Una limpieza en los a?os 30 da?¨® los frisos del Parten¨®n
El Museo Brit¨¢nico admite que se utilizaron abrasivos y utensilios met¨¢licos
Un sonoro esc¨¢ndalo altera la tradicional tranquilidad del Museo Brit¨¢nico. El guardi¨¢n por excelencia de joyas art¨ªsticas mundiales como los frisos del Parten¨®n ve ahora su reputaci¨®n hecha a?icos. Presionado por expertos brit¨¢nicos y extranjeros, el responsable del departamento de Grecia y Roma del museo, el profesor Ian Jenkins, admiti¨® el martes que los famosos relieves "han sido afectados" tras una "limpieza" hecha a finales de los a?os treinta.
Los intentos del museo por ocultar los da?os "han sido un esc¨¢ndalo", admiti¨® Jenkins. La confesi¨®n se produjo en el transcurso de una conferencia de prensa sobre la salud de los m¨¢rmoles que el Museo Brit¨¢nico se vio obligado a convocar a ra¨ªz de investigaciones recientes que han puesto de relieve el deterioro de los frisos del Parten¨®n.El libro sobre este tema de William St. Clair, historiador de la Universidad de Cambridge, explica que se utilizaron en la restauraci¨®n utensilios met¨¢licos y sustancias abrasivas que da?aron la superficie de los relieves del Parten¨®n. La limpieza no tuvo m¨¢s prop¨®sito que satisfacer las exigencias de lord Duveen, patrocinador de la galer¨ªa donde se alberga actualmente la exquisita colecci¨®n que el museo adquiri¨® a Thomas Bruce, el conde Elgin, en 1816. Duveen no apreciaba el color oscurecido que los m¨¢rmoles hab¨ªan adquirido con el paso del tiempo y deseaba que lucieran tan blancos como las paredes de su nueva sala.
"Cerca del 80% de los relieves est¨¢n da?ados. Los m¨¢rmoles han perdido much¨ªsimo valor, puesto que han desaparecido todos los rastros informativos de la superficie original. La maestr¨ªa de una obra se descubre en los detalles, y en estas piezas se han perdido para siempre", se?al¨® St. Clair en conversaci¨®n con este diario. El profesor de Cambridge basa sus estudios en los documentos de la restauraci¨®n que el museo, tras una intensa campa?a de presi¨®n, puso a su disposici¨®n hace tres a?os. "Es una historia de da?os irreparables y del cerco de silencio y maniobras encubiertas por parte del museo. Fall¨® en su tarea de preservar la integridad y la herencia art¨ªstica mundial. Ha arruinado su principal argumento de defensa contra la reclamaci¨®n de restituci¨®n del Gobierno griego".
No hubo lugar en la conferencia de prensa convocada por el Museo Brit¨¢nico para serias discusiones cient¨ªficas sobre los efectos de la limpieza. Jenkins marc¨® el tono de las sesiones cuando, tras el acto de mea culpa, arreci¨® contra las autoridades culturales griegas. Algunos de los m¨¢s valiosos relieves que Elgin no consigui¨® llevarse del Parten¨®n "est¨¢n todav¨ªa pudri¨¦ndose", dijo. "?sta es la mayor tragedia".
"Podrido", respondi¨® Ismini Tiranti, directora del Museo de la Acr¨®polis, "es una palabra muy dura, que me enfurece. No venimos a hablar de lo que hacemos en Grecia. Podemos dejar este tema para otra ocasi¨®n". Los ¨¢nimos resultaron a¨²n m¨¢s encendidos al d¨ªa siguiente. A Niko Papadakis, agregado cultural de la Embajada griega en Londres, le retiraron el micr¨®fono a media palabra, dando por concluida una conferencia supuestamente acad¨¦mica. El cruce de opiniones entre los expertos de ambos lados no condujo a buen puerto. Pero la corriente se mueve lentamente a favor de la repatriaci¨®n a Grecia de los frisos y esculturas del Parten¨®n. El Gobierno brit¨¢nico se mantiene firme al respecto y el ministro de Cultura, Chris Smith, se?al¨® recientemente que millones de turistas ven gratuitamente en Londres los llamados m¨¢rmoles de Elgin. Pero el anterior l¨ªder laborista, Neil Kinnock, prometi¨® devolverlos y un comit¨¦ parlamentario estudiar¨¢, por primera vez el a?o pr¨®ximo, la pol¨¦mica cuesti¨®n en torno a la restituci¨®n de herencias culturales y art¨ªsticas. "Es un paso muy importante. Demuestran que intentar¨¢n resolver el problema revisando todas las reclamaciones hist¨®ricas. No se trata de vaciar nuestros museos, sino de estudiar cada caso individualmente", defiende el acad¨¦mico de Cambridge.
Babelia
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