LA CR?NICA La invenci¨®n del tonto GUILLEM MART?NEZ
El hombre que volvi¨® a leer el "Quijote". Lectura del Quijote. Biblioteca de Catalu?a. La sala est¨¢ abarrotada. Estudiantes, fil¨®logos, lectores, se?ores que pasaban por ah¨ª, una se?orita que lleva una minifalda tan estimulante que es la frontera entre la mini y la stock option. Tambi¨¦n est¨¢ por ah¨ª la plana mayor del hispanismo barcelon¨¦s. Barcelona es, por cierto, una potencia filol¨®gica de primer orden. Lo que pasa es que los fil¨®logos acostumbran a hablar bajito. Por ah¨ª est¨¢n algunos de los all-stars del ramo, como Guilllermo Ser¨¦s y Alberto Blecua -ambos dos le est¨¢n dando un tute a Lope-, o Rafael Ramos -sabe tanto sobre el Amad¨ªs de Gaula que si viviera Amad¨ªs llegar¨ªan a las manos-. En la mesa est¨¢n Mart¨ª de Riquer y Francisco Rico, los grandes ide¨®logos de las dos grandes ediciones del Quijote en este siglo. Y Llu¨ªs Pasqual, que tiene delante de s¨ª un volumen de la mejor edici¨®n del Quijote disponible esta ma?ana a primera hora -Biblioteca Cl¨¢sica, Cr¨ªtica, Barcelona, 1998-. La cosa consiste en que Rico hable. Habla. Pasqual lea un fragmento del Quijote. Lo lee. Riquer -el ¨²nico fil¨®logo que no habla bajito- presente al hispanista escoc¨¦s Edward G. Riley. Lo hace. Y el hispanista escoc¨¦s hable. Entre todo ello, hay que recordar que el Quijote existe y que su mejor edici¨®n tiene cuatro d¨ªas y que esas dos cosas son muy importantes. Este acto, por cierto, se repetir¨¢ anualmente con diferentes personas y con el mismo Quijote.El mon¨®logo de Mart¨ªnez Bloom. Toma la palabra el hispanista escoc¨¦s Edward G. Riley. Inicia una conferencia sobre el tema de la originalidad del personaje Gin¨¦s de Pasamonte en el Quijote. Al introducir a este personaje p¨ªcaro, Cervantes tiene oportunidad de construir dos biograf¨ªas diferentes en una misma novela. La del Quijote, en tercera persona, y la de un p¨ªcaro, en primera, y que... zzzzzzzzzzzz. Cuando recupero el sentido veo el techo de la sala. G¨®tico catal¨¢n. Un g¨®tico bajito, simp¨¢tico y luminoso. Ya estaba aqu¨ª cuando Cervantes se dej¨® caer en Barcelona y descubre que se puede novelar sobre la realidad. Cuesta adaptarse a la realidad. La realidad te hace tonto. Supongo que mientras constru¨ªan este techo tambi¨¦n se cay¨® alguien. Deber¨ªa comprarme una americana que me caiga bien. Esperar¨¦ a las rebajas. Las rebajas son una broma del capitalismo, lo cual me recuerda la ¨²nica conversaci¨®n que tuve con el millonario Soros. "Joven, lo bueno del capitalismo es que es el ¨²nico sistema que no precisa ser meditado. No sea tonto y no se moleste en meditarlo". Las novelas, si te fijas, giran alrededor de un personaje tonto. El Quijote es un loco, es decir, un tonto, El hombre sin atributos tambi¨¦n es tonto. El hombre moderno es un tonto, en un sistema tan tonto que no necesita meditaci¨®n, y la vida es as¨ª, no la he inventado yo. ?Qu¨¦ fue de Sandro Giaccove? La diferencia entre una novela y la vida es que al tonto de la novela todo le va encajando, incluso cuando el autor de la novela decide que el tonto no encaje nada, como Musil. Cervantes igual no invent¨® la novela, igual invent¨® al tonto novelado, que es un invento m¨¢s sensacional. El hombre moderno es un inadaptado. Es decir, un tonto. El Quijote es el primero de nosotros. A m¨ª lo que me desadapta ahora es esa minifalda. Esa minifalda es una stock option, pollo. Ma?ana lo escribo en la cr¨®nica. Tengo hambre. A ver si Ramos se apunta a un cenorrio. Vaya, Llu¨ªs Pasqual est¨¢ a punto de quedarse ceporro, como aqu¨ª el titi.
Las frases de san Francisco. Ep¨ªlogo. Finaliza el acto. Les doy la patita a mis antiguos maestros, que me preguntan por la vida. Francisco Rico, por primera vez en su vida y en la m¨ªa no me llama zoquete, sino que se limita a demostr¨¢rmelo. "He dicho una cita genial, pero seguro que no la ha cogido. Escriba: "In Spain they just to say that one Cervantes may overcome a 1.000 Dantes, and this opinion we must agree, is bitterly recive in Italy". Vamos, que tendr¨ªamos que leer m¨¢s a Cervantes, como hacen los italianos con su Dante. Mande que le corrijan la cita en el diario, que no me f¨ªo un pelo de usted". Y luego: "?Es que no va formularle ninguna pregunta al egregio profesor Edward G. Riley?". Le digo que no tengo el honor. "Querr¨¢ decir que no tiene el honor de poder formularle alguna pregunta. En fin, sea ir¨®nico y todo eso, pero s¨¢quenos guapos en su cr¨®nica, y ahora me voy a cenar. Por supuesto, usted no est¨¢ invitado". Me cae bien ese hombre. Independientemente de ello, compren su Quijote. No sean tontos. Al menos m¨¢s all¨¢ de lo que exige la ¨¦poca.
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