Una exposici¨®n en Nueva York bucea en los or¨ªgenes del tatuaje y del arte corporal
El Museo de Historia Natural muestra c¨®mo el hombre reinventa su cuerpo desde hace 6.000 a?os
Nada m¨¢s f¨¢cil en Nueva York que hacerse un tatuaje. Basta tomar la decisi¨®n, seleccionar el dise?o entre una ampl¨ªsima gama, tener un poco de tiempo y 50 d¨®lares (unas 8.000 pesetas) en el bolsillo. Hay decenas de tiendas donde elegir. Parece la ¨²ltima moda, y sin embargo, no lo es. Arte en el cuerpo, una exposici¨®n organizada por el Museo de Historia Natural de Nueva York, demuestra que ya a principios de siglo hasta Alfonso XIII viajaba a Gran Breta?a para visitar al rey de los tatuajes, y que la mayor¨ªa de las civilizaciones, desde hace cientos de a?os, han decorado el cuerpo incluso con sistemas tan radicales como provocar heridas que dejen eternas cicatrices o deformando los huesos de los beb¨¦s.
La cirug¨ªa est¨¦tica tampoco es un concepto moderno. Los cuerpos se han esculpido desde hace 6.000 a?os estirando cuellos con anillos o quitando costillas para reducir caderas. Al menos as¨ª lo explica la exposici¨®n inaugurada en el Museo de Historia Natural de Nueva York, una exposici¨®n que pretende explicar c¨®mo el hombre ha tenido desde sus or¨ªgenes la necesidad de reinventarse a s¨ª mismo ya sea dibujando su cuerpo o modificando el relevie de su piel.Arte en el cuerpo exhibe un cuadro fechado en 1850 en el que una india americana muestra su perfil, con la frente totalmente lisa, mientras sostiene a su beb¨¦, cuya cabeza est¨¢ siendo sometida al proceso de moldeado. La frente del ni?o est¨¢ presionada por una tela firmemente atada a la litera en la que duerme. En aquella cultura, la frente plana distingu¨ªa a los hombres libres de los esclavos. La exposici¨®n, cuyo recorrido mezcla las teor¨ªas estrictamente antropol¨®gicas de la evoluci¨®n del arte corporal con ilustraciones, fotograf¨ªas, objetos, pinturas y maquetas, tambi¨¦n muestra dos docenas de los zapatos que oprim¨ªan los pies de las mujeres chinas para impedir su crecimiento. Apenas tienen el largo de un dedo de la mano y algunos son met¨¢licos. Fue el capit¨¢n James Cook quien llev¨® al mundo occidental la palabra tatuaje, tras descubrir en Tahit¨ª, en uno de sus viajes de exploraci¨®n por el Pac¨ªfico, c¨®mo los nativos decoraban sus cuerpos con algo que denominaban tatau.
Surcos en la cara
Los maor¨ªes eran unos aut¨¦nticos maestros del tatuaje. Desarrollaron una t¨¦cnica ¨²nica para esculpir profundos surcos en la cara con una concha impregnada en tinta. En el siglo XVIII se puso de moda en Jap¨®n gracias a la popularidad de un libro de cuentos chinos, Suikoden, protagonizados por una caterva de bandidos que luc¨ªan sorprendentes dibujos sobre su piel. El tatuaje se convirti¨® entonces en la marca de todos los hombres que viv¨ªan al margen de la ley. Por ello, las autoridades japonesas los prohibieron en el siglo XIX.
En el mundo occidental, los dibujos en la piel dejan de ser una atracci¨®n de feria cuando en 1890 se inventa la m¨¢quina el¨¦ctrica para tatuar. El negocio se asienta y se abren decenas de tiendas junto a los cuarteles y muchos barrios de Nueva York. Por esa ¨¦poca, el rey del tatuaje, el brit¨¢nico George Burchett, encarga un cuadro, presente en la exposici¨®n, en el que se ve a su mujer dibujada del cuello a los pies con escenas de la crucifixi¨®n, mariposas y patri¨®ticas banderas.
El piercing tampoco puede presumir de modernidad. Una cer¨¢mica andina demuestra que era algo m¨¢s que habitual hace 2.000 a?os. Los aztecas, los incas y otras civilizaciones de Asia y del Mediterr¨¢neo perforaban sus cuerpos para demostrar el final de la adolescencia o los cambios de status dentro de la sociedad. Al contrario que en nuestros d¨ªas, el piercing era una se?al de honorable madurez.
Otras culturas consideraban la piel lisa y suave como algo no demasiado bello. La escarificaci¨®n pod¨ªa remediarlo. Se hac¨ªan cortes en la piel que dejaban al curar profundas y decorativas cicatrices. Para colmo, en algunas ocasiones se echaba ceniza o arcilla en las heridas para conseguir cicatrices con relieves. El dolor era secundario. Figuras de cer¨¢mica de M¨¦xico, con 2.300 a?os de antig¨¹edad, o de madera, procedentes de Pap¨²a Nueva Guinea, demuestran la extensi¨®n en el mapa de esta cuando menos curiosa forma de decoraci¨®n corporal.
Maquillaje
El maquillaje, con muestras de los recipientes de cosm¨¦ticos procedentes del antiguo Egipto, y la henna, que a¨²n utilizan muchas culturas ¨¢rabes e hind¨²es, completan la exhibici¨®n, que estar¨¢ abierta hasta el 29 de mayo y que termina con una moraleja: "El arte en el cuerpo permite a la gente reinventarse a ellos mismos, experimentando nuevas identidades". Arte en el cuerpo es una exposici¨®n de sorpresas, pero quiz¨¢ la primera es la propia ubicaci¨®n de la muestra: el Museo de Historia Natural de Nueva York. Esta instituci¨®n, que con sus 34 millones de piezas es el mayor museo del mundo, seg¨²n avala el Libro Guinness, est¨¢ intentado atraer hacia sus salas a un p¨²blico diferente.
Babelia
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