Jodida gente
Podr¨ªamos denominarlo S¨ªndrome de Jessep y es la caracter¨ªstica m¨¢s destacable de una extendida mentalidad aristocr¨¢tica moderna que se manifiesta en los m¨¢s diversos ¨¢mbitos de nuestra existencia, atraviesa las fronteras culturales e ideol¨®gicas y, en cierto modo, se incuba en lo m¨¢s hondo de cada persona. El S¨ªndrome de Jessep es una manifestaci¨®n virulenta del desprecio por las personas concretas, por las personas de carne y hueso, que nunca logran estar a la altura de las expectativas que en ellas hemos puesto. En la pel¨ªcula Algunos hombres buenos hay un personaje, el coronel Nathan R. Jessep, que es juzgado por haber permitido en su destacamento unas pr¨¢cticas disciplinarias que tienen como resultado la muerte de un recluta. Prohibidas por el c¨®digo de conducta militar, tales pr¨¢cticas de castigo y escarmiento son, sin embargo, alentadas por el coronel al considerarlas un elemento fundamental para la perfecta formaci¨®n de un soldado disciplinado. Cuando escucha la acusaci¨®n, monta en c¨®lera y muestra su desprecio por quienes le juzgan con las siguientes palabras: "?Jodida gente! No ten¨¦is ni idea de c¨®mo defender una naci¨®n". As¨ª pues, el S¨ªndrome de Jessep se expresa en la forma de un profundo desd¨¦n por las personas a favor de las cuales se est¨¢ trabajando.He comprobado sus efectos en cooperantes de organizaciones no gubernamentales que al cabo de los a?os confiesan su p¨¦rdida de fe en las posibilidades de desarrollo aut¨®nomo de los pueblos m¨¢s pobres. En sindicalistas que afirman que el principal obst¨¢culo para la solidaridad son los propios trabajadores. En profesores que sostienen que la universidad ser¨ªa el cielo si no fuera por los estudiantes. En altas instituciones econ¨®micas que siguen sosteniendo la apuesta por los deserving poors, es decir, por ayudar a salir de la exclusi¨®n s¨®lo a aquellos que se ayudan a s¨ª mismos. En presos largos a?os condenados por acciones de violencia pol¨ªtica que dicen que lo peor de la c¨¢rcel son los presos. Por supuesto, existen distintos grados de virulencia en las manifestaciones del S¨ªndrome de Jessep, que van desde el desencanto (es imposible que hagan lo que deben hacer, as¨ª que... ?que les den!) hasta la coerci¨®n violenta (van a hacer lo que deben aunque no lo quieran). Pero todas ellas nacen de la misma cepa: de la convicci¨®n de que la gente, la jodida gente, no se merece los esfuerzos que hacemos por ella.
ETA acaba de anunciar que rompe la tregua abierta en septiembre de 1998. Es una noticia desoladora. Parad¨®jicamente, hay muchos que ya empiezan a a?orar aquella paz que, seg¨²n ellos mismos, no hemos tenido en los ¨²ltimos meses. Una paz que, por ser tan insuficiente, parec¨ªa no justificar el m¨¢s m¨ªnimo cambio de posici¨®n; una paz que, por ser tan necesaria, hubiera debido ser m¨¢s apreciada. Pero esto es lo que menos importa hoy. Lo ¨²nico importante es lo que ETA ha decidido. Sus razones son tan forzadas como aquellas esgrimidas hace catorce meses para declarar el cese de la violencia. Se trata de una argumentaci¨®n ad hoc, destinada a ofrecer una cobertura de razonabilidad a una decisi¨®n que no tienen nada de razonable. Hace un a?o, ETA decid¨ªa declarar un alto el fuego a pesar de lo mal que, seg¨²n su an¨¢lisis, estaban las cosas, confiando sin embargo en la existencia de posibilidades de avanzar mediante v¨ªas exclusivamente pol¨ªticas. Hoy decide darlo por finalizado a pesar de lo mucho que se ha avanzado durante este a?o en el camino de la libertad de Euskal Herria, confiando en que el retorno a la violencia no s¨®lo no agostar¨¢ aquellas fr¨¢giles posibilidades, sino que podr¨¢ fortalecerlas. El problema estriba, seg¨²n ETA, en que la sociedad vasca no ha hecho lo suficiente "para llevar hasta el final el proceso iniciado hace un a?o". Los vascos concretos no hemos estado a la altura de las circunstancias. En vez de aprender m¨¢s sobre la sociedad vasca real, durante este a?o ETA ha visto confirmadas sus peores expectativas: no nos merecemos sus esfuerzos. Alguien en quien conf¨ªen deber¨ªa decirles, antes del d¨ªa 3, que quienes pueden romper las mejores expectativas de los vascos son ellos.
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