15 d¨ªas a golpes
Una mujer relata las dos semanas que pas¨® "maltratada y encerrada" por su compa?ero
Mar¨ªa S., de 32 a?os, se?ala, una a una, diversas partes de su cuerpo para subrayar el relato de los 15 d¨ªas de encierro y malos tratos en un piso de Valencia a los que, seg¨²n ella, la ha sometido su compa?ero sentimental. Muestra una pierna amoratada, la radiograf¨ªa de una costilla rota, las escoriaciones y hematomas que le recorren la espalda, el aspecto desmejorado por los kilos perdidos durante el encierro -"apenas me daba de comer"- y los trasquilones que su pareja le ha hecho en el cabello y que oculta bajo un gorro.Los bomberos la rescataron el pasado jueves a mediod¨ªa por el balc¨®n del tercer piso, despu¨¦s de que pidiera auxilio a los vecinos. Pero Mar¨ªa aseguraba en la tarde de ayer que a¨²n segu¨ªa atenazada por la angustia y el miedo. Acompa?ada por su madre, una de sus cuatro hermanas y su hijo de tres a?os, aguardaba a la puerta del juzgado de guardia a que concluyera la declaraci¨®n de su compa?ero sentimental, L. E., de unos 40 a?os y nacido en Nigeria, detenido por la ma?ana y que niega todas las imputaciones. Una postura que finalmente no convenci¨® al titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 18 de Valencia, Carlos Esparza, quien anoche orden¨® su ingreso en prisi¨®n incondicional.
"Es que si lo hubiesen dejado en la calle me marcho de Valencia", repet¨ªa una y otra vez Mar¨ªa, temerosa de que las "agresiones y secuestros" se repitan en el futuro. Cuenta que durante los cinco a?os de relaci¨®n sentimental con este hombre ha presentado media docena de denuncias contra ¨¦l, pero "no han servido de nada".
Le denunci¨® por enca?onarle con una pistola, por romperle una botella en la cabeza cuando estaba embarazada de ocho meses, y por diversas palizas. No obstante, reconoce que retir¨® algunas denuncias porque "le oblig¨® a hacerlo con amenazas". Su madre y hermanas tambi¨¦n presentaron denuncias contra ¨¦l porque "las amenaz¨® con matarlas"
Tras la ¨²ltima denuncia decidi¨® abandonarle. "Pero hace 15 d¨ªas me encontr¨® por la Gran V¨ªa", recuerda, "me meti¨® en el coche de un empuj¨®n y me llev¨® a un descampado, donde me peg¨® una paliza brutal". De all¨ª, asegura, la condujo al piso, de donde s¨®lo pudo salir el pasado jueves, gracias a la intervenci¨®n de los bomberos.
Mar¨ªa asegura que, durante el supuesto encierro, los golpes formaban parte de la rutina diaria. Igual que el hambre, que ten¨ªa que enga?ar con los escasos alimentos que ¨¦l le daba: "Me dec¨ªa cu¨¢ndo pod¨ªa comer y cu¨¢ndo pod¨ªa ir al ba?o".
Tard¨® dos semanas en intentar evadirse del piso-calabozo, porque siempre hab¨ªa alguien vigil¨¢ndola. "Cuando ¨¦l se marchaba se quedaba su sobrino y controlaba todos mis movimientos", explica Mar¨ªa. Uno de sus escasos consuelos durante el encierro fue la presencia del hijo de tres a?os que tuvo con su compa?ero. Cuando llevaban al ni?o al colegio, ella mataba el tiempo con las tareas dom¨¦sticas, viendo la televisi¨®n o escuchando m¨²sica. Intentaba estar activa para no pensar en "los golpes que me esperaban".
?Por qu¨¦ L. E. le ha cortado varios mechones? "Un d¨ªa vi mi cabello envuelto en papel de peri¨®dico, me explic¨® que iba a mandarlo a su pa¨ªs, para que me hicieran un rito de brujer¨ªa que me causar¨ªa un gran da?o", comenta.
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