, se suman las cuotas de pesca en aguas comunitarias que se comercializan aproximadamente a los 12 d¨ªas de su captura. Durante todo este tiempo se han mantenido refrigeradas. De terceros pa¨ªses se importan unas 52.000 toneladas de merluzas (fresca o refrigerada) desde Chile, Namibia, Sur¨¢frica, Estados Unidos, Argentina, Marruecos o Mauritania. La distancia a veces poco tiene que ver con el grado de frescura del producto. Su bajo precio en origen, permite traer merluza chilena por v¨ªa a¨¦rea a los dos d¨ªas de ser capturada. La de mayor calidad es la que se captura en la zona m¨¢s austral, mientras la m¨¢s inferior ser¨ªa la tipo hubbsi capturada en Argentina. Para una gran mayor¨ªa de consumidores es dif¨ªcil distinguir un pescado de otro hasta que no lo lleva a la cazuela. Si en el establecimiento no hay riesgo de fraude, existe una v¨ªa infalible: el precio. La calidad generalmente se paga.
Una situaci¨®n similar es la que se da en el mercado de langostinos, camarones, quisquillas o gambas de los que se importan al a?o m¨¢s de 100.000 toneladas. En este caso dominan las importaciones de langostinos generalmente congelados que posteriormente se venden cocidos desde pa¨ªses como Ecuador, Nicaragua, Panam¨¢, M¨¦xico, Brasil, T¨²nez, Cuba, Australia o ?frica. Actualmente hay masivas importaciones de gamba congelada de China. Tambi¨¦n son elevadas las de cigalas, bueyes de mar o centollos desde Escocia, Dinamarca o el Reino Unido. Cuando se ofrecen estos tipos de productos baratos es s¨ªntoma inequ¨ªvoco de que proceden de otros pa¨ªses y nunca de las r¨ªas gallegas. Los moluscos presentes estos d¨ªas en los estantes como las chirlas y las almejas llegan fundamentalmente de Italia, Holanda o Chile.
El desconcierto tiene los d¨ªas contados. En marzo de aprob¨® en Espa?a una normativa que obliga a identificar origen y procedencia de todo el pescado. El plazo dado de seis meses para su entrada en vigor no ha sido suficiente para cambiar una larga tradici¨®n del sector, por lo que se ha ampliado hasta los primeros meses del 2000.
Desde mediados de los a?os ochenta es obligatorio el etiquetado para saber la procedencia y la calidad de las frutas y hortalizas. Si se cumple es tan s¨®lo en las cajas que llegan a los mercados mayoristas. En el viaje hasta la fruter¨ªa la etiqueta que da cuenta del origen, calidad, frescura y clase, se suele volatilizar. Si uno se acerca a un mercado, en esta ¨¦poca del a?o, a diferencia de los periodos de campa?a de producci¨®n, hay muchas posibilidades de que las frutas tan socorridas como las manzanas se repartan entre los nacionales y de importaci¨®n. Espa?a es como un vertedero de producto fundamentalmente franc¨¦s conservado en c¨¢maras. Sucede tambi¨¦n con las peras aunque en menor medida.
Al mercado nacional no llegan c¨ªtricos procedentes de los pa¨ªses de la competencia como Marruecos o Israel. S¨ª lo hacen, por el contrario, uvas chilenas o surafricanas que compiten con las espa?olas y otros frutos originarios cada vez con m¨¢s frecuencia de zonas tropicales.
Entre las hortalizas, no es dif¨ªcil adquirir cebolla francesa y ajo chino, aunque los espa?oles, m¨¢s sabrosos, anden con los precios hundidos. En este grupo alimentario, la identificaci¨®n es a¨²n menor que en las frutas.
En el caso de las carnes, sucede todo lo contrario que en los pescados donde hay un predominio de productos de importaci¨®n. Se puede decir que m¨¢s del 90% de las carnes frescas, refrigeradas o congeladas que se ponen a la venta son de procedencia nacional, frente a unas importaciones reducidas y en su mayor parte de pa¨ªses comunitarios.
En vacuno, hay menos de un 5% de posibilidades de que el producto en el punto de venta sea importado. Anualmente se adquieren en el exterior unas 40.000 toneladas en su mayor parte procedentes de Irlanda, Dinamarca y Argentina. Su destino de forma masiva es la hosteler¨ªa y la restauraci¨®n, por lo que no es frecuente encontrarlas en las carnicer¨ªas tradicionales.
En Espa?a, consecuencia de la aplicaci¨®n de las medidas de ayuda comunitaria a los ganaderos, existe un riguroso control sobre la caba?a de vacuno. Sobre los animales que llegan a los mataderos se sabe casi todo a efectos de censo y ayudas. Sin embargo, a partir del sacrificio de las reses, ya no hay un seguimiento del producto. En su mayor parte se comercializa sin se?as de identidad.
En el seno de la Uni¨®n Europea hay un proyecto de reglamento sobre etiquetado del producto de vacuno de forma que en cada pieza figure su procedencia y tipo de carne. Este etiquetado deber¨ªa haber estado en vigor el pr¨®ximo 1 de enero. Sin embargo, los pa¨ªses miembros de la UE han decidido que no se aplique hasta el 1 de enero del a?o 2001 en un proceso que se pretende culminar el a?o 2003. Con todo, Espa?a dispone de otros sistemas de identificaci¨®n de la carne. Un grupo de ganaderos pusieron en marcha el llamado Programa CLARA (carne libre de aditivos regulada y avalada) por el que se ofrece y se garantiza que ese tipo de carnes procede de animales sin tratamientos hormonales. Su implantaci¨®n es, sin embargo, escasa. Desde la iniciativa p¨²blica destaca el desarrollo de las denominaciones de origen y otros mecanismos para garantizar la procedencia de una serie concreta de carnes.
En el porcino, practicamente la totalidad de lo que se vende en Espa?a es de procedencia nacional, situaci¨®n que se repite en el caso de los pollos o de los huevos. En cuanto al cordero, un 95% de lo que se vende en comercios es de procedencia nacional. En algunos momentos del a?o, especialmente cuando se registra una subida de los precios, se llevan a cabo algunas importaciones generalmente a trav¨¦s de los grandes grupos de distribuci¨®n que ofrecen cordero te¨®ricamente del Reino Unido. En algunos casos podr¨ªa ser cordero australiano o neozeland¨¦s -de tama?o sensiblemente mayor- llegado a ese pa¨ªs comunitario y que luego se reexporta al resto de la UE.
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