El fin de la tregua coloca a Ibarretxe en dificultades por su pacto con EH
Vitoria Si el pacto parlamentario con la marca electoral de HB ha sido el flanco m¨¢s d¨¦bil del Gobierno de Juan Jos¨¦ Ibarretxe durante la tregua de ETA, la ruptura de ¨¦sta puede hacer insostenible esa alianza, salvo que la direcci¨®n radical abertzale y su proyecci¨®n institucional en Euskal Herritarrok (EH) , expliciten claramente su distanciamiento de la decisi¨®n hecha p¨²blica ayer por la banda terrorista. Los dif¨ªciles equilibrios ante los actos de violencia callejera pueden tornarse imposibles ante un atentado de ETA.
El lehendakari Ibarretxe se encuentra de lleno en una de las previsiones del pacto parlamentario firmado en mayo con EH: la de que "durante el desarrollo del proceso abierto pueden producirse dificultades". Los firmantes asumieron la obligaci¨®n de afrontarlas canalizando todas las "energ¨ªas, iniciativas y respuestas" por procedimientos "estrictamente democr¨¢ticos".Los compromisos adoptados por el PNV y EA con ETA en busca de lo que se dio en llamar pista de aterrizaje para su declaraci¨®n de tregua, fraguaron como primer paso, en la declaraci¨®n de Lizarra. Desde el 12 de septiembre de 1998 los partidos nacionalistas han caminado de la mano en m¨²ltiples iniciativas, desde manifestaciones en favor de los derechos de los presos de ETA hasta la creaci¨®n de una plataforma estable, de nombre Batera (A una) con ese mismo objetivo, pasando por la constituci¨®n de la asamblea de electos nacionalistas, Udalbiltza.
Todos estos pasos han sido profusamente criticados por el del PP y el PSOE y fueron centro de las dos campa?as electorales habidas en este tiempo: las auton¨®micas de octubre de 1998, que repitieron con exactitud la preexistente relaci¨®n de fuerzas entre nacionalistas y no nacionalistasy las municipales de junio pasado, donde el nacionalismo moderado perdi¨® poder de modo significativo.
Con todo, el pacto que m¨¢s ha atacado la oposici¨®n del PP y el PSE porque acarrea implicaciones insitucionales es el que hace depender la mayor¨ªa parlamentaria del Gobierno de Juan Jos¨¦ Ibarretxe de los 14 votos de EH en la C¨¢mara vasca. Este pacto, denominado "Acuerdo de bases de actuaci¨®n colaboradora en sede parlamentaria para la legislatura 1999-2002", se alcanz¨® el 18 de mayo pasado.
Desde entonces ha servido al Gobierno vasco para sacar adelante la ley de medidas complementarias a los presupuestos de 1998 con los que ha debido seguir gobernando este a?o, ante la imposibilidad de elaborar a tiempo unas nuevas cuentas presupuestarias. Tambi¨¦n sirvieron para nombrar al director general de la radio y la televisi¨®n p¨²blicas vascas y deb¨ªan conducir ahora- antes de fin de a?o- a la aprobaci¨®n de los presupuestos del 2000.
La resistencia inicial de Juan Jos¨¦ Ibarretxe a firmar cualquier acuerdo con los radicales sin que mediara una condena expresa de ¨¦stos a los actos de violencia callejera que se reanudaron una vez celebradas las elecciones auton¨®micas de octubre, se vio vencida finalmente. Por un lado, se hizo evidente la imposibilidad del pacto con los socialistas, que ya en julio, antes de las elecciones, abandonaron el Gobierno vasco, tras doce a?os de colaboraci¨®n con el PNV. El partido de Arzalluz no volvi¨® tampoco en los meses siguientes a mirar m¨¢s en esa direcci¨®n, vetada, seg¨²n se ha sabido luego, por su compromisos con ETA, que inclu¨ªan la ruptura con el espa?olismo.
El 18 de febrero de este a?o EH acept¨® una apuesta por las v¨ªas pol¨ªticas y democr¨¢ticas, que el PNV y el lehendakari entendieron como suficiente.
Tres meses despu¨¦s, se firm¨® el pacto de colaboraci¨®n parlamentaria, en cuyos principios se reitera la apuesta y se aboga "por la desaparici¨®n plena de todas las acciones y manifestaciones violentas".
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