Un Numancia inteligente se blinda en Los Pajaritos

El Numancia jug¨® a cara de perro y se trag¨® sin apuros a un Celta artr¨ªtico, que esquiv¨® desde el principio el duelo f¨ªsico y muscular que plante¨® el equipo local. Nunca pudo el Celta jugar c¨®modo en Los Pajaritos: no tuvo a Karpin, sancionado, y Mostovoi adopt¨® su Mr.Hyde personal, el del pendenciero indolente que se abona a las trifulcas y se escapa de los partidos, m¨¢s all¨¢ de su gol. El Numancia demostr¨® ayer que la visita a Soria no ser¨¢ una excursi¨®n para los 12 equipos a los que todav¨ªa les falta jugar all¨ª, como no lo ha sido para las siete que ya lo han hecho: nadie ha ganado todav¨ªa en Los Pajaritos, e incluso han ca¨ªdo dos l¨ªderes -el Rayo, hace dos semanas, y el Celta ayer-.El m¨¦rito del Numancia estuvo en retrasarle al equipo vigu¨¦s su centro de gravedad. Cuando el partido ronda cerca de la l¨ªnea de Mostovoi, Gustavo L¨®pez y Karpin, el Celta juega con comodidad, y brillo. Si el equipo rival consigue que el bal¨®n pase la mayor parte del tiempo en los pies de Djorovic o Velasco, el Celta se muestra inconexo, y las articulaciones de sus circuitos empiezan a fallar. Eso hizo el Numancia. Empuj¨® el partido hacia arriba e irrit¨® a Mostovoi, quien se despidi¨® pronto del partido.

Al Numancia le interesaba jugar lejos de su portero, y para ello recurri¨® casi siempre a largos e inocentes balonazos que sin embargo, gracias a la presi¨®n de sus delanteros Rub¨¦n Navarro y Perico Ojeda, volv¨ªan r¨¢pidamente a sus pies. A ello ayud¨® la tosquedad de la defensa visitante, y especialmente la de Sergio, que nunca mostr¨® la serenidad necesaria para responder a una t¨¢ctica tan elemental.

Los sorianos anularon las bandas del Celta con f¨²tbol -Makelele se dio cuenta pronto de que era m¨¢s ¨²til en el centro, ayudando a los desbordados Celades y Giovanella- y con picard¨ªa: el terreno de juego de Los Pajaritos, a petici¨®n de Goikotxea, fue ayer unos metros m¨¢s estrecho.El medio centro del Celta ofreci¨® un partido de arquitectos; enfrente de ellos, Nagore y Pacheta se vistieron de alba?iles, y abrumaron con su oficio a un equipo vigu¨¦s que hab¨ªa llegado a la capital numantina pensando que el partido iba a ser otro. El Celta comenz¨® la Liga jugando y mal ganando; despu¨¦s sigui¨® ganando, pero ya mostrando las altas dosis de calidad que hab¨ªa ofrecido la temporada pasada. Ayer pareci¨® no tener ganas de trabajar como hace dos meses, y dej¨® pasar sin enterarse un partido que se estaba jugando en otro registro.

El Numancia, que siempre tuvo claro cu¨¢l era el encuentro que deb¨ªa jugar, ha decubierto en Sandro Perico Ojeda al delantero ideal para que se encargue de la faena que propone. El argentino, que mide 1,97 metros de altura, se faja en cada una de las jugadas en las que participa, y recupera, cerca del ¨¢rea rival, balones que muchos otros dan por perdidos. No es h¨¢bil, y hasta est¨¢ lejos de serlo, pero parece un incansable potro de carreras.

S¨®lo cinco minutos jug¨® el Celta su propuesta, en la mitad del primer tiempo y con el marcador todav¨ªa empatado a cero. Pero el autogol de C¨¢ceres acab¨® con las ilusiones. Poco a poco, el partido volvi¨® a ser el intercambio industrioso que propon¨ªa el Numancia, sin espacios para lujos o veleidades. El equipo soriano molest¨® al Celta, le busc¨® las cosquillas y se las encontr¨® muy r¨¢pido. Quiz¨¢ hayan demostrado incluso, los dirigidos por Andoni Goikotxea, que el Celta carece de un Plan B para los partidos que no le salen aceitados y finos. Ya no tiene a Penev, al que recurr¨ªan los vigueses, la temporada pasada, cuando el f¨²tbol se hac¨ªa imposible, y ni McCarthy (que alterna un toque de calidad con diez minutos de nada), Turd¨® o el ecuatoriano Kaviedes, que jug¨® ayer unos minutos, parecen haberse aprendido todav¨ªa el libreto del b¨²lgaro.

El Numancia ha blindado Los Pajaritos, m¨¢s all¨¢ del t¨®pico, a base de actitud y concentraci¨®n: despu¨¦s de lo que le ha costado llegar a donde est¨¢, la sola idea del descenso le aterra. En estas ¨¦pocas en las que se acusa a los futbolistas de no sacrificarse por aquello que se llama los "colores", los jugadores del Numancia muestran una compenetraci¨®n muy significativa con lo que significa su trabajo para una ciudad poco acostumbrada a disfrutar con el f¨²tbol.