Dos Borbones cabalgar¨¢n con Felipe IV de Austria
La plaza de Oriente (Madrid) albegar¨¢ dos estatuas ecuestres de Fernando VI y Felipe V, fundidas en un taller madrile?o
La plaza de Oriente vive d¨ªas de v¨ªspera. Y de se?aladas novedades. Nuevos protagonistas en bronce, dos monarcas de la dinast¨ªa de Borb¨®n, aguardan silenciosamente en una fundici¨®n madrile?a la culminaci¨®n de su hechura para encaramarse pronto sobre sus caballos y compartir el protagonismo solitario que, hasta ayer mismo, la estatua ecuestre de Felipe IV de Austria encarnaba en ese espacio urbano.En la explanada de la plaza, sobre el tramo peatonal de la calle de Bail¨¦n que oculta el t¨²nel y precisamente en sus dos embocaduras, existen dos misteriosas isletas de adoquines. Distanciadas por unos cuatrocientos metros, una de ellas, orientada al norte, se encuentra cercada por bolardos, mismo encima de la entrada al t¨²nel por la esquina de Bail¨¦n con la calle de San Quint¨ªn; la otra, orientada al sur, se eleva sobre una peque?a peana empedrada, al otro lado de la plaza, junto a la catedral de la Almudena, donde el subterr¨¢neo sale.
A simple vista, las dos isletas no significan nada m¨¢s que dos meros recintos aislados con una parecida base de piedra. Pero muy pocos conocen la verdadera funci¨®n para la que ambas isletas fueron as¨ª dispuestas cuando la plaza de Oriente fue remodelada bajo la inspiraci¨®n del arquitecto Miguel Oriol.
"Sobre ellas se van a alzar las dos estatuas ecuestres en bronce: una, con el primer rey de la dinast¨ªa de Borb¨®n, Felipe V. La otra, cabalgada por la efigie de quien fuera su hijo, Fernando VI", cuenta el arquitecto. Las dos tendr¨¢n un alzado de 3,75 metros desde las pezu?as de los caballos hasta la cabeza de cada monarca, sin contar con las poderosas peanas que para ambas se han dispuesto. Las elevar¨¢n hasta unos ocho metros de altura sobre el piso de las hasta ayer misteriosas isletas.
Una vez erguidas sobre sus basamentos, dos Borbones competir¨¢n a caballo con la escultura ecuestre de Felipe IV de Austria, la dinast¨ªa precedente, obra del artista Pedro Tacca sobre un dibujo de Diego Vel¨¢zquez. Todo un prodigio de equilibrio, fuerza y detalle, como la filigrana del manto del monarca muestra desplegada al viento. Fue instalada en 1844 en el centro de la plaza de Oriente. En los laterales, 19 reyes godos y condes castellanos, Alonsos, Ordo?os, ??igos, Ramiros y Sanchos -tambi¨¦n se yergue una estatua de una reina, do?a Sancha-, flanquean en su silencio de piedra la ajardinada rotonda. Algunos de ellos, presentes sobre la plaza, coronan tambi¨¦n la fachada de palacio, con los nombres escritos sobre sus peanas.
El nuevo reto no llegar¨¢ a desaf¨ªo, ya que ninguno de los tres encabalgados monarcas contemplar¨¢ a sus dos compa?eros. "He procurado disponerlos de tal manera que no se vean", comenta Oriol con iron¨ªa. "Felipe IV muestra su espalda a palacio, para recibir al pueblo de Madrid que acude a la sede de la corte mirando hacia el este ", explica el arquitecto. "Por ello, tanto Felipe V como Fernando VI mirar¨¢n, respectivamente al norte y al sur, mientras la fachada de palacio cierra hacia occidente".
El sigilo ha presidido los preliminares de esta nueva actuaci¨®n. El pre¨¢mulo se abri¨® meses atr¨¢s en la sede de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la calle de Alcal¨¢. All¨ª se tomaron las primeras muestras de los originales que iban a inspirar, en los pr¨®ximos meses, una de las apuestas ornamentales m¨¢s atrevidas del Madrid monumental del siglo entrante. Los dos originales sobre los que las futuras estatuas ecuestres de la plaza de Oriente han sido modeladas por los maestros Miguel ?ngel Rodr¨ªguez y Eduardo Zancada corresponden a otras dos esculturas de monturas regias de algo m¨¢s de un metro de altura y longitud por medio metro de anchura. Est¨¢n depositadas en la Real Academia de Bellas Artes madrile?a, fundada por Fernando VI. Ambas son efigies del mismo impulsor de la construcci¨®n del palacio de Oriente, Felipe V. En una de ellas, esculpida en 1778 por ?lvarez de la Pe?a en cera, con arreos de metal y peque?o pedestal de madera, el rey cabalga sobre su caballo Aceitunero, en posici¨®n de corveta, con el caballo apoyado sobre sus patas traseras; en la otra, de escayola, con la espada de metal y pedestal de madera, monta en posici¨®n de paseo o de trote manso. Es obra del escultor de origen franc¨¦s Roberto Michel y fue presentada al mismo concurso que la anterior, convocado por el rey Carlos III para honrar la memoria de su padre.
De los dos originales ecuestres de Felipe V han sido extra¨ªdos por Rodr¨ªguez y Zancada los dos moldes con los que, en un taller de la localidad madrile?a de Ajalvir, han sido primero ampliados y luego ensamblados en barro. Ahora, fragmentados en piezas, se encuentran en la Fundici¨®n Codina, cerca de Paracuellos de Jarama, donde anoche eran sometidos al proceso de fundici¨®n denominado de la cera perdida. "Se han empleado dos estatuas de un mismo monarca, Felipe V, pero a la ampliaci¨®n de una de ellas se le instalar¨¢ la cabeza de Fernando VI, que ha sido obtenida de un gran medall¨®n con su efigie labrado por Olver¨®", explica Miguel Oriol.
Pero las cosas no se detendr¨¢n aqu¨ª. Una vez superada esta prueba, ya est¨¢ en marcha el proyecto para llevar a otros dos monarcas m¨¢s al contorno cercano a palacio. Se trata de dos estatuas m¨¢s de Alfonso XII y de AlfonsoXIII, que podr¨¢n ocupar otras dos isletas situadas a ambos lados de la zona externa central donde el Teatro Real se ensancha. Oriol ha examinado muchos, pero ha elegido dos bustos de ambos monarcas: uno, obra de Varela, y el otro, de Cullao, ¨¦ste depositado actualmente en Asturias. Para emplazarlos ha seleccionado las entradas de acceso a la plaza de Oriente desde las dos calles laterales al teatro. "Ambas estatuas, con la de la reina Isabel II que ya se encuentra en el centro de la plaza de su nombre, completar¨¢n un buen d¨ªa la actuaci¨®n", comenta el arquitecto con una sonrisa.
Mientras este segundo proyecto madura a¨²n, las reci¨¦n estrenadas dependencias de la Fundici¨®n Codina, una de las m¨¢s veteranas de Madrid, ahora en la carretera que va de Paracuellos de Jarama a Fuente el Saz, registran un frenes¨ª de actividad. Una cabeza en bronce de Felipe V muestra su peinado rizado y un gesto majestuoso, a la espera de ser encaramada sobre los fragmentos de su cuerpo y su montura, que anoche se hallaban ya en el interior de un horno especial, donde permanecer¨¢n seis d¨ªas. Ah¨ª viven su callada v¨ªspera esc¨¦nica.
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