La CASA europea

La integraci¨®n de la empresa espa?ola Construcciones Aeron¨¢uticas, SA (CASA), en el consorcio aeroespacial europeo, del que ya forman parte el grupo alem¨¢n Daimler y el franc¨¦s Aerospatiale-Matra, es una decisi¨®n econ¨®mica acertada, aunque su desarrollo pol¨ªtico a medio plazo sea m¨¢s incierto. El grupo aeron¨¢utico espa?ol se suma a un conglomerado industrial poderoso, garantiza sus pedidos, asegura una inversi¨®n de 60.000 millones de pesetas en Espa?a -el 40% en proyectos del Airbus y el 20% en desarrollos del avi¨®n europeo de combate- y consigue que se elija la planta sevillana de CASA para montar el futuro avi¨®n de transporte militar europeo, si finalmente va adelante. En t¨¦rminos econ¨®micos e industriales, es una excelente soluci¨®n para una empresa que no pod¨ªa sobrevivir sola.Pero esta operaci¨®n va mucho m¨¢s all¨¢ del valor econ¨®mico que se atribuya a la salvaci¨®n de una empresa. Es una operaci¨®n pol¨ªtica de indisimulable importancia, como lo demuestra la presencia ayer en Madrid del canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der, y del primer ministro franc¨¦s, Lionel Jospin. La firma de ayer es un paso decisivo en la formaci¨®n de una industria europea de defensa que, por una parte, confiera credibilidad a la capacidad de despliegue militar de Europa y, por otra, consolide un grupo industrial poderoso capaz de hacer frente a las grandes compa?¨ªas estadounidenses. El acuerdo eleva su capacidad para disputar el mercado aeron¨¢utico a ese complejo militar-industrial que inquietaba a Eisenhower.

Tampoco conviene exagerar la euforia. En el proceso de integraci¨®n progresiva de la industria de defensa, que ya ha experimentado severas operaciones de concentraci¨®n en Europa, el papel de Espa?a est¨¢ siendo hasta ahora decoroso, pero secundario. La iniciativa pol¨ªtica pertenece al eje franco-alem¨¢n, y a ese impulso se ha sumado posteriormente Espa?a y lo har¨¢ Italia. La gran ausente es la industria de defensa brit¨¢nica. Quienes se suman a la iniciativa inicial tienen, l¨®gicamente, menos ventajas que los socios fundadores, pero incluso en estas condiciones los beneficios econ¨®micos y pol¨ªticos son tan evidentes que evitan cualquier discusi¨®n sobre otras opciones aislacionistas.

No obstante, algunos detalles del acuerdo entre las empresas espa?ola, alemana y francesa presentan zonas de sombra. Quiz¨¢ no est¨¦ correctamente evaluada la privatizaci¨®n total de la participaci¨®n de la empresa espa?ola en EADS, que despu¨¦s de la ampliaci¨®n de capital del a?o pr¨®ximo quedar¨¢ reducida al 5,6%. Aunque el Gobierno espa?ol mantenga hasta el a?o 2003 el derecho de veto sobre decisiones estrat¨¦gicas que afecten a la aeron¨¢utica espa?ola, est¨¢ por ver si a partir de esa fecha los Gobiernos dominantes en el consorcio -Francia y Alemania- renuncian a su capacidad de intervenci¨®n pol¨ªtica. Una segunda cuesti¨®n es si el presidente de la SEPI, una instituci¨®n p¨²blica destinada a desaparecer cuando se complete la privatizaci¨®n del sector p¨²blico espa?ol, es el representante adecuado de los intereses espa?oles en el grupo europeo. Al menos es una decisi¨®n incoherente con la vocaci¨®n privatizadora de CASA.