El Juli exigi¨® toros impresentables

En la programaci¨®n de la temporada el ganado de la cuarta corrida que estaba anunciado era de la dehesa de Rodrigo Aguirre. Pero como los toros de este hierro son serios y tienen la edad reglamentaria, la administraci¨®n de El Juli los rechaz¨® e ipso facto salieron del cartel. Lo malo fue que la ganader¨ªa sustituta fue contraproducente para el ¨¦xito del diestro madrile?o, ya que la peque?a bueyada que se corri¨® decepcion¨® totalmente a la concurrencia y motiv¨® que ¨¦sta le impidiera a El Juli dar la vuelta al ruedo por la labor que con mucho oficio le realiz¨® a su segundo. Y, para colmo de males, fue largamente abucheado al abandonar el coso.Con el ¨¢spero tercero, pitado en el arrastre y que daba la impresi¨®n de ser un utrero, El Juli se salv¨® del fracaso por su valiente quite por chicuelinas y su arriesgada acci¨®n en la colocaci¨®n por los adentros del tercer par de palitroques.

Al abanto que hizo quinto, pitado tambi¨¦n en el arrastre, le expuso por partida doble. Primero en los dos ¨²ltimos pares de banderillas que volvi¨® a poner por los adentros con gran riesgo y despu¨¦s en un trasteo en el que cit¨® al rajado bicho colocado en la cuna de los pitones. Consinti¨¦ndolo le echaba la muleta al hocico y aguant¨¢ndole consegu¨ªa que el animal siguiera el enga?o, pero como en ocasiones se deten¨ªa a medio viaje, el diestro, sin moverse, le obligaba a terminar la seudoembestida.Fernando Ochoa, con aptitudes ri?onudas, inici¨® su desempe?o con la pa?osa al resabioso primer sobrero que sustituy¨® al segundo de la tarde, al que el pe¨®n Ra¨²l Bacelis lo estrell¨® en un burladero y se despitorr¨®. Aunque el corn¨²peta recibi¨® un magn¨ªfico puyazo que le propin¨® Nacho Mel¨¦ndez, no corrigi¨® lo abanto y lo espi¨®n y el matador moreliano no pudo dome?arlo.

Qu¨¦ complicado es trazarle pases con belleza a un buey, pero las ganas de triunfar de Fernando Ochoa fueron un acicate y lo logr¨® con el cuarto. Inexplicablemente regal¨® el segundo sobrero y l¨¢stima de su entrega, pues el morlaco no val¨ªa un duro.

El Cuate confirm¨® su doctorado con una res bronca que le dio una aparatosa voltereta y le dej¨® al desnudo la parte derecha de la taleguilla. Su actuaci¨®n fue de grandes contrastes. A ratos dibujaba el toreo y en otros ratos ense?aba carencia de idea del toreo. Con el sexto, que ten¨ªa larga movilidad y humillaba, tuvo detalles de clase, pero necesita aprender los principios elementales de la t¨¦cnica.