Palomitas y atenci¨®n

Un aroma de palomitas se extiende por el enorme teatro: se sorbe la coca-cola por las pajitas, y los ojazos infantiles se quedan fijos de atenci¨®n en el espect¨¢culo. La bella y la bestia es un cuento franc¨¦s de hace dos siglos y medio (Leprince de Beaumont) que no ha dejado nunca de atraer a los ni?os. Y a los adultos: hay un cierto morbo entre la peque?a y el hombre gigantesco y brutal que se repite mucho en el inconsciente masculino y femenino, supongo que con distintas resonancias. Sale por todas partes: en Quasimodo y Esmeralda, o por el querido hombre de Frankenstein y la ni?a al borde del lago. Y en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos: cada d¨ªa. Los psicoanalistas han estudiado en hermosos textos la cuesti¨®n.Hay que olvidarlo todo al entrar en este teatro. El cuento es simple: Walt Disney y luego su factor¨ªa, que es la que ha trabajado este espect¨¢culo, siempre han simplificado, han infantilizado todo. Era su trabajo. El dibujante cre¨® una est¨¦tica menor, pero propia, ¨²nica, en sus colores y sus caras y sus gestos; hasta en las voces de sus personajillos, repetidas luego por el doblaje. Y aqu¨ª, por una parte del numeroso personal que trabaja en la obra. Disney hizo esta pel¨ªcula, La bella y la bestia, luego la convirti¨® en teatro, en un musical para Broadway. La casa Disney es una gran propietaria del aquel territorio m¨ªtico: es verdad que su inmensa fuerza econ¨®mica impone sus criterios y sus gustos, pero no es menos cierto que el placer por Disney en todo el mundo, y sobre todo el gusto americano, le dio esa fuerza. La fuerza se ve aqu¨ª: todo funciona, todo est¨¢ en su punto y en su momento, la terminaci¨®n es muy buena.

Nos olvidamos, pues, de toda intelectualidad y de cualquier morbo, al que no dejar¨ªan llegar sus actores; entramos en el mundo de palomitas, cola, luces, colores planos, vocecitas. El espect¨¢culo ha llegado desde Broadway, se ha traducido y adaptado aqu¨ª, se ha hecho su reparto (con muy desigual fortuna) y va a pasar unas pascuas espl¨¦ndidas, seg¨²n todos los indicios. Y probablemente mucho mas all¨¢ de las pascuas. Hay invertidos cientos de millones y la gente lo agradece tambien. Aplaudieron a veces decorados, a veces escenas; muchas coreograf¨ªas y, al final, me pareci¨® que insist¨ªan m¨¢s con la bestia, Carlos Mar¨ªn, que con la bella, Xenia Reguant; y mucho con el joven bailar¨ªn V¨ªctor Ullate, capaz de incorporar un estilo Disney a la tradici¨®n europea que le viene de dinast¨ªa.